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La revista 'Zut' rescata la 'poesía simplista' del peruano Alberto Hidalgo
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La revista 'Zut' rescata la 'poesía simplista' del peruano Alberto Hidalgo

Una edición de Juan Bonilla da a conocer en España la obra de una de las grandes figuras de la vanguardia latinoamericana

RAFAEL CORTÉS jrcortes@diariosur.es

Domingo, 4 de abril 2010, 04:05

El peruano Alberto Hidalgo fue un adelantado a su tiempo, un poeta brillante y un periodista combativo y polémico. Nació en Arequipa en 1897 y murió en Buenos Aires en 1967. Cuando era muy joven recibió el influjo del futurismo, al que le imprimiría su propia forma de ver la creación en un movimiento que denominó 'simplismo'. Ahora, aquellos poemas con los que se adelantó a su tiempo y que lo llevaron a convertirse en una de las figuras más relevantes de la vanguardia latinoamericana ven la luz por primera vez en España gracias a una edición de Juan Bonilla que se publica junto al número once de la revista 'Zut', que coordina el escritor jerezano.

Bonilla explica que Hidalgo fue «un poeta excepcional, un poco oculto por su trayectoria personal». Y es que, tal y como argumenta el autor de la edición, «le dio por hacerse enemigo de todo el mundo, tanto en Perú donde nació, como en Argentina, donde se trasladó, y en España, donde vivió unos meses, que le dieron para publicar un explosivo 'España no existe' en el que se metía con todo lo nuestro».

Ímpetu creativo

Tal era su ímpetu creativo, que en la época de las vanguardias, decidió fundar su propio movimiento: el simplismo. Una tendencia que en realidad era «una mezcla de futurismo y ultraismo», aclara Juan Bonilla. «Se peleó con su amigo Borges, porque este nunca le pagó diez pesos que le prestó para un taxi, y porque, según Hidalgo, le plagió unas líneas y la palabra 'Ubicación', como si esta palabra la hubiera inventado él».

En cuanto a la recuperación de su obra poética, considera que «tiene poemas espléndidos y su obra de vanguardia es comparable a la de Huidobro o Girondo». Por eso, la publicación ha querido editar por primera vez en español estos textos de Alberto Hidalgo, que en opinión de Bonilla «sigue a Ramón Gómez de la Serna en su fe en que la poesía debe ser ante todo metáfora. Y lo aplica a todo. Su visión simplista del mundo consiste en encontrar una concatenación de metáforas para expresar lo mismo la impresión ante un paisaje que ante un dolor». Sin embargo, su creación poética evolucionaría después hacia una poesía más política, como la que se puede encontrar en su último libro, 'Descripción del cielo', compuesto por poemas que se despliegan y se convierten en carteles para las paredes, carteles en los que se canta la revolución y se hace una oda a Lenin, por ejemplo.

Sobre las características del movimiento simplista que creó Hidalgo, Juan Bonilla reconoce que su principal característica es que era «unipersonal», ya que él fue su único exponente. El autor peruano le daba especial importancia a la tipografía y a la metáfora y dentro del movimiento de vanguardia, «el simplismo conservó cierta elegancia que le ha permitido conservarse con mayor fuerza que muchos de sus hermanos», sentencia Bonilla.

También pensaba Hidalgo, tal y como argumenta el escritor jerezano afincado en Málaga y articulista de SUR, que la poesía es acción, y no sólo hacía poemas, sino que organizaba una 'Revista oral' en una cervecería de Buenos Aires, donde colaboraba todo el que quisiese pasarse por allí; una especie de tertulia, pero a la que prefería darle el nombre de una publicación. Todas estas circunstancias hacen que Alberto Hidalgo pueda ser considerado hoy un adelantado a su tiempo, ya que nació y vivió su juventud en Arequipa, donde raramente llegaban las novedades de Europa.

Pero él estuvo atento a las vanguardias desde sus primeros momentos, en los que, un poco inconscientemente, «se disfrazó de futurista y escribió una arenga al Emperador de Alemania, para seguir la consigna de los futuristas de que la guerra era la única higiene del mundo -rememora Bonilla-. Luego, en Argentina evolucionó hacia postulados más revolucionarios y quedó impresionado por la revolución rusa. Quiso ser el Maiakovski de Latinoamérica».

En cuanto a su falta de difusión en España, el autor de la edición estima que se creó muchísimos enemigos por ser un «periodista furibundo», lo que le hizo convertirse en una figura incómoda. Así, tanto en Buenos Aires como en Madrid, hizo crónicas y ensayos en los que no se mordía la lengua. «Una de sus costumbres era hacerse amigo de algún nombre importante y traicionarlo en cuanto descubría que no era como él se había pensado: eso le pasó con Borges, con Gómez de la Serna, con Paul Morand, con Marinetti. Además, desde España siempre hemos visto la poesía latinoamericana como una zona de grandes nombres que se reparten el mapa y no dejan asomar a nadie que no sean ellos», concluye Bonilla.

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