Secciones
Servicios
Destacamos
UNA ENTREVISTA DE M. EUGENIA MERELO
Domingo, 12 de diciembre 2010, 02:40
Alta y elegante. El parecido con su prima la Reina Sofía de España es indiscutible. Recorre como si fuesen su casa los salones y los jardines del Marbella Club, un referente mundial del lujo ideado en cada detalle por el príncipe Alfonso de Hohenlohe. En realidad es la segunda residencia de la princesa María Luisa de Prusia desde hace 40 años. Su marido, el conde Rudi, lleva vinculado todos esos años al pulmón hotelero y social de la Milla de Oro. La suya ha sido una vida perfecta de aristócrata, dedicada a su familia y a la solidaridad. Asegura que en Marbella se han visto muchas cosas. «Pero tengo la suerte de mirarlo todo como un teatro. No me identifico con ellos. Me retiro a mi casa, que es donde está mi vida».
-Emperadores y reinas. ¿Por dónde transcurre exactamente el mapa de su linaje?
-Mi bisabuelo fue el último emperador de Alemania, Guillermo II. Él tenía seis hijos y una hija. La única hija era la abuela de la Reina Sofía de España. Mi abuelo Alberto, era el tercer hijo de Guillermo. La abuela de la reina y mi abuelo eran hermanos. Por eso somos primas. Eso por parte de mi padre. Mi madre era la condesa Hoyos. Tengo algunas gotitas españolas porque lo Hoyos salieron de Burgos con Carlos V y se marcharon a Austria.
-¿Es cierto que el amor le trajo a Marbella?
-Siempre había oído hablar de Marbella. Pero entre nuestras familias se pensaba que la gente en Marbella tenía una vida fácil, no muy seria. Como en el libro 'Hijos de Torremolinos', de James Michener. Nunca pensaba venir aquí solita. Pero conocí a mi marido en Somalia. Yo soy enfermera de niños. Trabajé en distintos hospitales, siempre con niños. El hermano mayor de mi marido me escribió una carta desde Somalia para ver si yo podía ir por tres meses y ayudar a su mujer, que estaba esperando su cuarto hijo.
-Y allí estaba su marido.
- Mi marido estaba en un safari en Kenia con clientes del Marbella Club que le habían invitado. Y viajó a Somalia para ver a su hermano. Yo estaba en el único cuarto de huéspedes. Me dijeron que debía irme porque llegaba él. Yo estaba bastante furiosa con Rudi porque me gustó mucho Somalia y el trabajo allí, y quería quedarme más tiempo. Nos cruzamos en el aeropuerto de Mogadiscio y nos saludamos. Yo me subí llorando al avión.
-¿Y el flechazo?
-En realidad nos conocíamos de antes, porque también somos familia. Su abuela y mi bisabuela eran hermanas. Para mí siempre fue tío Rudi. Habíamos coincidido en alguna boda. Después del encuentro en Somalia empezó a interesase por mí. Yo no entendía muy bien lo que estaba pasando. Pero al final consiguió que yo me enamorase de él. Alfonso de Hohenlohe nos organizó en el Marbella Club una gran fiesta de compromiso que duró una semana. Fue fantástico.
-¿Cómo era su vida de recién casada en Marbella?
-Él trabajaba mucho. Yo estaba tratando de aprender español y llevaba la casa. Pero me faltaba algo más. Fui a ver al sacerdote don Rodrigo, que con el alcalde Paco Cantos eran los importantes de Marbella y llevaban la ciudad. Le pregunté si podía ayudar en algo, que me gustaría hacer algo con niños. Me dijo que me centrase antes en mi marido y en hacer mi vida aquí. Ya vendría algo. Y vino después.
-¿Qué vino?
-Vino Unicef. Carmen Darna, que trabajaba para Unicef, llegó con una caja de tarjetas y me pidió que las vendiera. Aquí apenas se sabía de Unicef y empecé vendiendo tarjetas. Trabajé como presidenta con el equipo 20 años. Vendimos tantas que vinieron desde Ginebra porque les parecía imposible que en un pequeño pueblo, con tan poca gente, se comprasen tantas tarjetas. Luego mis hijos llegaron a una edad en la que me necesitaban más. Me decían: mami, tú siempre estás con el teléfono y no tienes tiempo. Dejé Unicef y me concentré en mis hijos unos años.
-Pero retomó el trabajo solidario.
