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JUAN JOSÉ SÁNCHEZ LUQUE
Sábado, 8 de enero 2011, 02:44
El Colegio de Médicos de Málaga lanzó recientemente la campaña publicitaria con el lema 'Por ti, por ellos, confía', cuya pieza clave es un alegato al valor de la confianza como elemento determinante en la relación médico-paciente.
A pesar de la magnífica acogida que esta campaña ha tenido entre el colectivo médico y entre los ciudadanos, nos ha hecho cuestionarnos algunas cosas, como plantearnos si la confianza está necesitada de promociones y marketing.
La confianza es un elemento esencial en las relaciones humanas. Necesitamos sentir esa confianza que nos permite abrirnos e interconectar con otras personas de nuestro entorno más o menos próximo. Todos hemos experimentado cómo ante la falta o pérdida de confianza nos cerramos en nosotros mismos, perdemos toda nuestra capacidad de recepción y transmisión y nuestras relaciones se abocan con más facilidad al fracaso.
El mismo esquema se reproduce en nuestras relaciones laborales y en el ejercicio de algunas profesiones determinadas de una manera mucho más intensa aún. No concebimos una relación de un cliente con su abogado, su arquitecto o su farmacéutico que adolezca de un componente de confianza mutua. Este componente llega a adquirir el estatus de valor, cuya presencia se hace imprescindible cuando se trata de la relación médico paciente. Como ha manifestado la Organización Médica Colegial, la confianza que se establece entre el médico y el paciente es consustancial y necesaria para la efectividad del acto médico. Es imposible que ninguna exploración minuciosa ni la relación más completa de pruebas diagnósticas puedan sustituir la información obtenida del paciente en un marco de confianza mutua.
¿Y cómo siendo la confianza en la relación médico-paciente un valor tan importante hemos dado lugar a un deterioro de la misma, como el producido en los últimos tiempos? Cómo hemos permitido, nos hemos permitido, que la duda (pues al fin y al cabo eso es la falta de confianza) mine una relación tan importante y tan vital como la que mantenemos con nuestro médico.
No puede negarse que las condiciones sociales han evolucionado y cambiado muy rápidamente y que esos cambios han forzado a una adaptación de esa relación médico paciente a las mismas, pero pese a todos los cambios, la confianza sigue manteniéndose como valor inalterablemente necesario.
Se está conformando una nueva realidad de la profesión médica marcada por el eje central del protagonismo del paciente y su autonomía de decisión. Nuevas necesidades asociadas a un aumento en nuestra esperanza de vida junto con una limitación de recursos dada la inversión de la pirámide demográfica. Día a día se modifica el perfil de la profesión médica con una creciente feminización con lo que se modifica la tradicional asignación de roles profesionales sanitarios asociados al género. Los profesionales se enfrentan a una serie de retos que les demandan la máxima capacitación técnica y humana. Pero a pesar de todo ello, para el médico contar con la confianza de su paciente sigue siendo fundamental y una de sus mejores herramientas.
Pero ocurre que en muchas ocasiones debilitamos esa confianza injustamente cuando excedemos de una crítica racional y destacamos desmedidamente lo excepcional, el caso negativo, el error médico o el mal funcionamiento del sistema, sobre lo normal, la enorme dedicación, los éxitos y el correcto funcionamiento en la asistencia médica que recibe el ciudadano. La deterioramos cuando se fomentan en exceso la expectativas científicas respecto a la realidad de la medicina como ciencia no exacta en la que las estadísticas y porcentajes pierden todo su sentido ante el peso de la realidad de cada enfermo. Se debilita cuando se trafica con la idea de una medicina a la carta y todocomplaciente que hace que las expectativas del ciudadano choquen con la realidad del sistema sanitario.
Sí, quizá como respuesta a la pregunta que al principio nos planteábamos se haya de promocionar la confianza, se haya de recordar que el profesional médico se mueve por una vocación de servicio y con una preparación que le capacita para tender esa mano en ayuda y alivio de muchos momentos críticos y que el enfermo es una persona que ha perdido su salud y debe entregarse con un cierto grado de confianza. Quizá haya llegado el momento de darnos cuenta de que con el deterioro de ésta, la relación médico paciente se verá ostensiblemente mermada con el perjuicio evidente de todos. Como dice nuestro eslogan de campaña 'Por ti, por ellos, confía'.
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