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LOURDES PÉREZ
Lunes, 19 de junio 2006, 02:00
Los ciudadanos sentenciaron ayer en las urnas el futuro político de Cataluña tras respaldar mayoritariamente pese a la alta abstención el nuevo Estatuto, cuya procelosa tramitación ha condicionado la agenda política durante dos años largos.
A partir de ahora, Cataluña dispondrá de un marco de autogobierno reforzado y más amplio que el vigente desde 1979, al imponerse el 'sí' por un amplísimo margen a quienes preconizaban el rechazo al proyecto: con el 99,95% de papeletas escrutadas, siete de cada diez votantes (el 73,9%) avalaron la reforma frente a un exiguo 20,7% en contra.
Pero esos resultados no pueden analizarse sin el menguado dato de la participación, que fue maquillando sus cifras iniciales conforme avanzaba el recuento pero que no logró rebasar, finalmente, la mitad del electorado. Ese 49,4%, que no había aflorado en la superficie de las encuestas, evidencia un palpable desapego social hacia una reforma estatutaria presentada como un acontecimiento histórico y empaña el holgado triunfo del 'sí', cuyos principales valedores eran Pasqual Maragall y el presidente Zapatero, en su primer test sobre la España plural.
Comprometido
«Todos hemos ganado», aseguró a las diez y media de la noche el máximo responsable de la Generalitat, con rostro serio y su futuro político comprometido. A la luz del escrutinio, parece como si los catalanes hubieran pretendido, en realidad, castigar a todos: a los defensores del Estatut -PSC, CiU e Iniciativa- con una elevada y significativa abstención; y a quienes pedían el 'no' -Esquerra Republicana y el PP- con un porcentaje de apoyo inferior al que sumaban ambos partidos en las autonómicas de 2003. Anoche, cada formación intentaba barrer para casa, frente al hastío de una ciudadanía que ha soportado durante más de dos años una tensión política sin precedentes y que está llamada a las urnas a la vuelta de verano en las elecciones autonómicas anticipadas anunciadas por Maragall.
El 'Govern' había pedido que no se compararan al pie de la letra los resultados con los cosechados en 1979 por el 'Estatut' de Sau, promovido en un periodo constituyente y con la ilusión por estrenar tras casi medio siglo de dictadura. Entonces también ganó el 'sí' con un rotundo 88% de las papeletas, pero los electores respondieron con mayor entusiasmo: casi seis de cada diez -el 59,3%- ejerció entonces su derecho a sufragio.
Respaldo
Anoche, finalizado el recuento, tres de cada cuatro votantes dieron su respaldo al proyecto de nuevo 'Estatut', una proporción que fue subrayada por Rodríguez Zapatero en la valoración institucional ofrecida, justo después de Maragall, en La Moncloa. Pero más de la mitad del censo optó por quedarse en casa o disfrutar del veraniego día. Lo que reduce al 37% el respaldo obtenido por la nueva propuesta de autogobierno -que se convierte en la menos valorada en la historia estatutaria de Cataluña-, y minimiza aún más el peso del 'no'.
La abstención introduce un elemento de debilidad en el 'Estatut', que ahora emprende el complejo camino de su aplicación y desarrollo y se enfrenta, según confirmó anoche Mariano Rajoy, a un recurso de los populares ante el Tribunal Constitucional. En su primer mensaje sobre la jornada electoral, Zapatero enfatizó el triunfo del voto afirmativo y lo siguió considerando un hito en la profundización del Estado autonómico.
El escrutinio no puede satisfacer del todo, sin embargo, al presidente del Gobierno, que desatascó la tortuosa negociación del texto con su pacto mano a mano con el líder de CiU, Artur Mas. La limitada participación cuestiona la identificación de la ciudadanía catalana con una reforma llamada a dirigir su vida cotidiana en los próximos años y oscurece una victoria que, con una abstención inferior, hubiera reforzado su posición; sobre todo cuando se disponía a dar carpetazo a los desvelos del Estatuto catalán para emprender la negociación con la banda terrorista ETA.
Junto a ello, los resultados avivan el interrogante sobre el futuro de Pasqual Maragall, la incógnita que, junto a la fecha de los comicios autonómicos, ha planeado sobre toda la campaña. Un triunfo del 'sí' sin paliativos permitía al 'president' hacerse valer de nuevo, frente a la eventual candidatura del ministro José Montilla, o bien renunciar con la cabeza alta después de casi tres años de Gobierno inestable y de la fallida experiencia del tripartito de izquierdas.
Interrogantes
Los resultados no afianzan la figura del presidente, cuestionado en el seno de un PSC que pugnará a partir de ahora por la preeminencia electoral de Cataluña con CiU, su paradójico compañero en el viaje del referéndum estatutario. Los convergentes dejaron traslucir anoche que participan de la victoria del 'sí', pero no dudaron en responsabilizar a la mala gestión del 'Govern' de la escasa participación.
Por su parte, el PP interpretó en clave triunfalista ese dato, lo que no enmascara la derrota del 'no' que defendía, al igual que ERC. Si los populares atribuyeron la indiferencia ciudadana a un 'Estatut' que creen que desborda la Constitución, Esquerra Republicana vino a achacarla al recorte sufrido por el proyecto estatutario en las Cortes. Queda ahora por comprobar el efecto que provocará el escrutinio de los votos en el delicado equilibrio de poder existente actualmente entre Josep Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós.
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