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Sorpresas electorales
DEFENSA PERSONAL

Sorpresas electorales

En las próximas elecciones, según la nueva ley electoral, habrá un 5% de votantes que no podrá votar al partido al que votó en las últimas

JUAN BONILLA

Domingo, 18 de septiembre 2011, 03:33

No sé si habrá alguna sorpresa electoral el próximo 20 de noviembre, pero lo que es evidente es que nuestros grandes partidos no quieren que haya ninguna. Por eso acordaron exigir a los partidos sin representación parlamentaria un aval con firmas de ciudadanos que sumen al menos el 0,1 por ciento del censo de la circunscripción por la que se presenten. Es decir, pusieron un muro contra las sorpresas ante el descontento generalizado hacia una casta política, unos políticos profesionales, temerosos de que la indignación que ya se reflejó en el porcentaje de silencio de las últimas elecciones municipales y autonómicas, se concretase ahora en votos a formaciones marginales, pequeñas o francotiradoras. El 0,1 por ciento parece una cifra alcanzable para una formación política -no sé, digamos que en Málaga hay censadas 500.000 personas, se piden pues 500 firmas, si en Madrid hay 3 millones, se piden 3.000 firmas-, pero eso es lo de menos: es como pedirle un carnet a alguien para entrar en una plaza pública. Y supone también que puedan concurrir a las elecciones agrupaciones locales más o menos esporádicas -no sé, Malagueños por una Málaga mejor- pero que sea casi imposible que una formación concurra en toda España - 40 millones ya son 40.000 firmas, pero distribuidas por todo el Estado para atender a lo de las circunscripciones. El solo hecho de que los grandes partidos se sacaran de la manga esa barrera electoral, ya indica sus niveles de miedo acerca de cómo gestionar el cansancio que han producido en nosotros las mismas caras, las mismas voces, las mismas mentiras, el hartazgo de ver un día tras otro a los mismos personajes proponiendo nuevas cosas muy antiguas que ellos saben y nosotros también que no van a llevarse a cabo. Quién va a creer en nada que venga de la autoridad competente después del bluff Obama, un superhéroe al que no se le ocurrió mejor cosa que colocar en lugares de poder a los mismos que ayudaron a montar el gran negocio de la crisis financiera del 2008 (grandes economistas de Harvard y Columbia que se hicieron multimillonarios ayudando a que el sistema quebrara, responsables de agencia de clasificación que daban la máxima nota a las hipotecas basura y a productos de riesgo, como si fueran bonos del estado).

Así pues, para que no haya sorpresas, los grandes partidos, haciendo de policías de la democracia, dijeron: vamos a ponérselo difícil. Porque los partidos sin representación parlamentaria se llevaron ya el 5% de los votos en las últimas elecciones, y esa hemorragia había que pararla, porque a nuestros grandes partidos le parece una mancha fea. Naturalmente sería fullería pensar que ese 5% de votantes votarían a una coalición que agrupara en todo el estado a los partidos sin representación, porque entre estos hay de todos, revolucionarios de ultraizquierda y revolucionarios de ultraderecha, camisas azules y defensores de dejar vacío el soñado escaño que se obtuviese para que hablase el silencio cada vez que les tocase hablar, pero lo cierto es que en las próximas elecciones, según la nueva ley electoral, habrá un 5% de votantes que no podrá votar al partido al que votó en las últimas elecciones y tendrá que decantar su voto por uno de los grandes partidos o por la abstención.

Para que no sea así, se abrió la página www.yoavalo.org, que deja claro desde sus primeros renglones que no avala ni auspicia a ninguna de las formaciones a las que acoge. Se propone lisa y llanamente que las próximas elecciones no sean las elecciones menos democráticas de nuestra historia, según dicen con su punta de énfasis imperial. Avalar a cualquiera de las candidaturas que ahí han colgado su escudito no compromete al ciudadano a votarla, naturalmente, que el voto seguirá siendo secreto y uno podrá meter en su sobre lo que quiera y quepa en la urna, desde una papeleta de un partido político a una carta a los Reyes Magos. Uno de los partidos más seguidos, no sé si llegará a conseguir los avales que les exigen para que puedan concurrir, es precisamente Escaños en blanco: si la gente que no va a votar convencida de que no quiere votar porque nadie le representa -como gritan los indignados- llegara a convencerse de que merece la pena estar representada por nadie, y fuera a votar, no en blanco, sino a un partido que propugna el escaño vacío, hasta 10 escaños podrían quedarse sin habitar. No digo que eso sirviera para mucho, o sí, tal vez sirviera para que se escuchara el hondo silencio de hartura al que nos han conducido esos mismos grandes partidos que -como los servicios financieros que nos han hundido- nos dicen ahora que ellos tienen las soluciones a problemas que no sólo no supieron resolver cuando se presentaron, sino que se las arreglaron para hacerlos más y más graves.

Pero no, no habrá sorpresas electorales apenas el 20 de noviembre, eso es casi seguro. Lo único sorprendente es que quienes se disputen el trono de Gobierno sean políticos que llevan veinte años allá arriba, que no haya habido un solo gobierno que no haya contado con alguno de ellos, que los analistas de lo que pasará sean los mismos que escriben discursos o dan consejos a esos mismos políticos -como esos economistas de la crisis, que después de dar clases en Harvard sobre economía, corrían a asesorar a financieras para hundir el invento-. Eso sí que es sorprendente, aunque ninguno nos sorprendamos.

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