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AMANDA SALAZAR asalazar@diariosur.es
Domingo, 5 de septiembre 2010, 03:56
El ecologismo ha ido calando poco a poco en las sociedades avanzadas. La sostenibilidad no sólo se traduce en fomentar las energías renovables, la reducción de emisiones contaminantes o la protección de la fauna y la flora, sino que ha entrado de lleno en la rutina diaria de sus ciudadanos, desde el reciclaje a la cosmética o la gastronomía.
El aumento de la esperanza de vida ha provocado una mayor preocupación por los productos que consumimos. Ya no se trata solo de vivir más, sino mejor. Y para ello, la alimentación juega un papel fundamental. Por eso, cada vez más consumidores demandan un tipo de alimentación más saludable, es decir, con menos productos químicos, al mismo tiempo que minimizan su huella en el entorno. Alrededor de estas nuevas actitudes han surgido nuevas posibilidades de negocio que empiezan a florecer en la provincia.
La alimentación ecológica gana adeptos en el campo y en la mesa. En agricultura, la superficie destinada a la producción ecológica en la provincia creció en 2009 a pesar de la crisis, según los últimos datos publicados por la Consejería de Agricultura y Pesca. Málaga cuenta con 29.179,48 hectáreas dedicadas a estas explotaciones, un 2% más que en el ejercicio anterior.
Unas cifras que demuestran el incipiente interés en todo el campo andaluz que, con 886.799 hectáreas, concentra casi el 60% de la superficie destinada a estos cultivos en España. El sector genera en la Comunidad más de 165 millones de euros al año y supone ya el 12% del empleo relacionado con el medio ambiente, según explica José Luis García Melgarejo, director del Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), principal organismo certificador de alimentos ecológicos.
Cambios en la agricultura
Pese a todo, Málaga se encuentra a la cola en el número de hectáreas ecológicas en Andalucía teniendo en cuenta las extensiones de Huelva, Jaén y Cádiz, donde alcanzan respectivamente 176.000, 173.000 y 132.000 hectáreas. Una diferencia importante que, según Luis Méndez, responsable de cultivos ecológicos de la Asociación de Jóvenes Agricultores de Málaga (ASAJA), se debe a la propia orografía del terreno -con zonas de montaña- y a las características de las explotaciones, habitualmente formadas por pequeños agricultores en minifundios.
Cifras aparte, desde CAAE, ASAJA y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) constatan que el interés por este tipo de producción va en aumento. En ASAJA, 200 de las 9.000 solicitudes de asesoramiento recibidas el pasado año, eran en ecológico. «Es una buena noticia en plena crisis porque las plantaciones ecológicas precisan de media un 20% más de mano de obra debido a que usan medios más manuales, con lo que están dinamizando la economía rural frente a la caída de producciones convencionales», indica García Melgarejo. En parte, ese interés se debe a las ayudas que recibe el sector, fruto del interés de la Unión Europea por potenciar estas actividades. Pero también supone una alternativa diferenciadora para hacer frente a la crisis endémica del campo.
«Con la agricultura sostenible, al agricultor se le abren nuevos mercados y aumenta el valor añadido del producto», indica Luis Méndez, que recuerda que los precios de los productos ecológicos son menos fluctuantes. Además, ofrecen un margen de beneficio más justo para el campesino en unos tiempos en los que, en la agricultura convencional, muchos labriegos prefieren dejar la fruta en los árboles porque lo que se les paga en algunas campañas no compensa el coste de la recogida, mientras que en el mercado los consumidores compran los productos a precio de oro.
En la provincia, se mantienen a la cabeza las plantaciones ecológicas de frutos secos, con 1.663 hectáreas, y el olivar, con 1.365. Además, empiezan a incorporarse los cítricos, con 679,24 hectáreas. Por su parte, Málaga lidera en Europa la superficie de subtropicales ecológicos con 392 hectáreas de mangos y aguacates.
Cosechas como las de antes
Para cultivar en ecológico, el productor debe cambiar por completo su forma de ver el campo. Nada de pesticidas, herbicidas o abonos artificiales. El laboreo debe ser racionalizado y no depende tanto de la demanda, sino de los tiempos adecuados de plantación, atendiendo a la incidencia de plagas o enfermedades. El resultado es que, al respetar los tiempos de maduración, concentran más nutrientes y sabor.
«Se trata de cultivar como lo hacían nuestros abuelos, pero con las tecnologías de ahora», resume Miguel Gámiz, el único en Málaga que cuenta con un invernadero ecológico en el que produce 200.000 kilos al año de pepino holandés y tomates cherry. Para Gámiz, lo sostenible no está reñido con la modernidad, y emplea riego por ordenador o los plásticos para proteger sus frutos.
Lo que falta de explotaciones, sobra en ideas emprendedoras. La provincia concentra el 15% de la industria ligada a la agricultura ecológica con 94 empresas, y se sitúa en tercera posición en Andalucía, según CAAE. En 2009, se crearon 28 nuevos negocios relacionados.
Málaga destaca, por ejemplo, en la elaboración de panes ecológicos y pastas alimentarias con 16 empresas en total. Lo mismo ocurre con las bodegas ecológicas, que ganan un espacio diferenciado gracias al sabor de sus vinos. Federico Schatz lleva más de 25 años elaborando caldos con esta filosofía. Ahora mismo, está en plena vendimia en su finca, La Sanguijuela, situada en Ronda. «La diferencia es que es un vino más aromático, muy diferente y más saludable», indica este bodeguero que produce 5.000 botellas al año.
También la industria hortofrutícola está ganando posiciones en la provincia. La empresa nerjeña Balcón de Europa fue una de las primeras en introducirse en este campo. Ahora, exportan tomates, pepinos, pimientos, berenjenas, boniatos, calabacín, tomates cherry y mangos y acaban de abrir su primera tienda de venta directa al público en Nerja.
Aunque la mayoría de las experiencias ecológicas se realizan en el sector de la agricultura y la industria alimentaria, la ganadería y la apicultura también dan los primeros pasos hacia la reconversión. En apicultura, todavía son pocas las experiencias ecológicas en la provincia. «Para que una colmena sea ecológica, debe estar a un kilómetro de carreteras, casas y campos convencionales, y, por supuesto, en un terreno donde no se usen productos químicos», dice Francisco Aguilar Ramírez, de Alcaucín, uno de los dos únicos abejeros que han solicitado en Málaga la certificación CAAE.
En el ganado, la provincia cuenta con 2.199 cabezas de caprino, 13,576 de ovino y 1.279 de vacuno para carne. También con 241 cabezas de caprino de leche para la elaboración de quesos. La característica fundamental de este sector es que los animales pastan al aire libre y no consumen piensos que habitualmente les hacen engordar antes. Aunque la ganadería está encontrando más problemas para hallar compradores debido a la falta de mercado local y a una salida menor en exportación. Así lo confirma Inmaculada Gil, productora de cordero ecológico en Ronda. «Hemos hecho una gran inversión para convertirnos y ahora estamos vendiendo nuestro producto de más calidad al mismo precio de la carne convencional porque no hay dónde colocarla», se lamenta. Y es que no es oro todo lo sostenible. Aunque parece que el campo apuesta por lo verde, todavía quedan muchos escollos que salvar. Un proceso que merece la pena para ganar en salud y en responsabilidad.
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