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B. O.
Lunes, 28 de marzo 2011, 03:45
Se llama Pasporta Servo (servicio de pasaporte) y es una red mundial que pone a disposición de los esperantistas alojamientos gratuitos en todos los puntos del globo. Es una iniciativa que cuadra con ese espíritu de fraternidad universal que alimenta al esperantismo desde sus orígenes y que permite a muchos de sus activistas recorrer mundo y hacer nuevos amigos a la vez que practican el idioma. Los nombres de los que están dispuestos a ejercer de anfitriones -unos 1.500- se incorporan al listado, que antes se editaba en libro pero que ahora tiene su propia dirección electrónica (pasportaservo.org). Los viajeros contactan con ellos para ponerse de acuerdo en las fechas y acreditar de esa forma un mínimo conocimiento del esperanto, la única condición exigida.
La hospitalidad es una tradición firmemente arraigada en la comunidad esperantista. José Manzanera, uno de los más veteranos del colectivo, recuerda aún la temporada que pasó en Londres hace ya más de tres décadas. «Fuimos tres compañeros y nos alojamos en la casa de un profesor que era un hombre de un trato exquisito y que estaba encantado de poder practicar el esperanto con nosotros».
Otra forma de viajar
Más reciente es la experiencia de Manuel Pancorbo, de 45 años, que ha hecho ya varios viajes por Europa en compañía de su mujer. «Primero fuimos a la Bretaña francesa y como la experiencia nos pareció tan interesante repetimos en Amsterdam y luego en otros países del centro de Europa como Polonia, Eslovenia o Hungría. Es una forma de viajar muy interesante porque los anfitriones te abren puertas y te enseñan cosas a las que no tendrías acceso siendo un turista normal». Pancorbo es uno de los españoles inscritos en el listado y ha tenido la oportunidad de ejercer varias veces el papel de anfitrión. «La última fue una chica brasileña que estuvo con nosotros varios días». Aclara que su casa no pasa de ser un pequeño apartamento, pero dice que el espíritu de camaradería hace que las pequeñas incomodidades queden en un segundo plano. «Es una buena experiencia y además se crean lazos de amistad duraderos».
Hay esperantistas que aprovechan el servicio para recorrerse literalmente el mundo. Es el caso de una pareja de franceses que se dio la vuelta al globo hace unos años recalando en casas de esperantistas. Donde más alojamientos hay es en Europa aunque países como Brasil, Japón o incluso China aportan también una cifra nada desdeñable de anfitriones.
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