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José Antonio González
Sábado, 2 de abril 2016, 07:31
Las versiones 2.0 también han llegado a los girasoles. En este caso su tallo son cables y sus hojas son paneles fotovoltaicos, pero, como sus antecesores, también necesitan del sol para sobrevivir. Como los girasoles tradicionales, Smartflower POP se despierta con los primeros rayos de sol. Sus grandes hojas solares monocristalinas se despliegan al ver el primer haz de luz al amanecer. Es ahí, cuando este invento austriaco empieza a producir los primeros watios de energía.
Una solución fotovoltaica, que, como explican sus creadores, permite mejorar hasta en un 40% el resultado de los sistemas tradicionales de los paneles solares. Además, la inclinación de 90 grados con respecto al sol permite captar la mayor cantidad de energía posible.
Sin embargo, detrás de esta sorprendente e innovadora forma de producir energía no hay ninguna fórmula oculta, solo la observación. «Nos hemos inspirado en la naturaleza, como muchas otras innovaciones. Ninguna otra planta explota más eficientemente la energía solar como el girasol», explica Alexander Swatek, CEO de la startup.
Rapidez, eficiencia y eficacia. Estos son tres de los pilares del proyecto. Smartflower POP se pone en marcha sin demasiadas complicaciones. El dispositivo incorpora un sistema de plug&play, que permite evitar un gran despliegue para instalar estos girasoles inteligentes.
Tan solo es necesaria una pequeña obra, dado que por seguridad el equipo debe estar anclado a la superficie mediante pernos o una base de hormigón «dependiendo de las condiciones del terreno». Smartflower POP, a pesar de sus 2,65 metros de altura, se distribuye en una caja y, en «tan solo una hora», sus paneles pueden estar orientados al sol para captar toda la energía procedente del sol.
Un girasol 2. 0 en casa
«Dependiendo de la zona geográfica donde se instale, se pueden recoger entre 3.400 y 6.200 kW al año», explica el padre de Smartflower POP. En España, los desarrolladores de la startup consideran que se podrían generar 5.900 kW, lo que permitirían abastecer a un hogar español durante todo un año.
«Este sistema requiere de muy poca planificación e instalación, por lo que se puede instalar en cualquier espacio abierto, como un jardín, a muy bajo precio. Mientras que el diseño de muchos sistemas de la azotea es poco vistoso a la estética de la casa, Smartflower POP es un objeto de diseño excepcional que deleita al ojo del espectador con su belleza atemporal», señalan los diseñadores.
Asimismo, el sistema es muy seguro. El dispositivo se repliega en una primera fase si detecta rachas de viento superiores a los 50 km/h y si superan los 60 km/h deja de funcionar. Y también necesita de un escaso mantenimiento, ya que se limpia automáticamente, gracias a los sensores que posee para evitar daños por la velocidad del viento y elimina el polvo de las placas para evitar la reducción en la producción de electricidad.
Durante los últimos meses, el éxito de esta startup ha ido creciendo y han lanzado nuevos productos como el Smartflower POP-e, el primer todo en uno combinado en una estación de recarga para vehículos eléctricos.
Esta nueva versión permite la generación de energía, que, trasladada a las redes eléctricas, proporciona un suministro de hasta 22 kW, que permite recargar coches y bicicletas eléctricas y que esperan instalar en empresas, centros comerciales o estaciones de recarga eléctrica
Los 18 metros cuadrados de sus paneles solares de la versión e generan de media unos 4.000 kW/h en Europa Occidental, según cálculos de la startup austríaca. «Con un día de carga, un coche eléctrico puede recorrer 100 km».
Trabas legales
Por el momento, esta versión para vehículos eléctricos no está disponible para ser distribuido en España.
Y ese no es el principal escollo al que se enfrenta Smartflower POP en España, sino la regulación. El pasado octubre, el Gobierno aprobó el Real Decreto 900/2015, que incluye el popular «impuesto al Sol» entre otras medidas que regulan el autoconsumo eléctrico.
A poco más de cumplir un año de vida en España, Smartflower POP se puede comprar por 11.900 euros a la espera de ver qué ocurre con la legislación en materia energética, que sigue esperando la decisión del Tribunal Constitucional y del impasse político tras las elecciones del pasado 20 de diciembre.
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