-Con Chelo Más, que hoy es vicepresidenta y alma de Concordia. Ella es enfermera y sabía del problema del sida. Me habló de la enfermedad. Y me pidió ayuda para abrir algunas puertas. Ayuda para los enfermos que sufren muchísimo, no solo por la enfermedad, también por el rechazo de la sociedad.
-¿Todavía hay que hablar de rechazo?
-Creo que sí. Aquí hemos tenido problemas y más problemas. Nos han echado de algunos sitios y hemos tenido manifestación tras manifestación contra nosotros. Incluso, cuando hemos arreglado el nuevo centro, los vecinos que no querían que estuviésemos allí nos tiraban piedras.
-Pero el sida es una mala lotería que le puede tocar a muchos.
-Exactamente. A todos. Porque no sabemos qué hace nuestro marido cuando está de viajes de negocios. Puede tener una noche de locura y vuelve a casa y te contagia. O una mujer que hace algo que no debía hacer y vuelve a casa y contagia al marido. No son solo los drogadictos y los homosexuales. Hoy en día mucha gente se contagia por el sexo. Yo propongo siempre, y todo el mundo se ríe, la abstinencia. Y si alguien quiere pecar, que use el preservativo.
-La solidaridad, ¿el mejor trabajo de su vida?
-Creo que sí. Yo no podría vivir aquí jugando al gol, de cóctel en cóctel. Ni pasarme todo el verano debajo de una palmera. Esa no es mi vida. Mi vida es ayudar.
-Y el día a día de una princesa, ¿ en que se diferencia al de cualquier persona?
-La gente cree que una princesa vive de manera diferente o piensa de manera diferente. Pero tenemos los mismos problemas, vamos al súper y tratamos de no gastar demasiado dinero en ropa. Vivimos como todo el mundo.
-Y la vida, ¿le resulta más fácil?
-Por un lado, quizás es fácil, pero por otro es más complicada. Por un lado, cuando trabajas y tienes un título puedes conseguir más que otras personas. Creo que eso debe aprovecharse y yo quizás me esté aprovechando demasiado para sacar cosas para los demás con mi nombre. Pero también hay muchas obligaciones. Aquí, en el Marbella Club, tengo que estar con mi marido siempre que viene gente importante.
-El príncipe Felipe se casó con Letizia. El príncipe Guillermo se va a a casar con Kate. La aristocracia, ¿está aburrida de ella misma?
-Yo creo que las princesas tienen más miedo, porque saben lo que significa ser reinas. Pero las otras no, ellas todavía tienen la ilusión de ser princesas y reinas. Las princesas saben lo que significa y dicen: esto no. Saben que no tienes ni un segundo en la vida para tí.
-Y la vida en los palacios, ¿es tan rígida como parece?
-Quizás, dentro de los palacios es más normal. Pero cuando sales del palacio es muy rígida. La prensa está en cada rincón. Hay muy poca vida privada. Es muy difícil; muy duro.
-Las fiestas de Marbella, ¿ son tan divertidas como cuentan las revistas del corazón?
-Hay muchas menos fiestas. Hay algunas que son benéficas y en donde puedes ver a buena gente. Desgraciadamente, hoy en día no te dan nada gratis. Tu debes dar siempre algo para que otros te den. Una mano lava a la otra. Entonces hay que organizar estas fiestas para que la gente se anime a venir, que lo pase bien y vuelva el año que viene. Para nosotros es mucho trabajo organizarlas. Vivimos de ese dinero. Porque el Estado no nos da nada, y el Ayuntamiento, poco.
-Ponerse un traje de Dior para divertirse y ayudar a los demás, ¿no tiene algo de incoherencia?
-No, porque nosotros sacamos dinero para Concordia. Las tiendas de Marbella venden los vestidos y las boutiques emplean a la gente para vender esos vestidos. Ya me pasó, con Cruz Roja, que decían que cómo se pueden divertir los ricos en nombre de la asociación benéfica. Dijeron que había que hacer algo más popular. Lo hicimos y no se ganó nada. Si en una gala se gana dinero, ¿por qué no comprarse un vestido bonito, ir a la peluquería y ponerte una joya?
-Cuando era pequeña, ¿soñaba con un príncipe azul?
-Soñaba con casarme con alguien que tuviese una casa en el campo con muchos bosques. Me gusta mucho la naturaleza. Y mi padre, que le gustaba mucho la caza, siempre me decía: a ver si te casas con alguien que tenga un gran bosque para que yo pueda ir a cazar. Al final fue todo al revés.
-Entonces, ¿los príncipes azules no existen?
-No, estoy segura. No existen.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.