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MAF: elige tu propia aventura
Flashback

MAF: elige tu propia aventura

"Málaga de Festival ha sido una de las mejores ideas que se han tomado durante este último rumbo en la dirección del certamen malagueño dedicado al cine español"

Txema Martín

Viernes, 13 de marzo 2015, 12:30

Málaga de Festival (MAF) ha sido una de las mejores ideas que se han tomado durante este último rumbo en la dirección del certamen malagueño dedicado al cine español. Surgió para «abrir el festival a la ciudad», hacerse eco de una ebullición artística evidente. Admitir las propuestas de agentes locales a bajo coste, sin someterse a los peligros de mancillar un certamen nacional con dosis de provincianismo. Fue algo provocado por una hornada de artistas y gestores locales que se sentían ignorados por el Festival de Málaga y no se cortaban a la hora de expresar su indignación. Recuerdo que hace años contemplé una manifestación absurda, en la que un grupo de actores malagueños le pedía directamente al que entonces era el director del certamen que «les diera trabajo». Ahora, el MAF, esa respuesta, muta hacia una idea tan extravagante y loca como la de convertir la ciudad entera en un festival durante cuatro semanas.

Sí a todo

Lo primero que uno descubre cuando se postra ante la página web del Festival de Málaga a chequear la propuesta del MAF es una pereza irremediable. Ante la imposibilidad de sacar algo en claro vía web, recomiendo a los más atrevidos que se descarguen el programa en pdf, que funciona como una Guía del ocio malagueño y que, de forma más o menos ordenada, dispone ante ti una amalgama de 311 actividades culturales donde hay de todo, como en una formidable botica cultural: un mogollón de exposiciones, decenas de actividades literarias, proyecciones de películas en lugares inverosímiles, rutas de cine y tapas, varios conciertos, copeteo, una muestra de carteles de Lucio Romero (¡otra vez!) y, en definitiva, un conjunto de acciones de muy diferente pelaje, resultado de aplicar el sistema de la manga ancha materializada en una convocatoria abierta en esta dichosa página web, donde después de la recepción de proyectos alguien ha considerado oportuno presionar el botón «sí a todo» de Windows.

Distinguir el grano de la paja es una tarea que debería estar resuelta desde la organización, pero aquí aparece mucho grano y mucha paja porque ese proceso de selección se antoja en realidad demasiado generoso: la programación del MAF, con sus 311 actividades, podría considerarse el resultado de aplicar el Síndrome de Diógenes a la gestión cultural. La mayoría de ellas están bien hiladas con el cine, otras se cogen con alfileres y luego sobresale un grupito de actividades ajenas a lo cinematográfico. Entonces uno se sorprende de que, aún coincidiendo con la Semana Santa, el MAF no incluya entre sus actividades la salidas, encierros y recorridos procesionales. Es lo que falta, lo que se echa de menos. Lo que queda claro, según una impresión generalizada y obvia, es que la cantidad ha pesado más que la calidad, y el resultado se queda lleno de exageración y cargado de miedo al vacío, como ese pdf que he tenido que descargarme.

Algunas propuestas

Con todo, por supuesto, hay actividades excelentes en el MAF, y se nota que muchas están organizadas con mucho tino y, por qué no decirlo, con cariño. Por recomendar algunas, ahí está el concierto de Christina Rosenvinge que servirá para presentar su nuevo disco y, de paso, inaugurar el chorreo cultural que se nos viene. También destacan las proyecciones de algunas películas que deberían haberse visto aunque quizá se le hayan escapado, como Blackfish o Triana pura y pura, y de otras que todo el mundo debería ver, como Ciutat morta. La sección de literatura es, quizás, la más conseguida. Apetece ir a lecturas poéticas, a la conferencia sobre cine y música que pronunciará el poeta Alejandro Simón, o a la presentación del ensayo sobre los hipsters a cargo de su autor, Víctor Lenore, y su prologuista, Nacho Vegas. Pero, por encima de todo, lo que hay que hacer estos días es felicitar a los organizadores por este ejercicio sobrehumano de concebir en sus cabezas más de tres centenares de actividades repartidas en veinte días. No parece una tarea fácil, desde luego. Puede que este año las cosas se les hayan ido un poco de las manos pero, en el fondo, a quién no le gusta cuando las cosas se nos van un poquito de las manos

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