

Secciones
Servicios
Destacamos
ANTONIO JAVIER LÓPEZ ajlopez@diariosur.es
Martes, 11 de enero 2011, 11:53
Tiene la pose atildada de los caballeros antiguos, que no anticuados. Entre el patriarca y el dandi, Eugenio Chicano (Málaga, 1935) gasta voz de tenor y risa fácil. Ahora contempla, entre satisfecho y atónito, cómo da sus primeros pasos el 'Año Chicano', doce meses en los que instituciones públicas y privadas de la provincia repasan su trayectoria con motivo de su 75 cumpleaños.
-Algunos dan nombre a una calle o a una plaza, pero el suyo rubrica todo un año entero del calendario. ¿Son ganas de acaparar?
-(Ríe) Puede ser, puede ser... Para mí ha sido una gran sorpresa. Pero, sobre todo, lo insólito ha sido que la iniciativa parta de un grupo de amigos. Y eso en Málaga no se da demasiado; en particular, en el mundo de la pintura, que es más complicado. Todo comenzó como una especie de broma de estos amigos, que me dijeron que los actos con motivo de mi 75 aniversario iban a ser un ensayo para cuando celebrásemos mi centenario. Empezaron a llamar a instituciones y se encontraron con la sorpresa de que nadie les dijo que no.
-¿Y no le llega cierto tufillo a homenaje postrero?
-No, hombre, no... Cuando uno ya tiene cierta edad trata de olvidar que todo tiene un límite. Esto ha surgido de la amistad y lo que empezó como una broma se ha ido transformando en un programa muy completo y muy bien armado. Así que, de tufillo 'post morten', nada de nada.
-Entonces su problema no parece estar en elevar la edad de la jubilación a los 67 años.
-Ese problema lo superé hace mucho tiempo. Hay muchas posiciones artísticas diferentes y cada pintor elige la suya. Yo me fijo en Picasso. ¿Picasso se jubiló? No. Pues yo tampoco. A mí la palabra 'jubilar' no me huele bien. Prefiero estar en la brecha, tener el estudio abierto, el teléfono conectado, dar charlas, conferencias, organizar exposiciones... Lo puedo hacer, lo hago desde que tengo uso de razón.
-¿Y cómo nació esa vocación artística?
-Creo que se trata de una cuestión congénita a tu carácter. El deseo de expresarte, ya sea con la voz, con los amigos, en una reunión con una guitarra... cuando eres muchacho siempre hay una intención de expresarte, pero después, cuando ya me acerqué a la pintura a través de la acuarela, me cautivó el hecho de que en un papel normal y corriente unes un azul cobalto con un poco de blanco y te sale una ola, si lo abres un poco más te sale una nube y después hay un caballo que vuela y el monte te lo traes más adelante... Ese sortilegio que es la creación, a veces inconsciente, hasta que llegas a dominarla y a hacer con ella un hecho artístico potente... Eso te vuelve loco. No hablo de la 'Victoria de Samotracia' ni de un gran mural, sino del valor de las pequeñas cosas, de tu afán diario, del hecho de tener una idea propia... Eso es un don divino y humano que lo cultivas y que te hace sentir de maravilla. Ese mismo 'éxito' de saber traducir tus pensamientos en dibujos de una cierta calidad te vuelve loco. Te hace insistir e insistir hasta convertirlo en el punto central de tu existencia.
El salto a Italia
-¿Fue ese entusiasmo lo que mantuvo viva su vocación cuando daba sus primeros pasos artísticos durante los años de plomo de la posguerra?
-Lo pasé muy mal, muy mal. Yo era un niño de buena familia, pero cuando me independicé de mis padres me cortaron el sueldo. Recuerdo que tuve meses con altísimas dificultades, pero con unas cosas y otras ibas pagando las facturas, hasta que llegué a Italia. Allí la consideración de mi pintura fue espléndida, los precios subieron, tenía galería y ya hasta hoy no he tenido inconveniente. Le doy las gracias a la fe y a la insistencia de no dejarlo ni de rendirme al mercado. Jamás he pintado un cuadro comercial.
-Habla de su larga estancia en Italia. Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo recuerda aquellos años en Verona?
-Son momentos donde vas tocando poco a poco el refrendo de la gente, vas entrado en las galerías, los museos, las revistas especializadas. Los libros te reconocen como un puntal del pop art... Sería estúpido negar que todo eso te halaga muchísimo y te compensa todo lo malo vivido.
-¿Se ha sentido alguna vez un incomprendido?
-Muchas veces. Siempre he ido a la contra, mi pintura ha ido a contrapelo, no ha gustado hasta que entré en la edad madura. Al principio, cuando la gente veía mis cuadros hacía un mohín y pasé muy malos momentos. No se hace una idea de lo triste que es descolgar una exposición sin haber vendido un sólo cuadro.
-¿Y en qué momento sintió que la suerte cambiaba?
-Lo vas notando poco a poco. En el aire, en el ambiente, en las crónicas de los periódicos, en la acogida de la gente, en las invitaciones que vas recibiendo para participar en exposiciones colectivas, charlas o coloquios. Entonces vas notando que no estabas tan equivocado.
-¿Y alguna vez tuvo la tentación de tirar la toalla?
-¡Nunca, jamás! Siempre he tenido una gran fe en mi trabajo y en que algo pasaría.
-Regresó de Italia para capitanear la creación de la Fundación Picasso-Museo Casa Natal, que dirigió entre 1988 y 1999. ¿Qué le llevó a aceptar aquel reto?
-Fue una aventura apasionante, aunque al principio fue muy duro. Hicimos logros estrepitosos en muy poco tiempo. Picasso estaba muy mal visto por toda la propaganda que había hecho el franquismo contra él. Había que enseñar su obra y hacer que la gente se enamorara de ella. Estoy muy orgulloso de lo que conseguimos y creo que Picasso está en Málaga con un granito de arena que puso Chicano.
-Con todos esos granitos, a sus amigos les va a salir un centenario redondo.
-¡Seguro! Y cuando llegue, ¡nos iremos a celebrarlo!
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.