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ANTONIO M. ROMERO
Sábado, 7 de agosto 2010, 14:13
El pregón taurino de Málaga se convirtió anoche en un alegato en defensa de la fiesta nacional días después de que el Parlamento catalán prohibiera la celebración de corridas en esa comunidad autónoma. Una bandera enarbolada por el pregonero, el músico y pintor José María Cano, y a la que se sumaron las autoridades presentes: el alcalde de la capital, Francisco de la Torre; la delegada de la Junta en la provincia, María Gámez; y el presidente de la Diputación, Salvador Pendón. Hasta la banda de música de Miraflores y Gibraljaire se unió en el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos a la reivindicación interpretando dos pasodobles tradicionales: 'España cañí' y 'Suspiros de España'.
Cano fue el más vehemente en la defensa de la fiesta y así lo subrayó al inicio y al final. En el prólogo de su disertación afirmó que, en la preservación de los espectáculos taurinos, los aficionados tienen hoy una misión con «tintes de cruzada». No fue esa su única arenga bélica ya que en el epílogo volvió sobre ella cuando formuló una pregunta y se respondió a sí mismo: «¿Hasta cuándo durará el toreo? Yo, desde que tengo uso de razón, el mundo taurino ha ido perdiendo terreno, pero yo digo que (el toreo) permanecerá hasta siempre. Como dijo el general Montgomery en la batalla del Alamein: 'Hemos venido para quedarnos. Si no podemos quedarnos vivos, nos quedaremos muertos'».
Fue el broche final a una disertación breve, pero muy creativa y original. En ella hizo una referencia histórica en la que se remontó hasta los Reyes Católicos para recordar que fueron los creadores y fundadores de España y como el monarca Fernando fue uno de los 'culpables' de que Cataluña «fuera España desde el día uno».
En un tono entre irónico y de crítica a la sociedad se refirió a que ésta, en los últimos años, se está volviendo «muy cínica o muy estética». «Cada vez son más las cosas que hacemos pero que no queremos ver», aseguró tras rememorar como no hace mucho la sociedad española convivía con realidades como las matanzas de cerdos en la propia casa tras haberlos criado durante un año.
Una «gamberrada»
Respecto a las prohibiciones en Cataluña -a las que nunca se refirió directa, sino indirectamente- sostuvo que los indultados 'correbous' son «una gamberrada». A ello añadió que los taurinos y los antitaurinos probablemente tengan razón en sus planteamientos lo mismo que lo tienen los creyentes y los ateos. Eso sí, matizó: «A los que no creen en Dios no se les ocurre prohibir a aquellos que sí creen».
También hubo referencias autobiográficas: «Mi padre fue novillero y toreó en Las Ventas. De pequeño me enseñaba a torear de salón». Y recurrió a la estrecha vinculación entre el arte y la tauromaquia. «El arte y los toros están muy ligados. A lo largo de la historia, multitud de artistas se han acercado a la tauromaquia como buenos conocedores de lo que es arte y lo que no lo es», manifestó, al tiempo que reivindicó «la magia del toreo» en la plaza, tan distinta a la que se puede ver por televisión.
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