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ANTONIO JAVIER LÓPEZ
Miércoles, 25 de enero 2006, 01:00
¿Qué pasa si los enanitos de Blancanieves no trabajan en la mina, sino en el Bombero Torero; si los tres cerditos se convirtieron con el tiempo en jamones de pata de negra; si el Bosque Encantado es en realidad un parque donde putas y yoquis reinan cuando cae la noche? ¿Qué pasa si los cuentos, la historia, no es como la aprendimos en la escuela? Pues, para empezar, pasa que los mitos se caen, los tópicos se diluyen y la certeza es la aguja en el pajar de las verdades a medias.
Cuando era niño, el artista malagueño Carlos Aires (Ronda, 1974) le preguntaba a sus mayores por qué los vaqueros echaban de su tierra a los indios. No le convencían las explicaciones y, con el paso de los años, ha convertido esas preguntas en la base de su discurso artístico. Las últimas cuestiones que le rondan la cabeza ocuparán a partir del viernes las dos salas de la galería Sandunga. El espacio granadino acoge hasta el 11 de marzo la muestra 'Y fueron felices', en la que Aires pretende darle otra vuelta de tuerca a los tópicos.
Por eso, su nuevo montaje ofrece enanos vestidos de picadores, monjas de mirada perdida y antiguas estrellas del cabaret con el rostro ajado por los años. Y todos rompen un fondo negro profundo, como personajes salidos de abismos «más cercanos de lo que creemos», en palabras del artista rondeño, que participará en la próxima edición de ARCO de la mano de esta galería granadina.
«Empecé a trabajar en esta serie hace un año y medio. Quiero cuestionar la historia que siempre han escrito los vencedores y lo hago a través de los cuentos que nos han contado desde niños, quiero que el espectador se pregunte 'qué pasaría si...' para que caiga en la cuenta de que nada es lo que parece y nada parece lo que es, como sucede en mis obras», explica el artista horas antes de su primera exposición en una galería privada de España. «Cuando ven las piezas en otros países, creen que se trata de montajes que yo he ideado, por eso cuando les digo que se trata de personajes reales se dan cuenta de lo surrealistas que resultan muchos tópicos», prosigue Aires.
Polémica continental
Residente en el extranjero desde hace ocho años y con muestras firmadas en Nueva York (EE. UU.) o Rotterdam (Holanda) para 2006, la vida de Carlos Aires ha vuelto a la calma tras la polvareda que hace un mes levantó su obra 'Ellos me enseñaron a amar'.
En ella, tres personajes desnudos realizaban prácticas sexuales. Hasta ahí, nada que el arte contemporáneo no pueda soportar. Pero había dos 'peros'. El primero: los protagonistas de 'menage à trois' lucían las caretas de George Bush, Isabel II y Tony Blair. El segundo: la pieza formaba parte de una instalación con la que Austria celebraba la presidencia de turno de la UE. Tardaron dos días en retirar la obra.
Ahora, con las aguas de vuelta a su cauce, el artista malagueño prepara nuevos proyectos en México, Europa y Estados Unidos. También formarán parte de esta serie de imágenes en las que Aires mezcla las influencias de Velázquez, Goya o Zurbarán con los artículos más 'kitsch' de las tiendas del 'Todo a cien'. Vamos, como la vida misma.
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