

Secciones
Servicios
Destacamos
FERNANDO ARCAS CUBERO PROFESOR DE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
Domingo, 8 de enero 2006, 01:00
LOS sufrimientos de la población civil durante las guerras del siglo XX cobran su mayor dureza en el caso de la población infantil víctima de la guerra total y sobre todo de las penalidades de la retaguardia con el hambre, las enfermedades y los bombardeos. Jaime Camino es el guionista y director de este documental, basado en una idea de Román Gubern y la utilización de los archivos rusos, en el que a través de los testimonios de sus protagonistas se muestra la historia del grupo de unos 3000 niños españoles enviados a la Unión Soviética para librarles de la guerra civil. En total Alicia Alted da la cifra de unos 33000 niños refugiados durante la guerra, cuyo destino principal fue Francia con unos 20000, seguida de Bélgica con 5000, Inglaterra con unos 4000, Suiza con 800, México con 455 y unos 100 evacuados a Dinamarca. Las imágenes de archivo del embarque y la despedida y separación -para muchos definitiva- de sus familias en los puertos españoles son, sin duda, los testimonios gráficos más impresionantes y desgarradores de la Guerra Civil española y el símbolo humano más conmovedor de los efectos de las guerras sobre la población civil.
Solidaridad internacional
La evacuación de niños se inició durante la campaña del norte por iniciativa del Gobierno Vasco, aunque también el gobierno republicano había creado en 1937 un Comité de Refugiados y fomentado la creación de Colonias Colectivas para alejar a los niños de los frentes y tratar de mantenerles en una atmósfera de normalidad durante la guerra. Las primeras expediciones se producen en la primavera del 37 y se dirigen a Francia. La acogida en este y otros países europeos y sudamericanos fue posible gracias a la existencia de una campaña internacional de solidaridad con la causa de la II República española y con los niños que sufrían los efectos de los bombardeos. El apoyo vendría de las organizaciones políticas y sindicales de izquierda europeas, de los medios católicos, de gobiernos como el de México o el de la URSS, claramente posicionados con la causa de la República, o de organizaciones religiosas como los cuáqueros.
Una estancia corta
Los testimonios confirman la confianza de todos, familias y niños, en una guerra breve y una estancia corta, un sentimiento común a la historia bélica de la humanidad. Los hoy ancianos recuerdan que se sentían felices y excitados ante la aventura del viaje a un país extranjero, una travesía en barco de la que volverían pronto con sus familias, inconscientes de que la historia terrible del siglo XX iba a golpearles con extrema dureza a muchos de ellos. Tras el final de la guerra se concentraría en Francia el mayor número de niños, esta vez ya con sus familias, presionados por el gobierno francés y el español para la repatriación. En Bélgica el protagonismo fue de los sectores católicos y socialistas, de la Cruz Roja Belga y el Socorro Rojo Internacional, hasta la repatriación a España de la mayoría, aunque unos 1300 niños permanecieron definitivamente en el país. También fueron católicos y socialistas los apoyos a los niños refugiados en Suiza y Gran Bretaña dado que muchos de los niños evacuados procedían de familias vascas católicas.
México y la URSS
El apoyo del presidente mejicano Cárdenas y de su esposa facilitó el viaje de 455 niños españoles a Morelia de los que sólo volverían a España 61. En este caso el desarraigo, el carácter definitivo del exilio infantil y los problemas que fueron apareciendo con el tiempo entre la colonia española y los medios que la atendían crearon un gran sentimiento de frustración como señala Alicia Alted.
Los 'niños de Rusia' llegaron en distintas expediciones del norte y este de España principalmente, aunque en las primeras iban niños de Málaga y Almería. Recibidos con un gran entusiasmo, fueron distribuidos por Casas de Niños donde eran atendidos al principio por educadores españoles, recibiendo una disciplinada educación en español con el aprendizaje del idioma ruso y unos valores inspirados en el régimen soviético. Para el Partido Comunista se trataba de los futuros dirigentes de una España socialista aunque su procedencia familiar era políticamente diversa. El destino, asumido con alegría, aparecía entonces idealizado por la imagen de la URSS como un gran país en el que había triunfado la revolución obrera y que había quedado como el único soporte de la España republicana durante la guerra, en la que además el Partido Comunista Español era una fuerza política predominante.
1941: de niños a obreros y combatientes
La invasión de la URSS por los ejércitos hitlerianos cambió radicalmente el panorama idílico inicial de los refugiados españoles. Desaparecieron los educadores y las comodidades de las Colonias y comenzaron los bombardeos y el avance de los alemanes hacia el interior forzando la evacuación de los niños: un largo éxodo en tren lleno de penalidades en el invierno soviético hacia Samarcanda o Stalingrado. Pese a su juventud, los más mayores comenzaron a trabajar en los koljós, en las fábricas de armamento en jornadas intensivas o se alistaron para combatir en el frente. Como en la Francia ocupada, el destino de estos voluntarios fueron las actividades guerrilleras.
«No somos de nadie»
Al terminar la guerra les devolvieron todos juntos a Moscú, pero ni Stalin ni la dirección del PCE pensaban en devolverles a una España franquista. Tras la muerte del líder soviético, en 1956 Kruschev permitió la salida de los que quisieron volver a España.
Pese a estar aireada por el régimen, la vuelta supuso nuevas dificultades: la constatación de que los lazos familiares se habían debilitado o casi desaparecido, había problemas para encontrar trabajo y se les miraba con recelo. La policía y los servicios secretos franquistas les consideraba sospechosos y presionaban a quienes habían tenido alguna responsabilidad durante la guerra en las industrias militares, y obligaba a algunos a presentarse periódicamente en la Dirección General de Seguridad donde se les interrogaba. Ello forzó a algunos a volver a la URSS o a establecerse en Cuba tras la revolución castrista.
Los 'niños de Rusia' supervivientes se duelen de la actual situación de Rusia en la que han visto aparecer rasgos de miseria económica frente a la URSS que les acogió y en la que no la había. No sólo hay nostalgia de España en los que permanecen allí -la colonia está formada por unos 250 según Alicia Alted- porque se consideran tan rusos como españoles, hay nostalgia de aquélla Unión Soviética que admiraron y les acogió, borrada ya de la historia en la Rusia actual. Pese a que a la vista de su experiencia rechacen la evacuación de niños en guerra, casi todos la asumen y afirman que la volverían a repetir.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Horarios, consejos y precauciones necesarias para ver el eclipse del sábado
El Norte de Castilla
Multas por las gallinas 'sin papeles'
El Diario Montañés
Descubre la fruta con melatonina que te ayudará a dormir mejor
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.