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Las protagonistas del reportaje, en pose flamenca. / PEPE ORTEGA
Flamenco en Málaga: El duende tiene nombre de mujer
CULTURA

Flamenco en Málaga: El duende tiene nombre de mujer

Hubo un tiempo en el que la artista era tachada de mujer de mala vida Siempre han estado en el flamenco, pero ahora ellas dominan la primera línea del cante y el baile. La guitarra es el próximo reto

REGINA SOTORRÍO rsotorrio@diariosur.es

Domingo, 7 de febrero 2010, 19:13

Un cuadro que cuelga de las paredes de la Peña Juan Breva retrata a las figuras de la 'Málaga cantaora' entre 1970 y 1990. Una veintena de artistas... y todos hombres. Hoy la imagen es bien diferente. Frente a la pintura, nueve mujeres en primera línea del arte jondo y jóvenes promesas intentan poner nombre a cada uno de los rostros del cante que aparecen en el lienzo. Es una reunión de amigas y compañeras, donde entre bromas y risas, debaten sobre el papel de la mujer en el flamenco y los entresijos de su profesión. Al cante, Diana Navarro, Antonia Contreras, Virginia Gámez, Rocío Bazán, Ana Fargas, Isabel Guerrero y Ana Serrano. Al baile, La Lupi. Y a la guitarra, Davinia Ballesteros. Han sido citadas para una fotografía que ilustre la presencia femenina en este arte, pero es inevitable: con todas sobre el tablao, nace de forma natural el taconeo, las palmas y el toque.

No es nuevo. Para los especialistas, las mujeres siempre han tenido peso en el flamenco. «Tanto en lo profesional, como en todo lo que tiene que ver con el mundo de los sentimientos; ellas están en los dos grandes temas del cante: la madre y la amada», explica Fernando Iwasaki, escritor y director de la Fundación de Arte Flamenco Cristina Heeren. «Es muy importante su aportación. Siempre han estado, pero ahora más», añade el flamencólogo Gonzalo Rojo. Eso sí, ambos coinciden en que aún queda una disciplina por conquistar: la guitarra, donde la presencia de mujeres es casi anecdótica.

El baile siempre ha sido terreno femenino; «aunque rodeadas de músicos hombres», como puntualiza La Lupi. Así, ya a finales del siglo XIX, La Cuenca (Málaga, hacia 1860) fue la primera en bailar las soleares zapateando y vestida de hombre. Su fama traspasó las fronteras y llegó a París. Pero la presencia mayoritaria de mujeres en esta disciplina tuvo una consecuencia: «Hubo un tiempo en el que las compañías pagaban más a los bailaores; eran más escasos y esa era la manera de que no se fueran a otro lado», explica La Lupi, que confirma una realidad: «A un festival en el que todos son hombres, se le llama festival flamenco. Uno en el que todas son mujeres, se le llama 'El día especial de la mujer'».

El cante

En el cante, la voz femenina ha crecido con los años. «En estos momentos, su celebridad y conocimiento son muy relevantes», reseña Iwasaki. Las nuevas generaciones pisan fuerte y, como ejemplo, en la escuela de cante de la Federación de Peñas Flamencas de Málaga -patrocinada por la Diputación y el Instituto de la Juventud-, hay una inmensa mayoría de alumnas. Pero, aseguran, no siempre fue así. «La Trini, la Niña de los Peines y muchas otras fueron unas luchadoras que creyeron en sí mismas pese a las adversidades. Gracias a ellas, podemos estar aquí dignamente», afirma la cantaora Ana Fargas. Y es que, como comenta Rocío Bazán, «hace muchos años la mujer flamenca no estaba bien vista, la nocturnidad de las actuaciones se asociaba a la prostitución; se la consideraba una mujer de mala vida».

Afortunadamente, ese concepto ha evolucionado, pero aún hay quien piensa que la mujer no es apta para todos los palos del flamenco. «En una ocasión un hombre culto me dijo que me había escuchado cantar una seguiriya y que le extrañó que ese cante pudiera salir de una mujer», recuerda Antonia Contreras. «Eso no es machismo. Es poca vergüenza», apostilla Virginia Gámez, que defiende que las diferencias ya se han superado. Asiente Diana Navarro, para quien las desigualdades son «cosas de otros tiempos». Pero no opina igual Rocío Bazán. «Queda un sector que sigue pensando que deberíamos dedicarnos a cantes más melódicos, más suaves, los llamados de ida y vuelta, como son las colombianas, guajiras o milongas», asegura la cantaora. Y aporta una reflexión: «De las cinco Llaves de Oro del Cante que se han entregado, ninguna se ha dado a una mujer, pese a la existencia de grandes como La Niña de los Peines». Los premiados: Tomás 'El Nitri', Manuel Vallejo, Antonio Mairena, Camarón de la Isla y Fosforito.

El consenso es unánime al hablar de la guitarra flamenca: aún queda camino por recorrer. Davinia Ballesteros se prepara a conciencia en Córdoba, la única ciudad andaluza donde puede estudiarse el grado superior de esta disciplina. Hay cuatro cursos, y sólo dos alumnas. «Los jóvenes son muy comprensivos, en clase me siento como una más; pero entre los mayores hay menos aceptación», cuenta la joven 'tocaora', que relata que aún hay artistas que no quieren ser acompañados por una mujer a las cuerdas.

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