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JUAN CANO
Viernes, 16 de julio 2010, 03:52
Tenía un fuerte dolor en el pecho y respiraba con dificultad. Al menos, eso fue lo que dijo nada más ingresar en el calabozo tras su detención. Los agentes decidieron llevarlo a un centro de salud. Al volver del médico, el arrestado aprovechó para escaparse del coche patrulla y huyó a la carrera de los guardias.
Los hechos ocurrieron el viernes de la semana pasada en Fuengirola. El detenido, un joven español con antecedentes policiales, fue capturado esta vez en compañía de otro individuo como sospechosos de doce robos en pisos y establecimientos.
Los presuntos ladrones fueron arrestados por la Guardia Civil y trasladados al cuartel de Mijas, donde permanecieron varias horas mientras se confeccionaban las diligencias del caso. En ese lapso fue cuando uno de ellos dijo encontrarse mal. Al referir que sentía presión en el pecho, lo llevaron al ambulatorio para descartar una patología grave.
En esa primera visita se le diagnosticó una posible crisis de ansiedad, a tenor de los síntomas que presentaba, así que lo condujeron nuevamente al calabozo. Sin embargo, sus supuestas dolencias no remitieron y los guardias optaron por llevarlo nuevamente al médico.
La segunda visita concluyó con idéntico diagnóstico: ansiedad. Los agentes metieron al detenido en el coche patrulla para regresar al cuartel. La fuga se produjo en mitad del recorrido. Eran aproximadamente las doce de la noche del viernes. El coche patrulla de la Benemérita se detuvo en un semáforo de la avenida de Mijas, una de las principales arterias de Fuengirola, a la altura de la barriada del Boquetillo.
Según las fuentes, el arrestado se dio cuenta de que la puerta trasera derecha del vehículo policial no se había quedado completamente encajada al cerrarla y le dio un empujón. El joven consiguió abrirla y se dio a la fuga a la carrera. Los guardias civiles salieron tras él para intentar darle alcance, pero no lo lograron.
Viejo conocido de la policía
Ayer, al cierre de esta edición, el fugitivo aún no había sido detenido, aunque las fuentes consultadas aseguraron que su arresto es «cuestión de días», ya que es un viejo conocido de las Fuerzas de Seguridad. Los agentes saben su domicilio y el entorno en el que se mueve.
Su supuesto cómplice pasó a disposición judicial durante el fin de semana. El juez de guardia lo envió a prisión por su presunta implicación en los robos que se les imputan. No en vano, la Guardia Civil recuperó buena parte de los efectos que los detenidos habrían sustraído, y que ya han sido entregados a sus víctimas.
Es la tercera fuga que se produce en los últimos meses en Málaga. A primeros de junio, un detenido por maltrato a una vaquilla en Alhaurín el Grande escapó del cuartel. Días más tarde, un preso que iba con muleta huyó de los agentes que lo custodiaban en una visita al hospital.
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