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J. J. BUIZA
Domingo, 3 de octubre 2010, 03:44
¿Qué tiene de especial un plato hecho a base de patatas, tomate, pimiento y cebolla para que miles de personas esperen largas colas para probarlo? Probablemente, sólo la gente de Álora conoce el secreto, pues en tan sólo ocho años han sabido convertir lo que antes era el típico plato campensino en un nuevo manjar que atrae a visitantes de todas partes. Así volvió a suceder ayer, en la octava edición del Día de las Sopas Perotas, un evento convertido ya en un clásico del calendario festivo en la provincia en otoño merced a la excelente promoción de sus organizadores.
Presentaciones, programas especiales, cuñas publicitarias y numerosos artículos y reportajes han ejercido de magnífico altavoz de una fiesta que es mucho más que un rancho del siglo XIX. Al reparto gratuito de la sopa se suma una oferta turística de primer orden, con visitas guiadas al castillo y otros monumentos, actuaciones musicales, actividades infantiles, talleres y un mercadillo con más de 50 expositores de productos gastronómicos y artesanales.
Visto ayer el bullicio de vecinos y visitantes que se arremolinaban en la plaza Baja para conseguir una ración de sopa perota, pocos dirían que hace unos años esa receta era prácticamente un plato de pobres, hecho a base de lo que crecía en la tierra para llenar los estómagos de los trabajadores del campo. «Esto aquí se ha comido siempre; es algo muy socorrido porque se hace con alimentos que todo el mundo tiene en sus casas y, además, 'harta'», afirma Francisco López, vecino del pueblo.
Con todo, ni a él ni a los demás perotes les sorprende que esta fiesta haya conseguido atraer a numerosos vecinos de Málaga y de otros municipios sólo para probar un guiso tan sencillo. «Es fácil, pero hay que saber hacerlo», espeta Francisco. Una vez más, la elaboración y el reparto de las raciones corrió a cargo del personal de la venta Los Conejitos, uno de los restaurantes más prestigiosos de la comarca y que hace unos años ideó su propia versión de la sopa perota y la incorporó a su carta para paladares más exquisitos.
Eso sí, la que sirvieron ayer fue la sopa clásica, aunque como novedad incorporaron un preparado especial sin gluten para los celíacos que visitaron la localidad. «Todo el mundo tiene derecho a probarla», afirmaban los cocineros. Junto a los platos, se repartieron también las flamantes aceitunas de la variedad manzanilla aloreña, la única con denominación de origen de toda España.
Diversión y espectáculo
Con un calor más propio del mes de agosto, la celebración se prolongó hasta bien entrada la tarde, amenizada por las pandas de verdiales y espectáculos de flamenco, todo en la línea de años anteriores con el objetivo de garantizar la diversión más allá de la gula. El reto organizativo también se volvió a saldar con éxito, ya que se habilitaron autobuses gratuitos desde la estación de tren y desde la explanada de la entrada al pueblo, donde se acondicionó un aparcamiento para los vehículos de los visitantes.
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