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TEXTO: OSCAR L. BELATEGUI
Jueves, 13 de julio 2006, 02:00
ANDRÉS Pajares (Madrid, 1940) debutó como profesional en una caravana publicitaria de la Vuelta a España. Tenía 17 años. Fernando Esteso (Zaragoza, 1945) se sacó el carné del sindicato con 13 años en Barcelona. Llevaba desde los dos subido a un escenario en la compañía de varietés de sus padres. «Tuve que pedir autorización al gobernador civil como menor de edad. A los 13 años yo ya era artista», reivindica el actor.
Pajares y Esteso no figuran en ninguna enciclopedia del cine español, pero juntos han protagonizado un puñado de comedias que forman parte de la memoria popular. Rodaron nueve títulos en cinco años a las órdenes de Mariano Ozores, que reinaron en las salas de barrio, se agotaron en los videoclubes y hoy se descargan en Internet. La que menos taquilla hizo superó el millón de espectadores. Crearon un subgénero, 'una de Esteso y Pajares', que desnudó a la España de la Transición.
Sociología de bolsillo en trazo grueso que lleva haciendo reír a cuatro generaciones de espectadores: 'Los bingueros', ',Los chulos', 'Los liantes', 'Yo hice a Roque III' Todas ellas se editan ahora por primera vez en formato DVD, coincidiendo con la vuelta al cine de los dos veteranos actores en 'El código Aparinci', cuyo rodaje arranca el próximo agosto.
«Son un reflejo humorístico con muchísima gracia de la España de la época», define Pajares, que no duda en calificar a Ozores como «el Lope de Vega de nuestros días». Esteso habla de «un cine testimonial, con moralina, que tocaba todos los temas candentes». Así, 'Los bingueros' surge a cuenta de la legalización del juego en España; 'Los energéticos' se mofa de la energía nuclear; 'Todos al suelo' toma prestado su nombre sin taco de Tejero; 'Padre no hay más que dos' coincide con la Ley del Divorcio
Personajes pícaros
Dos pícaros cuya torpeza en los negocios iba pareja a su ansia de acostarse con las mujeres que se cruzaban a su paso. Fugaces bellezas de la época que tardaban dos fotogramas en desnudarse: Jenny Llada, Marcia Bell, África Pratt, Norma Duval La época del destape. «No eran películas eróticas, sólo salían tías en pelotas», matiza Pajares. «La gente no había visto una teta en su vida, y, claro, el productor lo exigía. Recuerdo que en 'Yo hice a Roque III' nos llamaron quince días después de acabarla para rodar una escena con dos chicas, una blanca y otra negra. Las convencíamos de que en España sales desnudo en la foto del DNI », rememoran.
Esteso observa que ya entonces era un humor blanco. «No ofendíamos de palabra, ni de obra ni de omisión. Éramos utilizados, porque se nos imponía el erotismo. No dejábamos de ser herederos de ese españolito reprimido que tan bien habían encarnado López Vázquez y Sacristán. Ahora ya no tenía motivos para reprimirse. Andresito es un poco más sinvergonzón, pero a mí me tocaba poner cara de asombrado ante una mujer desnuda, mientras pensaba en el día del estreno con mi mujer y los niños. La patada bajo la butaca no me la quitaba nadie».
Quién lo iba a decir. Aquellos vodeviles desvergonzados 'autorizados para mayores de 18 años' e ignorados olímpicamente por la crítica se han convertido en cine familiar. «Ahora Gabino Diego le hace una felación a Torrente y la gente se ríe», lamenta Pajares. «Nosotros éramos tremendamente inocentes», defiende.
Un negocio redondo
Fue la época dorada de dos cómicos dispuestos a todo por una sonrisa. Alternaban los chistes y las imitaciones entre nubes de humo en salas de fiestas como 'Cleofás' y 'Pasapoga' con las audiencias millonarias de una Televisión Española en blanco y negro. Hicieron mucho dinero. «Cobrábamos más que nadie en aquel momento», confirma Esteso, que vendió miles de discos con 'La Ramona'.
Andrés Pajares precisa que su caché era de 500.000 pesetas por película, incluso de un millón por alguna. «Empezamos cuando la butaca valía 75 pesetas y terminamos cuando costaba 150. Sale a una media de 300 millones por película», calcula de memoria.
Una fortuna que iba a parar a manos de los productores: José Luis Bermúdez de Castro, José Frade o José María Reyzabal, dueño del edificio Windsor, en cuyo despacho de la última planta la pareja firmó casi todos los contratos de sus filmes. De tres en tres. Reyzabal producía, distribuía y exhibía las comedias en salas de su propiedad. Pajares recuerda haberse cruzado con Camilo José Cela cuando 'Cristobal Colón, de oficio descubridor' recaudaba el doble que 'La colmena'. «La tuya será mucho más divertida», le espetó el Nobel.
Cambio de rumbo
En 1983, 'La Lola nos lleva al huerto' cierra el grifo de millones. «Lo dejamos porque al final estábamos haciendo la misma película con distintos guiones», reconoce Esteso. «Yo tenía inquietudes respecto a mi vida artística», confiesa Pajares. «Con todos los respetos, no puedes ser un Paco Martínez Soria toda la vida. Tenía envidia sana del Landa de 'Los santos inocentes', de López Vázquez, de Sacristán ¿Por qué yo no?», confiesa Pajares.
'¿Ay, Carmela' y 'Bwana' le brindaron registros 'serios' que el actor no ha sabido aprovechar. ¿Dónde están hoy Pajares y Esteso? El primero reconoce no haber superado la pesadilla de acusaciones protagonizada por su familia. «Me sé querido y no hay forma de destruir eso, pese a que algunos seres cercanos y queridos me han hecho acoso y derribo por la prostitución del dinero televisivo. La semana pasada salió otra vez mi hijo diciendo barbaridades. No puedo calificarles ni darles carnaza. Que me haya salvado de la quema es un milagro».
Esteso vive en el Puerto de Mazarrón, donde regenta un restaurante. Asegura poseer negocios inmobiliarios «y de gestión y mediación». No ve la hora en que Mariano Ozores vuelva a gritar acción en el plató de rodaje de 'El código Aparinci'. «Ya no hago bolos. Al morir mi padre me vine con mi madre a probar las aguas de un balneario y nos gustó el clima. Andrés y yo ya hemos traspasado la barrera de la popularidad. ¿Sabes? Convertirse en entrañable exige una responsabilidad», concluye el actor.
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