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JUAN CANO
Miércoles, 31 de agosto 2011, 03:26
Primero fue la vivienda número 48. Después vino la 70, dos veces. Todos con diferentes protagonistas, pero con un mismo objetivo: instalarse en las viviendas vacías. «Hemos evitado esos tres intentos, pero es una lucha constante. Mañana le puede tocar a cualquiera», se queja amargamente una vecina. Esta vez, la ofensiva 'okupa' fue más allá de la tentativa. El lunes, una familia se metió por unas horas en el chalé 79 de la urbanización Villa del Arenal, en la barriada de Intelhorce.
La reacción de los propietarios no se hizo esperar. Numerosas familias se movilizaron contra la ocupación ilegal de las viviendas vacías que están en manos de varios bancos y de la promotora. De los 168 adosados que forman la urbanización hay más de medio centenar sin ocupar, según calcula el presidente de la asociación de vecinos, Francisco Alarcón.
Todo comenzó sobre las cuatro de la tarde del lunes, cuando María, una mujer de 31 años, trató de instalarse con su familia en la casa número 79, un adosado de dos plantas, con unos 110 metros construidos y casi 300 de parcela, situado en la calle Daniel Blanxart. «Cuando los vecinos las compramos, estas viviendas costaron entre 240.000 y 300.000 euros», apunta Alarcón.
María, por su parte, asegura que se encontró la puerta de la casa abierta y se metió en ella porque «necesita un techo» para sus tres hijos. Hasta ahora, según cuenta, vive con su madre en Las Castañetas y carece de recursos para comprar una vivienda. Varios familiares la acompañaron en su intento de instalarse en la urbanización. Al detectar esta situación, los vecinos comenzaron a organizarse. «A mí me llamaron sobre las seis de la tarde para avisarme», comenta Domingo, que vive en el adosado contiguo, el número 77. «Han estado todo el fin de semana dando vueltas, buscando el momento», añade, refiriéndose a los 'okupas'.
Tras llamar en reiteradas ocasiones a la policía, un numeroso grupo de vecinos -por encima del medio centenar- se echó a la calle y conminó a la mujer y a sus parientes a que abandonaran la vivienda. «Nos insultaron y nos dijeron que iban a venir con más familiares», dice un propietario. «Estamos muy preocupados; aquí hay gente trabajadora que se ha comprado su casa con mucho esfuerzo», añade Ana, otra vecina.
La situación se mantuvo hasta bien entrada la noche, cuando unos agentes de la Policía Nacional lograron convencer a María de que abandonara la vivienda. A medianoche, muchos propietarios aún permanecían en la calle, vigilantes ante la posibilidad un nuevo intento.
Para los vecinos, el problema solo se resolverá cuando los dueños de los inmuebles vacíos aseguren las puertas. Ayer, el presidente de la asociación reiteró esta petición a los bancos y a la promotora, y acudió al juzgado junto a un grupo de vecinos para denunciar el incidente.
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