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Francisco Gutiérrez
Martes, 7 de febrero 2017, 00:46
Ser una de las facultades más antiguas de la UMA está pasando factura a Medicina. Sus profesores son los más veteranos, y a muchos les ha llegado la hora de la jubilación. Esto ha sucedido en unos años en los que la tasa de reposición ha impedido la contratación de nuevos profesores funcionarios. Y esto ha repercutido muy negativamente en este centro. De sus 130 profesores permanentes, Medicina ha perdido en estos últimos cuatro años a 30 profesionales. Y esto ha sucedido en un momento en el que los estudiantes «están más tiempo que nunca en los hospitales», comenta su decano, Pablo Lara Muñoz. En Medicina se da además la circunstancia de que muchos de sus profesores tienen docencia pero también una función asistencial, que realizan en el Hospital Clínico. Es lo que se denomina profesores vinculados, que ejercen su puesto profesional tanto en la facultad como en la sanidad pública. De 57 profesionales que tenía la facultad en esta categoría se ha quedado con solo 29. Una situación «crítica» para este centro, según su decano, que ha sufrido un descenso del 30% de su profesorado permanente, un dato «muy preocupante» para Lara Muñoz. «Hemos tenido unas 30 jubilaciones de profesores permanentes, pero al mismo tiempo no hemos tenido nuevas incorporaciones», lamenta. Y las pocas plazas que ha podido convocar la UMAno han sido para esta facultad. «La tasa de reposición nos está causando un gran perjuicio», dice el decano, que no critica a la UMA por entender que en los criterios de selección de las pocas plazas que han salido en estos años hubo razones para atender otras necesidades. Esta importante pérdida de profesorado permanente ha impedido el habitual relevo generacional.
El déficit de profesorado coincide en esta facultad con la total implantación de los nuevos grados. Los alumnos de sexto pasan todo el curso en el hospital, y justo cuando cuentan con menos profesores vinculados (de 57 a 29), los que tienen docencia y también labor asistencias en la sanidad pública. En este sentido, Lara Muñoz agradece el compromiso del SAS, que ha sacado en estos años de crisis siete plazas de profesores vinculados.
Para el decano, la formación de los profesores «es fundamental, el catedrático o titular lo son porque tienen una acreditada formación, tenemos asociados que desempeñan la función de profesores permanentes, pero esto no es lo deseable», afirma. Para complicar algo más la situación, la ANECA, agencia estatal que acredita a los profesores, ha establecido unos requisitos «difícil de cumplir, al menos por los médicos», ya que se valora docencia e investigación, pero no tiene en cuenta la función asistencial. Y sin la acreditación de la ANECA no se puede ascender a la categoría de funcionarios. La conferencia de decanos de Medicina ha solicitado a la ANECA que modifique estos criterios de acreditación.
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