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Señor de Málaga. Bienvenido seas, querido vecino de la Trinidad, ciudadano de Málaga y del mundo. Vuelves a casa tras unos meses fuera, y no te imaginas cómo te hemos echado de menos. Suena a tópico manido, pero no, para nada; es verdad, absolutamente cierto como la vida misma, que en tu ausencia, ya lo barruntábamos, no podían pasar cosas buenas, ni mucho menos; ni una. Nos quedamos corto, Señor, nos quedamos cortos... No sabes lo que para muchos de nosotros significa que hayas regresado de nuevo a tu casa, porque pese a que es verdad que aunque no estés físicamente, estás siempre, simplemente saber que en un momento dado uno puede ir a verte y conversar contigo mirándote fijo a la cara, eso, te cuento, es el no va más. Suele ocurrir además que después de mírate a los ojos, se sale con una enorme paz interior, e incluso los problemas, que seguirán siendo los mismos, sin duda, se relativizan. Todo por estar por aquí, por poder sentirte cerca...
Señor de Málaga, este país se ha vuelto medio loco, y estamos retornando a las dos Españas. Lo que parecía imposible ha vuelto de la mano de unos fanáticos y de unos irresponsables que juegan con la ley. Y no digo yo lo de las dos Españas, sino voces mucho más autorizadas que la mía, y entonces se te hiela el corazón, que decía el poema, y te entra un miedo por el cuerpo porque no se sabe qué va a pasar mañana, y nunca mejor dicho.
Eso en esta España nuestra, porque en el mundo, un par de exaltados fanáticos se dedican a juguetear con cohetes, sin darse cuenta de que se pueden y nos pueden quemar a todos. Encima, los extremismos, de uno y otro signo, aupados por ese invento del demonio que son las redes sociales que han criado a un malnacido llamado posverdad, siguen consiguiendo cotas inesperadas por nadie en Europa. Mira lo que ha pasado en Alemania, lo mismo que pasó en España, o estuvo a punto de ocurrir en Francia. Vamos, que la cosa no está como para que sonriamos, porque además, cuando menos te lo esperas, en nombre de no se sabe que dios, aparecen unos fanáticos y siembran la muerte derramando sangre de inocentes. ¡Jo, a Ti te vengo yo a hablar de sangre de inocentes...! Y el mundo tiembla. Tiene que ser por algo, porque terremotos, tifones, huracanes... ¡Mucha tela seguida! Acuérdate del malagueño José, muy de Viñeros, que ya está contigo.
Por aquí, por casa, el Málaga va el último, y en los temas domésticos no tenemos, gracias a Dios, mucho de qué quejarnos, pero nos da miedo lo que nos rodea. Fanáticos que no dudan en utilizar niños para alcanzar sus fines, irracionales que parecen felices saltándose las leyes, vitoreadores del odio y del recelo que buscan lo que no merecemos.
Señor de Málaga, menos mal que estás de regreso a casa. Tenías que estar fuera unos meses, lo entendemos, pero no lo hagas más. Como verás, hoy te necesitamos más que nunca. Esperamos ansiosos tu llegada. Gracias por volver y un beso para Ti y para tu santa Madre. ¡Bienvenido seas a tu casa!
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