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Multitud. Las calles del recinto ferial han presentado un espectacular ambiente cada noche . :: ÁLVARO CABRERA
El real encara la recta final
LA CRÓNICA

El real encara la recta final

Los siete días de fiesta pasan factura y los visitantes se fueron temprano

LEANDRO PAVÓN

Sábado, 21 de agosto 2010, 14:24

La feria entra en su recta final. Tras siete días en los que ha habido tiempo para el calor, la lluvia y, sobre todo, mucha fiesta, a los malagueños parece que aún les queda cuerda para seguir dando el do de pecho hasta esta noche. Ése era al menos el ambiente que se respiraba el jueves en el Cortijo de Torres.

La festividad del día hizo que desde muy temprano los padres llevaran a sus hijos a las atracciones y a las casetas, pero con una hora de regreso temprana porque los pequeños no tienen tanto aguante. A las 22.00 horas, las casetas albergaban a multitud de gente, pero a las tres de la madrugada, las calles pintaban vacías.

Los niños desde que pisan el recinto ferial tienen entre ceja y ceja los cacharritos, pero antes viene bien comer algo y los puestos de comida abundan por todo el real. Hay quien elige comer dentro de una caseta la clásica tortilla de patatas o el plato de jamón y queso, pero la comida rápida se suele imponer entre los más jóvenes.

Cada pocos pasos se pueden encontrar desde camperos a patatas asadas o 'kebabs', y casi siempre, con colas para pedir la comida. «Esta es la única época del año en que me como una patata asada. Es que me sabe a feria» decía Manuel Medina, un padre que iba con sus tres hijos y su mujer paseando por las calles del real con la comida entre manos.

Tras llenar el estómago, los caminos se dividen. Hay quien decide irse a las casetas a bailar o a escuchar a las bandas que allí tocan. Otros optan por irse a las atracciones, donde las luces de colores atraen al gentío. Eligieran cualquiera de las dos opciones, la hora de recogida de los visitantes fue más bien temprana.

Síntomas de cansancio

El cansancio se podía ver en la cara de los niños, que a las una de la madrugada no daban más y caían sobre los brazos de sus padres. «Estoy intentando conseguirle un Bob Esponja a mi hijo, pero el pobre no aguanta más despierto. Así que tendré que intentarlo mañana» decía Fernando Montero, que se encontraba tirando dardos en una de los puestos.

La Feria de Málaga apunta a su fin, pero aún queda margen para disfrutar.

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