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A. ESCALERA
Lunes, 22 de marzo 2010, 10:29
Innovar siempre es bueno. El abogado, presidente del Colegio de Graduados Sociales de Málaga y cofrade de los Gitanos, Agustín del Castillo Cambló, lo hizo anoche en el pregón de la Semana Santa de Málaga que pronunció en el Teatro Cervantes (texto íntegro aquí). Hizo un canto global a la Semana Mayor sin citar a las cofradías ni a la mayoría de las imágenes. También abundó en la religiosidad popular, ensalzó la labor que realizan los cofrades, destacó la importancia de las tradiciones semanasanteras malagueñas (tronos de gran tamaño, presencia militar, levantamientos de los tronos a pulso o la función que tuvieron los 'tinglaos). Esa ruptura de esquemas hizo que el pregón fuese más dinámico, menos previsible y más breve, sin que por ello resultase aburrido o insustancial, ya que Del Castillo supo extraer la esencia de la Semana Santa de Málaga, de la que hizo un brillante resumen, poniendo los puntos sobre las íes en sus aspectos más relevantes.
El pregonero explicó por qué no mencionaba a las cofradías. «Disculpadme, hermanos, que no diga nada en singular de cada una de nuestras hermandades y cofradías, de nuestros titulares. Disculpadme, pero quiero decir que, después de Ellos, lo mejor de cada una de nuestras cofradías sois vosotros, todos los cofrades. Todos los que hacemos posible esta Semana Santa. Es lo que estoy pregonando. La verdadera Semana Santa. Los actores». Añadió: «Estando con vosotros se comprende fácilmente qué es ser cofrade en Málaga».
Previamente a que Del Castillo saliese al escenario, la banda municipal de música, bajo la dirección de Francisco Vallejo, interpretó 'España llora', 'Hombres de trono', la 'Marcha fúnebre' (de Fernando Sort), el himno de Andalucía y el himno nacional. Tras un breve descanso, la segunda parte la abrió el jefe de protocolo de la Agrupación de Cofradías, Rodrigo Martín, que pronunció un saludo institucional y dio paso a la pregonera del año pasado, Ana María Flores, encargada de presentar a Agustín del Castillo. «Hoy no falta nadie y estamos de enhorabuena, porque tenemos un valioso pregonero. Un pregonero de los nuestros, cristiano, cofrade y malagueño», dijo Flores antes de cederle la palabra.
Amalgama de religiosidad
Del Castillo comenzó su intervención diciendo que su túnica, la de la Cofradía de los Gitanos, era su seña de identidad cofrade. «No existe mayor honor para un malagueño cofrade enamorado de su Semana Santa que ser su pregonero (...) y es que la gloria y el orgullo de los malagueños es su Semana Santa, que es una amalgama de religiosidad, de hechos humanos, económicos artísticos y de la propia ciudad».
Málaga fue el eje sobre el que giró el pregón. De ella dijo que es especial, mágica. «Te atrapa, como sirena que es del mar de sus encantos. Pues todo eso que es Málaga, en Semana Santa lo es más. Los cofrades malagueños estamos muy enamorados de nuestra Semana Santa y por eso queremos pregonarlo, tanto a los que la conocen como, principalmente, a los que no». En ese sentido, recordó el trabajo que hacen las hermandades todo el año para mantener una tradición ganada día y día, conscientes de que la Semana Santa es lo más grande que Málaga da.
En referencia al tamaño de los tronos malagueños subrayó: «Sacar los tronos de las iglesias los hizo grandes. Se convirtieron en la diferenciadora señal de nuestra identidad. Nacieron los 'tinglaos'. Escuelas nazarenas y bocetos humildes de casas hermandad». Asimismo, citó la importancia que tuvieron los jóvenes en el resurgimiento de la Semana Mayor cuando sustituyeron bajo los varales a los hombres pagados, y las chicas se incorporaron a las filas de nazarenos. «Os pido un aplauso para aquella y esta juventud», afirmó.
Tras contar la anécdota de una mujer gitana que se emocionó, bailó y lloró delante del Cristo de los Gitanos una vez que ya había acabado la procesión y estaba en el 'tinglao' antes de ser llevado a la iglesia de los Mártires, Del Castillo aseguró que en Málaga también se reza bailando. Engarzó esa vivencia con la presencia de los militares en las procesiones. «En Santo Domingo, junto al río, hay una cola. Niños con sus padres y solos. Malagueños y foráneos de todas las edades. Todos quieren ver la guardia que los caballeros legionarios hacen a su Cristo de la Buena Muerte». Así, evocó que algunas cofradías fueron creadas exclusivamente por militares. «De poco sirve este recuerdo. Pero yo siento como estos hermanos nos dan, a cambio de poco, su vida. Por nosotros, por todos, es decir por España. ¿Cuántos de ellos se habrán sentido desprotegidos en la aterradora soledad de la trinchera, y habrán rezado, llenos de sudor frío, acordándose de su desfile en la Semana Santa de Málaga? ¿Puede asegurar alguien que ningún soldado, de los que han desfilado en la Semana Santa de Málaga ha sido asistido por Jesús en el momento de su muerte?», aseveró Del Castillo.
