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MONTSE MARTÍN montsemartín@diariosur.es
Sábado, 8 de enero 2011, 10:57
Todo lo que huele mal en Marbella tiene el sello de Jesús Gil. Nadie sabe nada y si alguien tuvo la culpa de todo lo sucedido desde 1991 en el municipio fue quien hoy ya no puede hablar. La mayoría de las personas que han declarado, bien como acusados, bien como testigos, en los juicios por el 'caso Minutas' y 'Malaya' siguen prácticamente idéntica estrategia: sufren un repentino ataque de amnesia y/o se sacuden cualquier tipo de responsabilidad para hacerla recaer en exclusiva sobre el fallecido Jesús Gil.
Ayer no fue una excepción. La reanudación de la vista del 'caso Minutas' -que juzga los encargos que el Ayuntamiento de Marbella hizo al abogado sevillano José María del Nido con el cobro por parte de éste de minutas millonarias- no deparó sorpresas. Ante el tribunal comparecieron en calidad de testigos la exportavoz socialista Isabel García Marcos y la exalcaldesa Marisol Yagüe, ambas procesadas también en el 'caso Malaya'. La primera aportó la culpa, la segunda la amnesia.
«Gil hacía uso y abuso del poder y dirigía con mando a distancia el Ayuntamiento; no lo pisaba, pero su poder se notaba», aseguró García Marcos. La exportavoz de la oposición, que se sumó en 2003 a la moción de censura que desbancó de la Alcaldía a Julián Muñoz y que la convirtió en primera teniente de alcalde con los concejales gilistas, dijo que se enteró «en los pasillos» de que Del Nido trabajaba para el Ayuntamiento de Marbella y que el abogado sevillano «se convirtió en el hombre de confianza» de Jesús Gil, y en el «sustituto» del letrado José Luis Sierra.
García Marcos añadió que los miembros de la oposición carecían de información sobre las empresas municipales, mediante las cuales se pagaron minutas a Del Nido. Sobre la fiscalización del Tribunal de Cuentas, explicó que «teníamos una información restringida y nos enteramos porque trascendió a la opinión pública». «Hubo una batalla campal para saber lo que ocurría con la fiscalización porque las alegaciones del Ayuntamiento se encargaban a asesores externos. Gil tenía una obsesión por la opacidad, quizás para ocultar lo que estaba ocurriendo», añadió.
El cisma de Muñoz
Definió como buena y, sobre todo, estrecha la relación entre Del Nido y Gil, al revelar que ambos se reunían en una sala anexa al salón de plenos mientras se celebraban las sesiones, casi siempre presididas por los alcaldes accidentales, ya que «en 15 años, Gil habrá presidido solo cuatro o cinco plenos», precisó.
La exportavoz admitió que denunció en los medios de comunicación pagos millonarios a letrados durante la etapa de Gil y su contratación opaca y que la información la sacó de las cuentas generales del Ayuntamiento. Preguntada por si Del Nido era el que más cobraba respondió: «Tenía la impresión de que sí».
Sobre Muñoz dijo que «provocó un cisma», al dedicarse «a otras actividades que no eran políticas», aunque de alguna forma lo excusó: «Julián tenía los 'dejes' de Jesús Gil, que fue su único maestro en política. Muñoz nunca vivió una corporación democrática», apostilló.
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