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R. SOTORRÍO
Domingo, 7 de febrero 2010, 02:49
Un grupo de hombres se reúne en torno a un plato de jamón y vinito de la tierra, mientras uno de ellos se arranca por soleá y el resto le acompaña a las palmas. Es la imagen clásica de una peña flamenca. Pero ese tópico ya empieza a ser historia. Hoy son centros sociales y culturales, donde se vive y se aprende el flamenco, en el que caben muchas otras disciplinas y donde se suavizan -pasito a pasito- las diferencias de género. Muy atrás quedan casos sonados como el de la Peña Flamenca Femenina de Huelva, creada en 1983 como respuesta al veto impuesto a la mujer en la Peña Flamenca de Huelva.
La mujer se abre paso en un territorio tradicionalmente masculino y cada vez son más sobre el tablao, en las listas de socios, en los cargos directivos y hasta en la presidencia. «Algo impensable hace unos años», admite Diego Pérez, presidente de la Federación de Peñas Flamencas de Málaga. En la actualidad, de las 42 asociaciones inscritas en la provincia, dos tienen al frente a una mujer: la Peña Casa de Álora-Gibralfaro y la Peña Flamenca de Ardales.
Afición
«Se está notando un cambio, aunque quizá no tan rápido como quisiéramos muchos», apunta Pérez. Hace años la mujer, «si no era artista, no estaba en la peña», afirma. Bailaba o cantaba para ellos, pero no se sentaba junto a ellos. No estaba bien visto. A esas horas de la noche, su lugar no era una barra, sino la casa. Después, empezó a aficionarse como acompañante del marido (en la mayoría de los casos, si se apunta un matrimonio, sólo uno tiene derecho a voto; y suele figurar el hombre como titular) y ahora «ya se inscriben solas». Aunque eso sí, en un número aún muy inferior al de los peñistas.
Así por ejemplo, de los 155 socios de la Peña Flamenca de Ardales, 24 son mujeres (algo más del 15%). Y, desde hace menos de un mes, una de ellas la preside. «Estoy orgullosísima del apoyo que recibí de los hombres», explica Mercedes García Carrión, que obtuvo el respaldo del 70% de los asociados. No obstante, admite que «todavía cuesta mucho trabajo» abrirse camino en este ambiente. «Sigue siendo un mundo de hombres, pero lo estamos cambiando nosotras poquito a poco, desde dentro, desde los grupos de baile, los coros rocieros...», señala.
Pese al respaldo mayoritario que recibió su candidatura, lamenta que hubiera quien dudará de su capacidad «porque decían que no sabía cantar». «El anterior presidente tampoco sabía, pero nadie lo cuestionó. Yo no sabré cantar, pero tengo conocimientos y soy trabajadora», apostilla García Carrión.
Excepciones
Siempre hay una excepción que confirma la regla. Y en este caso su nombre es María de los Ángeles Martín-Prieto. Lleva nada menos que 13 años al frente de la Peña Flamenca Casa de Álora-Gibralfaro, y 16 como peñista. «En las reuniones de las peñas siempre me he sentido muy mimada al ser la única mujer», bromea.
Desmonta la imagen de una peña flamenca como lugar donde beber, bailar y cantar. «Tenemos muchísimas más actividades. Hay días en los que no se cabe con los distintos cursos que ofertamos. Y hay mucha juventud», explica. Pero, confiesa, requiere de mucho trabajo y dedicación. «Para ser presidente de una peña tienes que tener algo de masoquista porque entregas mucho tiempo a cambio de nada, incluso tienes que poner de tu dinero», indica. La mejor recompensa es la satisfacción personal de ver crecer una peña, sobre la que se deshace en elogios.
La evolución también llega a sus escenarios y son las mismas asociaciones flamencas las que, cada vez más, apuestan por solicitar actuaciones de mujeres cantaoras, bailaoras y 'tocaoras'. Así ocurre en el circuito 'Nos vemos en tu peña', patrocinado por Cajasol y organizado por la Diputación dentro de Málaga en Flamenco: en esta última edición se roza la paridad de sexos entre los artistas participantes, una realidad difícil de creer años atrás.
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