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JUAN CANO
Jueves, 3 de noviembre 2011, 02:29
En su calendario no había festivos ni fines de semana. 'Trabajaban' de lunes a domingo, sin descanso. Durante el día, acechaban el objetivo. Por la noche, actuaban. En menos de un año, habrían conseguido desvalijar -asegura la Guardia Civil- más de cien viviendas, buena parte de ellas en el Guadalhorce.
La Benemérita ha logrado desmantelar la banda que presuntamente se ha cebado con los municipios del Valle desde principios de año. La operación, que ha sido bautizada con el nombre de 'Madriles', y que el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna, calificó de «espectacular», se ha saldado con dieciséis detenidos, todos de nacionalidad rumana, como supuestos integrantes del grupo. Entre los arrestados hay un menor; el resto tienen entre 30 y 50 años.
El botín de los robos que se atribuyen a esta banda tampoco encajan con el que persiguen la mayoría de los ladrones en sus golpes. No solo buscaban joyas y dinero, que también. Arramblaban con todo lo que había en las casas, fuese más o menos valioso. Tanto es así que la Guardia Civil, en los tres registros realizados en la operación, ha recuperado cuatro toneladas de efectos presumiblemente procedentes de estos robos. Se llenaron dos camiones con ellos. La habitación que la Benemérita habilitó ayer en el cuartel de Coín para exponer los efectos sustraídos parecía un bazar.
Entre los artículos recuperados se encuentran varias armas -escopetas de caza, pistolas detonadoras y de aire comprimido y un fusil lanzacabos-, joyas, ordenadores, teléfonos móviles, televisores, piezas nuevas de automoción, maquinaria y herramientas, ropa nueva y usada, efectos del hogar, material de deporte, comida y todo tipo de bebidas. Había incluso un cepillo de dientes. Finalmente, aprovechaban las maletas que había en los domicilios en los que entraban para acarrear el material.
Exposición
Los artículos sustraídos eran depositados en las tres viviendas registradas, vinculadas a la banda, que servían al mismo tiempo de almacén y de lugar de exposición para potenciales clientes. «Los receptadores llegaban a sus casas y allí hacían una exhibición del material para su posterior venta», afirmó ayer en rueda de prensa el comandante Rafael Campos, jefe accidental de la Guardia Civil en Málaga. Así, enviaban a Rumanía la mercancía que no tenía salida en el mercado negro español, mientras que, al parecer, los alimentos que hurtaban eran para propio consumo de los integrantes de la organización.
Para los investigadores, se trata de una banda «muy activa». En Ardales, por ejemplo, dejaron su firma con veinte golpes, diez de ellos en una sola noche, en la que se centraron en una urbanización del municipio. El comandante resaltó ayer que llegaron a robar cuatro veces en una misma vivienda.
Tres clanes
Los agentes de la Benemérita comenzaron a seguir la pista del grupo el pasado mes de marzo. «Estaban divididos en tres clanes familiares -bajo las órdenes de una misma persona, que repartía funciones y objetivos- asentados en Cártama, Pizarra y Campanillas», explicó Campos. «Actuaban -continuó- principalmente en la zona del Guadalhorce, aunque también en la costa oriental de la provincia, Granada, Córdoba y Cádiz». En ningún caso emplearon la violencia, ya que se cercioraban previamente de que las viviendas estaban vacías.
El cobre era otro de los objetivos de la banda. Uno de los clanes se dedicaba a robar a primera hora de la noche en centros de transformación eléctrica en busca de este metal, según la Benemérita. Llegaban a dejar urbanizaciones enteras sin fluido eléctrico. En Sotogrande, por ejemplo, llegaron arobar en tres de estos centros, causando daños por valor de más de 180.000 euros.
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