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TEODORO LEÓN GROSS
Martes, 20 de abril 2010, 03:44
El presidente de la Junta ha acusado a la derecha de sembrar el agravio en Andalucía con una política de tierra quemada para provocar hostilidades entre los territorios de la región, o la desconfianza. A decir verdad, el espectáculo de los dirigentes del PP durante el fin de semana ha resultado sonrojante, con todo el repertorio sobreactuado del victimismo, como si la dignidad de Málaga hubiese quedado malherida por las palabras estúpidas de un dirigente socialista cordobés apoyando la candidatura de Córdoba a la capitalidad cultural europea. No obstante, Griñán parece olvidar la secuencia real de las cosas: no se trata de una bronca provocada por el PP, sino por su atolondrado nº2. En Andalucía, de hecho, el problema del localismo es posterior al centralismo -éste arranca en los ochenta con Borbolla- y no han sabido cortar esta hemorragia en treinta años. Ese es uno de los fracasos históricos del socialismo andaluz. Los localismos son una herencia de ese error.
Griñán además ha equivocado el tiro, a lo peor intencionadamente, al hablar del enfrentamiento de Málaga con el resto de Andalucía. Esto es falso. El dato está las encuestas desde hace años: en toda la región se perciben los privilegios de Sevilla, desde Jabugo a Los Vélez, desde La Carolina a Sanlúcar, desde Salobreña a Fuente Obejuna. Hasta que la Junta no acepte esto, en lugar de fantasear con teorías más cómodas, sólo ensanchará el fracaso. Otra cosa es que haya alcaldes que aprovechen esta situación para obtener rentabilidad electoral de los agravios. Desde luego el alcalde de Málaga es un maestro del género; pero a menudo sus batallas no son virtuales sino de lo más reales -las últimas: fondos europeos, estructura hidrográfica- como resistencia al centralismo trasnochado pero aún voraz de la Junta.
Andalucía no tiene un problema de localismos, como sostiene el PSOE, ni un problema de centralismo, como sostiene el PP, sino dos problemas: centralismo y localismo. Y con seguridad va a continuar así porque unos y otros están cómodos con la situación. Ahí queda la última bronca de la capitalidad cultural. Desde Sevilla vuelven a transmitir insensibilidad por los equilibrios territoriales y en las ciudades periféricas están encantados con la coartada para teatralizar la dignidad ofendida. Tras la bobada del nº2 del PSOE -este tipo, como se preveía, va a dar días de gloria a la política andaluza- ahora el nº2 del PP de Málaga propone otra mamarrachada: una reprobación institucional contra del dirigente socialista. Es difícil saber cuál de ellos alcanzaría más puntos en un test de inteligencia; entretanto no hablan de economía o de empleo, sino de nada.
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