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FRANCISCO GUTIÉRREZ fgutierrez@diariosur.es
Viernes, 1 de abril 2011, 03:42
La ciudad de las once torres, o la sartén de Andalucía, como coloquialmente es conocida la monumental Écija, es uno de los centros artísticos más importantes de Andalucía y donde la Semana Santa se prepara ya con intensidad, con sus cofradías y hermandades poniendo a punto el rico patrimonio artístico, con algunas de sus hermandades que se remontan al siglo XVI. Écija cuenta con numerosas iglesias y conventos barrocos, palacios y casas-palacio y por toda la ciudad se encuentran vestigios de construcciones y elementos arquitectónicos de época romana.
La fundación de la ciudad se sitúa hacia el siglo VIII antes de Cristo, en el ámbito de la civilización tartésica. La ciudad conoció su mayor etapa de esplendor durante la dominación romana, participó a favor de César en las guerras civiles contra Pompeyo y, hacia el año 14 antes de Cristo, se fundó ya en el llano la denominada Colonia Augusta Firma Astigi, una gran ciudad de nueva planta, con calles pavimentadas trazadas en retícula regular, cloacas y red de distribución de aguas, foro, templos, termas y anfiteatro, junto a un puente por el que la Vía Augusta cruzaba el Genil.
La ciudad siguió siendo un importante foco cultural y religioso a la caída del Imperio, en época visigoda, cuando llegó a ser sede de un obispado, y en época islámica, en la que Istiya (o Astiya) fue capital de provincia durante el emirato y el califato. En mayo de 1240 Écija fue conquistada por Fernando III y repartida entre nuevos pobladores castellanos, entre ellos muchos nobles, las órdenes militares y la Iglesia. El desarrollo de la gran propiedad terrateniente que ha marcado toda la historia posterior, bajomedieval y moderna arranca, en buena medida, de este reparto feudal y de su desarrollo en la Época Moderna.
Todo el siglo XVIII, considerado el siglo de oro ecijano, vive un esplendor de construcciones civiles y de iglesias vinculado a la concentración de la propiedad y del poder eclesiástico y aristocrático -en esta época radicaron en la ciudad unos 40 títulos nobiliarios, 13 de ellos Grandes de España-. El casco histórico de Écija conserva uno de los mejores legados de arquitectura y arte barroco de Andalucía: palacios, iglesias (con las torres que han hecho famosa a la ciudad), conventos, edificios públicos y casas-palacio que, junto a sus ricos bienes muebles y a los amplios archivos documentales, constituyen un patrimonio histórico excepcional.
La ciudad tiene una arraigada tradición religiosa que comienza a vivirse con la Cuaresma, cuando se suceden los actos culturales que atraen a un numeroso público. La Semana Santa ofrece a los visitantes un total de 30 pasos y 13 hermandades que hacen honor a sus iglesias y conventos. La mayoría de estas cofradías se fundaron en el siglo XVI y cuentan con imágenes de grandes escultores como Pedro Roldán, Juan de Mesa o Montes de Oca, que engrandecieron con sus obras escultóricas la Semana Santa de Écija en los siglos XVII y XVIII. El realismo de las imágenes, las tallas en madera dorada y su orfebrería las hacen obras de arte excepcionales.
Toque de la matraca
Una tradición que se sigue manteniendo en la Semana Santa de Écija es el toque de la matraca, instrumento que poseen algunas torres de Écija, y que suena el Jueves, Viernes y Sábado Santo, a diversas horas, emitiendo un sonido muy solemne.
El jueves procesionan tres hermandades. Una de ellas, la imagen del santísimo Cristo de Confalón es del s. XVI y procesiona en paso al más puro estilo ecijano, con peana barroca del siglo XVIII decorada con lágrimas de cristal de roca, que reflejan la luz del sol a la salida.
Durante el Viernes Santo, tiene lugar la salida de la Hermandad más antigua de Écija (se fundó en 1509), Nuestra Señora de la Piedad y Santísimo Cristo de la Exaltación en la Cruz. Es imprescindible ver la entrada o salida de esta Hermandad, pues el vano de entrada de la iglesia conventual de la Merced es de los más pequeños de los templos de la ciudad, e impresiona ver el esfuerzo que realizan los costaleros.
Once torres, con sus respectivas iglesias, embellecen la ciudad. La de Santa María data del siglo XVIII, construida sobre un antiguo templo mudéjar de los siglos XVI-XVII. La de Santiago es conjunto histórico-artístico, de estilo gótico-mudéjar (siglo XV). La Iglesia de Santa Cruz es de estilo neoclásico, aunque conserva restos de época visigoda.
Entre los palacios cabe destacar el de Benamejí, de estilo barroco y monumento nacional, con una enorme fachada de ladrillo con zócalo de piedra y una hilera de balcones en la primera planta. El palacio de Valdehermoso cuenta con una importante portada plateresca. En el de Santaella encontramos unas magníficas puertas talladas y una portada labrada en piedra.
Rica repostería
Basada en productos naturales, la gastronomía ecijana es, en alguna medida, la consecuencia de las diferentes culturas que por esta tierra han pasado. Sus platos más característicos son la sopa de gato, las espinacas labradas, el flamenquín ecijano, o el rabo de toro.
Pero lo que mejor define su cocina es la riquísima repostería y dulces conventuales que aquí se producen, destacando las yemas, las tortas de aceite, las tortas de manteca, los pestiños o los bizcochos marroquíes sin olvidar su típico pan tipo mollete.
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