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El espacio de la Antigua Cerería del Salvador está bien aprovechado.
A dos velas

A dos velas

Los nuevos alquileres se llevan por delante una de las cererías más antiguas de España. La sevillana 'El Salvador' ha cumplido 170 años

lalia gonzález-santiago

Viernes, 16 de enero 2015, 20:35

Huele a incienso nada más traspasar la puerta de la Antigua Cerería del Salvador, fundada en 1845 y situada frente a la iglesia del mismo nombre, el templo que representa el súmmum del barroquismo sevillano. Al fondo se aprecia una corona de espinas, que cuelga junto a una vela, cerca de la talla de una Virgen sin vestir, relicarios, rosarios, quemadores de perfumes Todo esto pronto deberá abandonar su privilegiado emplazamiento, en pleno centro de Sevilla, a causa de la actualización de los alquileres de renta antigua. La propiedad del local, la orden de San Juan de Dios, que regenta una residencia en el mismo edificio, no se ha avenido siquiera a negociar otro precio, porque quiere usar el espacio para una salida de ambulancias. Los dueños de la cerería preparan ya las maletas. Hasta ahora pagaban 500 euros al mes de renta por unos 60 metros cuadrados. Una estimación a la baja cuadruplica esa cantidad. De todos modos, es un negocio pujante y no sufrirá con el traslado. El dolor irá por dentro, por los vínculos sentimentales de la familia propietaria y los sevillanos que frecuentan la tienda.

Manuel López es la cuarta generación de la familia que ha regentado la cerería, que ocupa este local desde 1902. Cuenta que sus bisabuelos comenzaron a fabricar cirios en un cortijo de la provincia en 1854. Ahora se encuentra entre los diez comercios más antiguos de Sevilla y se ha convertido en proveedora de las hermandades de Semana Santa de toda Andalucía, pero también de otras parroquias de España y el extranjero.

En las naves de la empresa almacenan 70.000 cirios. Hay de 2 euros. Y también de 150. La variedad es impresionante: cera pura especial de paso, cera notable de culto («porque para las liturgias tiene que ser de primera calidad»), cirios de nazarenos de todos los tamaños y colores, cirios pascuales, hachas de paso, velas de flores, pabilos, carbón, incienso

Y hay mucho más. Porque la Antigua Cerería del Salvador fabrica velas modernas, con olores y formas especiales destinadas a la decoración y la hostelería. Tienen también un comercio al por menor muy relevante: imágenes religiosas, belenes, cálices, relicarios, estampas, imanes de nevera...

Los ojos no dejan de asombrarse cada vez que se posan en algún rincón de la Antigua Cerería del Salvador: crucifijos, candelabros, coronas de vírgenes, puñales con brillantes para pecheras de dolorosas, potencias para cristos, angelotes, vírgenes de todas las advocaciones posibles, medallas, cuadros... De sus anaqueles han partido imágenes para iglesias y catedrales de todo el mundo. Manuel López recuerda una Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, en plata, que la diócesis entregó como regalo al papa Juan Pablo II, «san Juan Pablo, que me olvido que ya le han canonizado», precisa.

Vino para consagrar

En una vitrina se muestran bolsas de hostias de tres tamaños diferentes. Es parte del servicio de parroquias, que incluye una completa oferta con lamparillas de promesa, velas de vigilia y adviento, de bautismo, comunión y hasta vino para consagrar a seis euros y medio la botella.

Las tallas de la Virgen sin vestir son sencillos armazones de caras y manos elaboradas, toscos torsos y faldones trazados por un volumen de tiras de madera, como un can-cán vertical. Manuel cuenta que las compran muchos niños, que luego las visten como las imágenes de sus cofradías, cuidando los detalles. Las ofrecen incluso a tamaño natural, y hay un vigoroso mercado. La potente raíz cofrade de la capital andaluza se aprecia en detalles como este.

O como la tradición del 'montañesino', el Niño Jesús del escultor Martínez Montañés que alberga la catedral sevillana y que, en diferentes tamaños, vende la cerería, junto con un surtido de ropajes para cada gusto y ocasión: con colores cofrades, con dalmática, con túnica, incluso como un 'seise', los niños que bailan ante el Santísimo en el Corpus, una ancestral tradición que la ciudad reverencia.

El mundo sevillano del arte sacro se mueve en torno a este viejo mostrador. Hasta aquí llega Juan Borrero, un veterano orfebre «de Sevilla no, de Triana», puntualiza, con un cáliz repujado que parece de cristal, recién salido de sus manos. No le da importancia a su tarea, pero sí a sus raíces: «Yo he hecho las tres coronas de las tres vírgenes de Triana, la Esperanza, la Estrella y la Virgen de la O», presume.

Todo un mundo arcano y mágico, que lejos de desaparecer está en plena pujanza, se mueve en torno a este veterano comercio sevillano. La renovación de los alquileres va a romper su espacio físico, pero El Salvador no quiere quedarse a dos velas. Rehará en cualquier otro lugar su historia que ha atravesado tres siglos.

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