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ANTONIO M. ROMERO aromero@diariosur.es
Sábado, 7 de mayo 2011, 11:30
Si la Coca-Cola es la chispa de la vida de los refrescos, en la política local malagueña este papel de ingenioso y divertido lo asume Carlos Hernández Pezzi. Desde que se incorporó al equipo de la candidata socialista María Gámez ha dejado patente sus cualidades para, desde el máximo respeto, afrontar la responsabilidad pública con sentido del humor, ironía y como él mismo dice: «Riéndome de mí mismo». Se la ha visto recurriendo a personajes de dibujos animados para contrastar dos modelos de ciudad (un pitufo viejo con bastón representando al PP y un joven Bart Simpson en patinete, al PSOE); ha bailado en algún acto cuando suena la sintonía de su partido; ha cantado tras una rueda de prensa o ha invitado a los periodistas a bombones.
Ocurrencias que han despertado simpatías, por un lado, y críticas por otro, a las que este arquitecto, optimista por naturaleza y que reconoce que no sabe contar chistes, no da mucha importancia. «En el carácter mediterráneo de Málaga me he reconocido mucho más que en el de Madrid. Cuando vine aquí me encontré en mi propia salsa», afirma.
Y es que Hernández Pezzi nació en la maternidad de O'Donnell en la capital de España en 1949. Allí trabajaba su madre, Emilia, una malagueña con ascendencia de italianos asentados en la provincia al inicio del siglo XX, en el Instituto Social de la Marina donde conoció a su marido, Carlos, funcionario de Aduanas. Los recuerdos de su infancia y juventud son los de barrio de la calle Cadalso y la plaza de España y en las aulas del colegio Sagrado Corazón de Jesús de los padres reparadores cursó la primaria y secundaria.
Antifranquismo y PCE
Tras un periodo de dudas, en el que se planteó si estudiar alguna carrera de humanidades o dirigir sus pasos hacia la sociología o económicas, finalmente se decantó por arquitectura, ingresando y licenciándose, en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid.
Son los años de las postrimerías del franquismo con una intensa actividad política en las aulas universitarias. Este hecho y el inicio del proceso de Burgos -contra 16 miembros de ETA- le empujan a interesarse por la política desde las trincheras del PCE. De ese periodo recuerda que corrió delante de los grises y que en un par de ocasiones estuvo a punto de ser detenido.
Su llamamiento para incorporarse a filas en Ceuta, en el regimiento de ingenieros, le trajo por primera vez a Málaga en 1974. Desde entonces vendría anualmente hasta que en 1980, con la primera corporación democrática de Pedro Aparicio, el estudio de arquitectura que tenía con un compañero en Madrid -hacían entonces, fundamentalmente, obras en la sierra norte de esta comunidad- comenzó a trabajar para el Ayuntamiento de Málaga y, poco después, fue nombrado jefe de disciplina urbanística. «En ese momento comenzó mi vínculo con Málaga que ya dura 31 años», comenta este admirador de políticos como Nelson Mandela, Olof Palme, Enrico Berlinguer, los socialdemócratas alemanes y a quien le marcó la lectura de un libro de Pablo Iglesias.
En estos primeros años malagueños su actividad política disminuye aunque sigue vinculado al PCE y formó parte, como número dos, de la candidatura de Antonio Romero al Congreso de los Diputados. No salió. Poco después, durante la época de la pinza de IU y PP en Andalucía (1994-1996), se alejó de los comunistas y empezó su relación con Nueva Izquierda y, luego, con el PSOE, partido al que se afilió en 2000 tras el congreso que eligió a José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general, aunque ya había tenido contactos previos por su relación sentimental con la socialista Pilar Oriente y su amistad con José Asenjo.
En 1998 fundó, junto a un grupo de intelectuales entre los que se encontraban Manuel Gutiérrez Aragón, Victoria Camps, Nicolás Sartorius o Felipe González, la Fundación Alternativas, un foro para renovar el pensamiento de izquierdas. «Participar en esta fundación es una de las grandes satisfacciones de mi vida», reconoce.
Desde finales del siglo XX el nombre de este funcionario de la Diputación -actualmente está en el área de planeamiento- y que entre 2001 y 2009 presidió el Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España siempre ha estado en las quinielas para formar parte de las listas del PSOE en Málaga (en 1999 renunció a ir de número con Francisco Oliva) hasta que en 2011 ha dado el salto a la política local. «Meterme a esto con esta edad es de pirados», relata con humor este padre de tres hijas.
Lector voraz de ensayo y poesía -siente predilección por los versos de Dylan Thomas-, amante de la música clásica contemporánea y el jazz, y escritor -su último libro es 'Ciudades contra burbujas', está a punto de publicar 'La textura de la corteza' y ganó el premio Relosillas en 1996 por su relato 'Recuerdos Reales'- tiene asumido que si el PSOE gobierna será el concejal de Urbanismo y que uno de sus primeras actuaciones será rehabilitar los Baños del Carmen, uno de los rincones preferidos de Málaga.
Hernández Pezzi se desenvuelve con soltura en la lengua de Shakespeare - «Hablo en inglés cuando me cabreo», sostiene-, entiende el francés y el italiano, se confiesa un amante del mar, la playa y el arte y asegura no gustarle el fútbol pero se divierte mucho leyendo las crónicas del deporte rey. Ahora está metido en un partido cuyo resultado se conocerá en dos semanas.
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