Hipocresía
El pregonero continúo con la defensa de las fuerzas militares al decir: «Escrito ya este pregón me conmovió saber que los paracaidistas ya lo tienen, de Málaga, en su cuartel. Bendito Crucificado que va con ellos hacia la muerte, con la vida. A veces nos puede la hipocresía. Nos estorba su presencia, porque nos recuerda lo que hacen por nosotros. Muchos hombres hipócritas y desalmados se acercan a nuestras procesiones y hermandades por el interés, con aspecto de buena gente y no los rechazamos. No los rechazamos porque estamos convencidos que también ellos serán objeto de la misericordia de divina». Del Castillo añadió: « A esta tradición malagueña le está pasando como a las casas de La Coracha, que nos quedamos sin ella. Y lo consentimos». En otro momento de su alocución, volvió a hablar de los militares en una poesía. «A mí me gustan, Señor, /los Regulares de blanca capa, /caballeros y artilleros, /infantes y gurripatos, / nacionales y civiles, /como con cariño aquí, / así se les da el trato. / Cantar con La Legión su himno, / con los marinos la salve, /el bolero con los paracas, / y por decirles a todos / que en Málaga se les ama».
Otra tradición cofrade malagueña que el pregonero no se dejó en el olvido fue la de los 'tinglaos'. «Cuando visites nuestras casas hermandad, ya también magníficos museos, percibirás el trabajo hecho por sus hermanos y como en ellas continúa estando el espíritu de los 'tinglaos'. ¡Qué buenos ratos pasamos conviviendo jóvenes y mayores contando nuestras historias de aquellos!»
En mitad del pregón, la malagueña Raquel Framit cantó una saeta, cuya letra es de Manuel Molina Gálvez. La saetera recibió una fuerte ovación tras su actuación. Después de la saeta, Del Castillo dijo: «Nuestros desfiles procesionales son de tal belleza que su visión completa, desde la cruz guía hasta la última promesa, forma el más sublime conjunto de arte posible de contemplar».
Seguidamente, se mostró partidario de que los nazarenos den cera de su vela a los niños que la pidan. «¿Por qué algunos se la niegan diciendo que van rezando?». Igualmente, volvió a hacer una apuesta por los tronos voluminosos. «Venid a contemplar nuestras señas de identidad, son esos grandiosos tronos. Monumentos convertidos en altares ambulantes (...) En Málaga se llevan a hombros. No es alarde de fuerza, no, porque esa la hacemos y nos sobra aunque estemos extenuados y sin relevos. Lo hacemos porque hay que decir a todos: ¡Ahí está Dios! ¡Ahí está su Madre! Por eso los elevamos. Incluso a pulso, porque están por encima de todos nosotros».
El pregonero fue muy claro cuando afirmó: «Málaga tiene el mejor patrimonio artístico-religioso que puede existir en una Semana Santa. Y no dudó al decir: «A mí me gusta, Señor, mi Semana Santa como es, sin nada que traer, pues en todo caso, Señor, lo que habrá que hacer será llevar». De este modo, con elegancia, criticó a los cofrades que quieren implantar en Málaga gustos estéticos de otras ciudades.
La pasión que Agustín del Castillo siente por la Semana Mayor malagueña quedó patente en una frase dicha con gracia. «A mí me gusta, Señor, hasta el del botijo». También indicó que le agradan las promesas detrás de las imágenes. Y las mujeres vestidas de mantilla en las procesiones. Y el café con tejeringos. Y el chocolate manchando las blusitas de los niños. «Mi Semana Santa a todas horas, tarde, noche, madrugada y alba. Vivirla con toda pasión y metérmela en el alma. A mí me gusta, Señor, ver al que no cree creyendo, olvidado de prejuicios, y libres sus sentimientos. A mí me gusta, Señor, esta Semana Santa, que en Málaga se te da por todos sin excepción. Como tributo anual, por tu amor y redención».
Para Del Castillo, la Semana Mayor es vivir en cofrade todo el año, trabajando de forma callada, sumisa, tenaz, humilde, sin fotos ni parabienes. «Trabajando en la caridad a los demás, por amor. Y recibiendo a cambio enorme felicidad, que el propio hacerlo nos da perfumada de satisfacción.
El mejor momento cofrade
Tras recordar que la Agrupación de Cofradías de Málaga fue la primera que se creó en España, en 1921, señaló: «Gracias, pues, a la unión de todos los cofrades, nuestra Semana Santa está su mejor momento. En el de mayor devoción. En el de mejor consolidación. En el mejor orden procesional. En resumen, en el de mayor y mejor actividad cofrade». No obstante, alertó de que a pesar de lo realizado hasta ahora, no hay que dormirse en los laureles, porque aún queda mucho por hacer. «El horizonte de los tiempos así lo avisa. Y el que está ya aquí es magnífico para hacerlo. Ahora lo que queramos seguir siendo y mejorando lo tenemos que conseguir a base de trabajo, caridad y amor de lo nuestro. Como siempre. Para el trabajo futuro no sirven los tibios».
Del Castillo auguró que los cofrades pronto estarán mucho más de moda que en estos momentos. «Nuestra tarjeta de presentación debe decir cofrade malagueño. No hace falta imprimirla. Vive totalmente como tal». A ese respecto, puntualizó que hay que vencer la vergüenza pública de decir que se es cofrade y cristiano. Momentos antes de terminar, pidió al público que llenaba el Cervantes que rezase con él un Padrenuestro. Acabó dando las gracias a los que le permitieron pronunciar el pregón.
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