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La Virgen de la Soledad, tras ser coronada por el obispo Catalá y el cardenal Sebastián.
El obispo y el cardenal Sebastián coronan a la Soledad de Mena en una barroca ceremonia

El obispo y el cardenal Sebastián coronan a la Soledad de Mena en una barroca ceremonia

La Virgen recibió el bastón de mando del almirante jefe de la Flota de la Armada en una misa que transformó el altar mayor de la Catedral

Jesús Hinojosa

Domingo, 12 de junio 2016, 01:00

Nuestra Señora de la Soledad, titular de la Congregación de Mena, se convirtió ayer en la décima imagen mariana de la capital en recibir la distinción de la coronación canónica, algo que ocurrió, de un modo singular, de manos de dos prelados de la Iglesia Católica: el obispo, Jesús Catalá, y el cardenal Fernando Sebastián. A cinco minutos de las doce del mediodía se produjo el instante en el que ambos colocaron el halo de oro y piedras preciosas a la Virgen y depositaron un beso en la presea, realizada por el joyero cordobés Manuel Valera, según diseño de Fernando Prini. Un fuerte aplauso de los fieles que asistieron a la ceremonia en la Catedral y una fanfarria de Jean Joseph Mouret rubricaron el momento más esperado por los congregantes de Mena desde hace tres años.

La coronación se desarrolló dentro de una solemne misa de una hora y media de duración marcada especialmente por un ambiente barroco en lo musical y lo estético. Medio centenar de músicos y cantantes de la capilla Maestro Iribarren, dirigida por el organista Antonio del Pino, interpretaron piezas de una misa de Juan Francés de Iribarren que data del año 1749. Asimismo, el presbiterio quedó transformado por el altar ideado por el hermano mayor de la Cena, Rafael López Taza, con unas estructuras de madera policromada, imitando al mármol del baldaquino, que lo prolongaron para acoger dos imágenes de Santo Domingo de Guzmán y SanCarlos, titulares de la sede canónica de Mena. La Virgen apareció ante el baldaquino, sobre la peana de carrete delCristo de la Misericordia, escoltada por dos ángeles cedidos por la Cofradía de los Dolores del Puente, que prestó igualmente la candelería. Cuatro blandones de la Pollinica completaron un altar exornado con flores blancas en el que también destacó el fondo de ángeles con el Espíritu Santo, obra de Francisco Naranjo.

Catalá y el cardenal Sebastián estuvieron acompañados por 14 sacerdotes en la celebración. Entre ellos, el vicario general, José Ferrary, congregante de Mena; el delegado de Hermandades y Cofradías, Antonio Coronado; el vicario general de la diócesis castrense, Pablo Panadero; su secretario general, Carlos Montes; y el párroco de Santo Domingo, Juan Manuel Parra. En su homilía, el obispo destacó que la Virgen de la Soledad reúne las condiciones de «devoción antigua y amplia» y calidad de la imagen para ser coronada, y reflexionó sobre el dolor de la Virgen en el momento de la Pasión de Cristo. «La coronación no le añade nada a la Virgen, no le aporta nada; ella ya vive gozosa en el cielo. La coronación es un motivo para nosotros la amemos más, la honremos y la veneremos», dijo.

Al finalizar la predicación, los padrinos de la ceremonia, el almirante jefe de la Flota de la Armada, Francisco Javier Franco Suanzes, y María del Pilar Lanzac, en representación de las Hermanas de la Cruz, ofrecieron el halo al obispo para que lo bendijera, junto con el hermano mayor de Mena, Antonio Jesús González. Los tres subieron al baldaquino junto con Catalá y el cardenal para coronar a la Virgen. Al acabar la misa, el almirante Franco Suanzes ofreció a la imagen su bastón de mando y destacó que «Ella es el mando de nuestra salvación». Previamente a este instante, el maestro de ceremonia José León mandó parar el órgano que había empezado a interpretar la Salve Marinera como despedida de la misa. Su final quedó un tanto deslucido en lo musical porque el organista Adalberto Martínez tardó luego en iniciar las notas de este himno mariano tras la entrega del bastón de mando a la Virgen y no tocó para la procesión de salida de los celebrantes.

Traslado a la casa del Sepulcro a hombros de los guardiamarinas

  • Pasadas las dos y media de la tarde partió la Virgen de la Soledad Coronada desde la Catedral, camino de la casa hermandad del Sepulcro, desde donde se inició por la tarde la procesión de regreso a su sede. Lo hizo en unas sencillas andas, a hombros de guardiamarinas y alféreces de fragata de quinto curso de la Escuela Naval Militar. En la salida del traslado, repicaron las campanas de la Catedral y se lanzaron aleluyas (peqeñas estampas) con un dibujo de Francisco Naranjo y un texto de Rafael de las Peñas. La Virgen, tocada con una mantilla blanca y un manto de terciopelo negro liso, entró en la capilla del Sepulcro, que le concedió su escudo de oro, para encontrarse con la titular de esta cofradía, de idéntica advocación.

Personalidades

Asistieron a la misa el vicealmirante de Acción Naval, Manuel Garat, y el vicealmirante de la Jefatura del Arsenal de Cádiz, Santiago Ramón González; una representación de la dotación de los buques Patiño y Cazadora, atracados en el puerto desde el viernes; el alcalde, Francisco de la Torre; la vicepresidenta primera del Congreso de los Diputados y exalcaldesa Celia Villalobos; la cabeza de cartel del PP al Congreso por Málaga, Carolina España; el delegado de Agricultura de la Junta de Andalucía, Javier Salas; el concejal del PSOE Daniel Pérez, y el presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa, Pablo Atencia, entre otras personalidades del ámbito militar, político y cofrade.

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