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CRÍTICA DE MÚSICA
Lunes, 21 de febrero 2011, 02:46
La Orquesta Filarmónica de Málaga ha cumplido veinte años y los viene celebrando con una serie de actos y desde luego con un concierto en el Cervantes en el que se tenían en cuenta muchas cosas y buenas: la atención a los compositores malagueños con su presencia (estreno de Francisco José Martín Jaime con una obra encargo de la OFM, Fundación Autor y AEOS), solista de la propia Orquesta (la concertino Andrea Sestakova), la mejor música española (Manuel de Falla en el repertorio) y para terminar otra de vigencia universal cuyas connotaciones hispanas están claras como el propio autor (nuestro cercano Maurice Ravel).
Miedo produce cuando un compositor dice explícitamente que su obra «no es una música pensada para gustar, sino que es una composición pretendidamente filosófica». En esta ocasión las alarmas encendidas por Martín Jaime no se cumplieron. 'Graal' Op.49 reúne una serie de valores que sí tienen que gustar y gustaron. Se apreció además de esos valores el trabajo cuidado del maestro Edmon Colomer y de la Orquesta Filarmónica. Los repetidos aplausos del auditorio propiciaron la comparecencia en la escena de Martín Jaime, quien los compartió con los intérpretes.
Existe en el público cierta admiración por el virtuosismo que en las obras de Sarasate sobresale de la esencia musical. Temas líricos, brillantez, expresividad y el cúmulo de dificultades técnicas con una sumisión tonal absoluta. Andrea Sestakova en la 'Uomanza andaluza' y en los difíciles 'Aires gitanos' dio la talla como solista y expuso también su gusto interpretativo.
Que el maestro Colomer es un director con personalidad lo demostró en sus traducciones de Falla y Ravel con obras que encierran el peligro de «lo de siempre». Incluso desde la libertad del corno inglés en la farruca de 'El sombrero de tres picos' o la articulación rítmica del final de esa danza en su peligrosa conclusión y la conjunción emocionante, apasionada, de la jota que cierra la segunda suite, muy vibrante. El 'Bolero' de Ravel es más fácil de entender y sus valores de ritmo, color, sensualidad y explosión sonora son los que son. A buenos solistas y los hay en la OFM, buen 'Bolero'. Elogio general pormenorizado en los saludos finales como conclusión de un concierto que dejó contentos a todos. Como debe ser.
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