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Carlos Álvarez, antes de su actuación en el Teatro Arriaga de Bilbao el pasado 2 de mayo. :: G. BARNUEVO
Carlos Álvarez volverá a cantar ópera en otoño en el papel de Don Giovanni
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Carlos Álvarez volverá a cantar ópera en otoño en el papel de Don Giovanni

El barítono malagueño, que está anunciado en noviembre en Zurich, confiesa que durante un tiempo temió no poder regresar al teatro lírico

REGINA SOTORRÍO ,

Lunes, 20 de junio 2011, 10:16

Fiel a su discreción habitual, evita ser tajante sobre su futuro. Dos recaídas y tres intervenciones para superar su afección en las cuerdas vocales le obligan a ser prudente. Pero el «optimismo antropológico» no le abandona... y deja caer algunas pistas: «Si todo va bien, el genio de Salzburgo me dará de nuevo la alternativa en el rol del disoluto castigado en pleno otoño musical de una ciudad helvética». Traducción: el barítono Carlos Álvarez regresa a la ópera de la mano de Mozart en el papel protagonista de 'Don Giovanni'. Será el 6 de noviembre en Zurich. Habrán transcurrido entonces casi dos años -22 meses- desde la última vez que el malagueño se subió al escenario para interpretar teatro lírico. «Y a partir de ahí, a seguir», apostilla.

No es la primera ocasión en que se escuchará su voz en público tras el último revés en su salud. Ya actuó el 2 de mayo en Bilbao y, una semana después, en Albacete, pero en aquellas ocasiones ofreció conciertos con un repertorio de una vocalidad menos intensa. Era la prueba de fuego, el examen para demostrarse a sí mismo que podía cantar y que, con el tiempo, podría asumir óperas, el género con el que ha pisado las tablas de los más prestigiosos escenarios del mundo durante dos décadas.

Inicio de la temporada

Y aprobó con nota. «No lo sé al cien por cien pero creo que estaré cantando con el inicio de la temporada», avanza. No siempre las tuvo todas consigo. «No sólo temí no volver a cantar ópera, sino que se convirtió, durante un corto periodo de tiempo, en una certeza hasta que volví a abrir la boca tras la primera intervención», admite el malagueño.

En algunos momentos, se ha tenido que imaginar el futuro sin meterse en la piel de personajes de Verdi o de Mozart; pero sabe que un artista lírico es más que un cantante de ópera. El barítono podría, por ejemplo, transmitir «el conocimiento adquirido durante estos años de experiencia vocal a otros colegas o a futuros cantantes en formación», incluso contempla como opción laboral el asesoramiento para la gestión cultural. Eso sí, «sin olvidar la capacidad de echar una mano en forma de colaboración solidaria», precisa el presidente de Honor de Hogar Abierto y figura habitual en actos y conciertos benéficos.

Al alejarse de los teatros, Álvarez se ha acercado a los salones de actos. El artista se ha revelado como un buen conferenciante, una faceta que quiere seguir cultivando. «Si existe el interés por lo que yo pueda decir en un foro adecuado, ahí estaré, preparado y dispuesto». En su opinión, teorizar sobre su trabajo, aportar iniciativas, alternativas y puntos de vista, «todo ello mediante la expresión oral o escrita, se convierte en otro medio de comunicación».

Con emoción

Y una cuestión obligada: ¿se pasará a eso que llaman música ligera, como han hecho muchos otros colegas? Álvarez lo descarta «como opción definitiva», pero no como algo puntual. «Si en alguna ocasión encarta, será un gustazo poder subir al escenario y disfrutar de un repertorio donde la interpretación se asemeja mucho a la lírica», responde. Eso como cantante, porque como espectador y oyente sus preferencias están «donde esté la emoción y/o la conmoción intelectual».

Por lo pronto, la ópera es su meta y en estos momentos «el aspecto de la cuerda vocal es normal, con buena recuperación y un funcionamiento adecuado para ir asumiendo capacidad laboral». Sin prisas pero sin pausa. Primero, pondrá voz a las óperas «más líricas y menos intensas dramáticamente» de su repertorio para «alcanzar en el futuro más próximo, toda la extensión del mismo». De nuevo 'Don Giovanni' le tiende la mano para reencontrarse con su pasión, como ya ocurriera en septiembre de 2009 (se retiró pocos meses después tras reaparecer la lesión). En esta ocasión, tal y como figura en el programa de la Zurich Opera House, le da la réplica la soprano ruso-austriaca Anna Netrebko, considerada por algunos como una «superestrella de la lírica» por su voz, sus dotes de actriz y su presencia.

Y tras ésta, como después de cada actuación, toca visita al especialista. «La obligación de la revisión constante tras el esfuerzo del trabajo se asemeja un poco a la circunstancia del antiguo juego de 'El Palé': 'Pase por la casilla de salida' (traducido: la consulta del otorrinolaringólogo) antes de ir al siguiente compromiso», relata con humor el artista.

Cuando se le pregunta con qué sueña, Álvarez responde con claridad: «Con el siguiente compromiso, independientemente de cuál sea éste». Pero si piensa en el repertorio que aún le queda por probar, se confiesa: quiere «un malo malísimo, también castigado: Scarpia en la 'Tosca' pucciniana». «Lo mío es patológico», bromea.

Tras varios meses con la maleta guardada en casa, el barítono se prepara para asumir nuevos compromisos y, por lo tanto, recuperar esa ajetreada vida de vuelos y hoteles que acompaña a los artistas de ópera. No le preocupa. «Bienvenido sea el estrés», afirma.

Capacidades y límites

Pero el parón obligatorio también ha tenido sus cosas buenas. «En lo personal me ha permitido estar presente y participar de circunstancias familiares muy importantes», asegura. En lo social, el barítono ha experimentado «una bofetada de realidad constante», viviendo «un momento crítico y muy delicado de la sociedad, compartiendo, aunque algo amortiguadas, las mismas inquietudes que la mayoría». Y en lo profesional, enfrentarse a la posibilidad de no volver a alzar la voz en público y todo el proceso de recuperación que ha seguido a cada intervención le ha hecho ser más consciente de sus «capacidades» y de sus «límites». «Quiero cantar mejor», afirma quien está considerado como uno de los mejores intérpretes de las partituras de Verdi en el mundo.

En este tiempo, además, ha descubierto algo sobre sí mismo: que aunque el trabajo «nos conforma y nos condiciona, es la persona y su comportamiento la que mantiene el tipo cuando el traje del emperador desaparece». Y sentencia: «desnudo de toda circunstancia profesional, sigo siendo yo mismo». La modestia le viene de su padre, «un iconoclasta». «Tras una estupenda función en un teatro de ópera en España, y rodeado de personas que acudían al camerino a felicitar y agradecer el esfuerzo del Sr. Álvarez, mi padre entraba con toda naturalidad diciendo con voz alta y franca: '¡Nene, te esperamos aquí fuera!'. Ante la evidencia de lo habitual, ¿quién podría creerse más que nadie?».

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