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Ambiente. La calle Larios, epicentro de la feria del centro, se convierte cada día en una improvisada pista de baile. :: ÁLVARO CABRERA
Mucho baile y mucha familia para disfrutar del Centro
LA CRÓNICA de la feria de día

Mucho baile y mucha familia para disfrutar del Centro

Padres e hijos disfrutan del cante y del baile mientras los turistas aprenden a disfrutar de la fiesta a través de los verdiales y los trajes de gitana

LEANDRO PAVÓN

Viernes, 20 de agosto 2010, 14:16

Hoy y mañana. Dos días quedan para que la feria toque a su fin de forma oficial, y los malagueños lo saben. Por eso, en la jornada de ayer aprovecharon la festividad para lanzarse a la calle. Eso sí, la mañana fue más familiar que días atrás, ya que los padres aprovecharon la jornada festiva para llevar a los más pequeños a que conozcan su feria.

Los carritos de bebé abundaban por la calle Larios, epicentro de la celebración, y se podían ver a niños encima de los hombros de sus padres, sorprendidos al observar a los artistas callejeros que hacían sus espectáculos en mitad de la vía.

«A mí de pequeño me encantaba la feria de día y ahora quiero enseñarle a mis hijos por qué disfrutaba tanto» comentaba Alfredo Llorente, un malagueño que paseaba junto a su mujer y sus dos niños por la plaza de la Constitución.

Las calles no estaban vacías, pero el ambiente no era como el de otros años en un día festivo. Tras la lluvia caída en la noche anterior, se esperaba que los que volvieron pronto del real fueran al Centro para aprovechar la fiesta como hizo Jacinto Montes: «Ayer, como empezó a llover, mis amigos y yo nos fuimos para casa ya que pensamos en seguir la fiesta hoy, si el tiempo nos lo permitía», explicaba con su vaso de Cartojal en la mano.

En una de las calles adyacentes a la de Larios se reunían 12 personas en una mesa. Era la familia Blanco, que se sentaba a llenar el estómago con un poco de jamón y queso. «Todos los años nos juntamos los días 15 ó 19 para disfrutar de la feria toda la familia, ya que ninguno tiene que ir a trabajar», decía Faustino, uno de sus miembros.

A las 13.35 horas, los miembros de la caravana de coches antiguos del Museo Automovilístico de Málaga hacían una parada en la plaza de la Marina tras su recorrido desde la antigua Tabacalera para promocionar la candidatura de Málaga a la Capitalidad Europea de la Cultura en 2016, protagonista este año de multitud de referencias tanto en la feria del centro como en la del Cortijo de Torres.

Trajes de flamenca

Ayer era el día para que los trajes de flamenca que las madres tenían comprado desde hace meses dejaran su sitio en el armario para enfundárselo a sus hijas. «Mis amigas del colegio siempre van vestidas así a la feria y yo quería probar este año» decía Jessica, de diez años, que lucía un vestido rojo con lunares blancos.

Los niños también aprendían cómo es esta fiesta en el Paseo del Parque, donde diferentes casetas montaban actuaciones infantiles que mezclaban canciones tradicionales como el clásico 'Antón pirulero' con malagueñas y juegos con los que los pequeños lo pasaban bomba.

Hasta los verdiales tenían como protagonistas a los niños, que cantaban y bailaban con las pandas que se reunían en mitad de las calles, correctamente vestidos con sus trajes de campero o del mismo color que toda la agrupación. Entre los curiosos que miraban estos bailes, gran cantidad de turistas sacaban sus cámaras e inmortalizaban el momento.

Feria y turismo

Estos visitantes aprovechan doblemente la feria. Bastian y Claudia son dos jóvenes que vienen de la ciudad alemana de Kiel y la rojez en sus blancas caras demuestran que ya llevan varios días al sol de Málaga. Ellos se encontraban fotografiándose junto a la Catedral y se disponían a ir a la Alcazaba.

«Elegimos estas fechas porque queríamos venir a la feria, pero también queremos ver la historia de la ciudad» decía el alemán mientras buscaba en un mapa su próximo destino.

Matsuko iba acompañada de cuatro amigas, todas procedentes de Osaka. Ella lideraba la cuadrilla ya que era la única que hablaba un poco de español y se encargaba de preguntar a la gente y de comprar las cosas. Las cinco cumplían con el estereotipo japonés, y no sólo por sus ojos rasgados, sino por sus cámaras de fotos extra pequeñas en la mano y sin parar de tomar instantáneas. «Vine hace dos años y me enamoré de la feria, así que convencí a mis amigas para que la vieran» comentaba la japonesa mientras sus compañeras disparaban a discreción con sus cámaras hacia el Teatro Romano, dispuestas a ir después a intentar bailar algo de flamenco.Vídeo: Un recorrido por las casetas del Real

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