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Un suelo de amebas y columnas estucadas dan la bienvenida al visitante en el Hotel Pez Espada de Torremolinos. :: ANTONIO SALAS
La arquitectura relajada de la Costa
CULTURA

La arquitectura relajada de la Costa

Liberada del peso de la tradición y necesitada de promoción internacional, la Costa del Sol vio nacer una arquitectura desenfadada y ecléctica: el estilo del relax

ANTONIO JAVIER LÓPEZ ajlopez@diariosur.es

Domingo, 19 de diciembre 2010, 12:11

Pare un segundo. Tome aliento y mire hacia arriba. Como si fuera un turista. Quizá descubra una pequeña maravilla. Una joya entre los bloques de cemento. Algo nuevo en el paisaje conducido, caminado cada día. Todos los días. Fíjese, por ejemplo, en la cubierta del auditorio Eduardo Ocón del Paseo del Parque; en la pérgola en forma de concha que guarece a la gasolinera Alaska de la Carretera de Cádiz; en el suelo de amebas del Hotel Pez Espada en Torremolinos... ¿No son hermosos?

Se trata de «elegir en el caos». La expresión es de Diego Santos, que a mediados de los 80 realizó ese ejercicio, tomando como eje la carretera nacional 340. Se pateó la Costa del Sol en busca de edificios singulares dedicados al ocio. Construcciones realizadas entre 1920 y 1970. Luego le acompañó el fotógrafo Carlos Canal, que captó en imágenes ese catálogo insólito. Le mostraron el proyecto al recordado Juan Antonio Ramírez y el intelectual malagueño alumbró el término. Nacía «el estilo del relax».

Fue el título del libro editado por el Colegio de Arquitectos en 1987. Entonces, a Diego Santos le quedó la sensación de que el trabajo no había terminado. Demasiados ejemplos en el tintero. Y se puso manos a la obra. Como entonces, contó con la colaboración de la gestora cultural y profesora de la UMA Tecla Lumbreras. Carlos Canal volvió a coger su cámara. La relación creció hasta las 90 referencias. Buscaron apoyo para retomar aquella aventura. La travesía ha durado más de veinte años. Y ahora, el Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) edita 'El relax expandido' y recupera 'El estilo del relax' en un libro que es una caja que es una obra de arte que es un 'ready made' al estilo de Duchamp.

El consumidor, encantado

Pero volvamos al principio. ¿Qué es el estilo del relax? Esto escribía Juan Antonio Ramírez: «El estilo del relax no es programático, carece de un corpus teórico sólido que lo respalde. Detrás de él no hay diseñadores intelectualizados ni críticos con visiones amplias de la realidad social y cultural. Es un estilo 'ad hoc', espontáneo, sincrético. Copia y saquea sin escrúpulos (...) Su aspiración es dejar encantado al consumidor, sacarle de esa vaga sensación filistea inherente a las formas tradicionales».

Así que el estilo del relax se define por su propia incapacidad para definirse. O al menos para limitarse a un enunciado plano y cerrado. Y sin embargo resulta identificable. Eso sí, requiere una mirada capaz de separar el grano de la belleza del polvo enladrillado. Distinguir la horterada de la excentricidad. Cuestión de medida, tan carente en demasiados puntos del paisaje urbano de la Costa del Sol. Pero hay edificios dignos de salvarse de la quema del prejuicio.

«Queríamos hacer una selección arquitectónica de una época poco valorada y que se protegieran espacios que corrían el riesgo de perderse», recuerda Santos. Llegaron tarde para el 'camping' de Marbella o el Hotel Mare Nostrum, pero salvaron el Colegio de Huérfanos Ferroviaros de Torremolinos o el antiguo mercado de mayoristas de la capital. Los dos se han convertido en sendos centros culturales.

Ambos casos -junto al desaparecido Málaga Cinema- abren el recorrido cronológico por el estilo del relax. Precursores construidos en los años 20 y 30, entre el racionalismo y el art decó. Antecedentes a los que la profesora de la UMA Maite Méndez añade en 'El relax expandido' ejemplos como los edificios de viviendas de la calle Císter, 19 (frente al palacio de la Aduana) y de la calle Cisneros, 6 (conocido como 'La Pajarita').

Eso sí, para Diego Santos, el mejor ejemplo de la arquitectura racionalista en Málaga hay que buscarlo detrás del seto que bordea el aeropuerto militar de la capital. Allí se levanta la sobria torre de control diseñada por Luis Gutiérrez Soto, autor también del edificio del CAC.

Pero la tónica general del estilo del relax anda más desenvuelta. Desinhibida. Incluso un poco loca. Turno para Diego Santos: «Hablamos de una arquitectura dedicada al ocio, por eso es tan divertida. Además, se trata de un fenómeno específico de la Costa del Sol y se da sólo aquí por varios motivos. Primero, porque el peso de la tradición no es tan fuerte como en ciudades como Granada, Córdoba o Sevilla. Y segundo, porque la Costa tenía la necesidad hacer propuestas llamativas para 'venderse' en el incipiente mercado del turismo internacional».

Y aquí la glosa académica, siempre esclarecedora, de Juan Antonio Ramírez: «El estilo del relax constituye el primer intento sistemático de dar expresión visual al modo de vida optimista y relajado del turismo estacional». Por eso sus manifestaciones más llamativas tienen la forma de algunos hoteles levantados durante la época dorada de la Costa del Sol.

Esto es Hollywood

Ahí está el fascinante Hotel Miami, decorado a mediados de los 50 por Manuel Blasco, a la sazón primo de Picasso. A él se debe la mezcla de folclorismo, surrealismo y ramalazos kitsch que sumerge al visitante en una especie de túnel del tiempo. «Recuerda a las mansiones de Los Ángeles, sería algo así como Andalucía vista por Hollywood», remata Diego Santos. Además, el Hotel Miami representa el «regionalismo mítico» al que también responden el Mercado de Salamanca (en el barrio de El Molinillo de la capital) o el Castillo de Santa Catalina en El Limonar.

Más contenidos surgen los edificios del estilo internacional. La Equitativa, la urbanización Playamar o el Hotel Pez Espada responden a este modelo, si bien este último se transforma en un interior lleno de sorpresas: pomos con caracolas, columnas estucadas que parecen de mármol y un suelo de amebas que recuerda a Niemeyer, Le Corbusier o Matisse.

Y hay más. Mucho más. Iglesias, residencias privadas, lugares para el esparcimiento... Todo eso, junto a los personajes que pasaron por aquella Costa del Sol pop y ye-yé, podría registrarse en un centro que además velara por la conservación de ese patrimonio urbano, histórico y sentimental. Es el sueño de Diego Santos y su equipo. El Museo del Relax. Suena bien.

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