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Pablo collantes
Málaga
Martes, 12 de septiembre 2017, 01:34
La pequeña Shalini Yadav muda su piel cada 45 días desde hace 16 años. Una especie de maldición genética le impide llevar una vida propia de su edad en Chhatarpur, una localidad al norte del Estado de Madhya Pradesh en la India. Allí no hay, y aunque lo hubiese no podría permitírselo, un tratamiento eficaz que palie los efectos de una devastadora enfermedad que hace que en su país se la conozca como ‘la niña serpiente’. Su piel al completo presenta una enorme cantidad de escamas negras.
Al entrar por primera vez en los jardines del Marbella Club, su sonrisa le delata. Pese a sentirse abrumada por el trasiego constante que le rodea desde que llegó a España hace un par de días, afronta con expectación su futuro. Inquieta en su pequeña silla de ruedas, se fija en unos y en otros con una mirada inocente que logra traspasar.
Al oír su historia en la voz del periodista Paco Rego, no cabe duda de que la de Shalini es una de esas luchas en las que la vía más fácil es la de rendirse. Sin embargo, cuando su familia lo daba todo por perdido, Rego se convirtió el pasado mes de febrero en su ángel de la guarda. Tras conocer su situación, a través de los ojos del periodista Sanjay Pandey, no dudó más de un par horas en fijarse una meta que ya en ese momento se le antojó complicada. Lograr que Shalini viajase a España para ser tratada por los mejores especialistas del país. «Sentí la necesidad, el deber de ayudar a una niña cuya situación empeoraba con el paso de los días», cuenta visiblemente emocionado. «El periodismo está para eso».
Para ello, se afanó durante meses, vio cerrarse muchas puertas y, al final, logró dar con el contacto de la International Medical Academy de Marbella, una asociación fundada este mismo año que reúne a algunos de los médicos más importantes de la Costa del Sol con el fin de ayudar en la investigación sobre la prevención y tratamiento de enfermedades, contribuyendo al desarrollo del sector sanitario en la ciudad. María Ángeles Rabadán ha sido durante todo este tiempo su intermediaria. «Llevo meses sin trabajar, volcada en la causa, llamando a unos y a otros», subraya convencida de que para la pequeña Shalini cualquier ayuda es poca.
Enrique Herrera. Dermatólogo
La cadena de favores se materializó y al cabo de unos días, el neurólogo Miguel Ángel Arráez, presidente de la academia, reunió a un grupo de especialistas cuya misión sería arrojar luz a la rara enfermedad de la pequeña con el fin de que pueda recibir un tratamiento que la devuelva a la vida. «No podíamos darle la espalda a algo así por muy lejos que estuviese. Todos sentimos la necesidad de ayudarla desde el principio, costara lo que costara», aclara Arráez.
Desde entonces y hasta ahora, Shalini y su familia han estado inmersos en un largo proceso burocrático para lograr que la menor viajase desde Nueva Delhi a Madrid, en avión, y desde allí a Málaga en AVE. «Nos han puesto todas las trabas posibles para impedir que la sacásemos de allí. No hemos tenido cooperación institucional», aclara Rego. «Shalini no quería vivir hasta que supo de nuestras intenciones».
Desde los cinco años, la menor tuvo que dejar la escuela repudiada por su entorno. «Ve la vida pasar desde su ventana sin apenas salir de casa. En su barrio no comprenden lo que le sucede y rechazan acercarse a ella. Cuesta imaginar un sufrimiento tan duro y prolongado».
Miguel Ángel Arraéz. Neurocirujano
A su llegada a Málaga, y tras ser diagnosticada previamente a través de fotografías, el dermatólogo Enrique Herrera, jefe de servicio en el Hospital Clínico de Málaga y uno de los 19 doctores que se han ofrecido para tratarla, define con certeza su caso. «Shalini tiene ictiosis laminar, una enfermedad que no es contagiosa y para la que aún no se ha encontrado cura puesto que es una afección rara», precisa. «Es un trastorno del proceso metabólico de la queratinización que se adquiere desde el nacimiento».
Para llegar hasta aquí, junto a su padre, la pequeña tomó la mano de Vanesa Gil, una instructora de personal de vuelo, que también quiso sumarse a esta larga cadena solidaria, acompañándola durante las diez horas que se alargó el vuelo, cuidando de que su piel no se resecara y se rompiese en la que sería la primera vez que tanto ella como su progenitor saliesen de la India. Este último no la pierde de vista en ningún momento. Se muestra satisfecho, aunque aturdido aún por la ola de solidaridad que reciben desde que en España se supo de su caso. Para los médicos no tiene más que palabras de agradecimiento.
Ya en la ciudad, Shalini se someterá durante los próximos días a un gran número de pruebas médicas para determinar con exactitud el alcance de su enfermedad y encontrar un tratamiento óptimo para su recuperación. La Farmacéutica Cantabria, con sede en Santander, se ofreció desinteresadamente a costear la medicación de la menor durante al menos un año, con la intención de mantenerlo de por vida. «Cómo nos íbamos a negar a algo así», comenta su representante. «Un tratamiento de estas características no excede los 40 euros al mes, algo que para su familia supone una fortuna ya que el sueldo que entra en su casa es bastante inferior». Hasta el momento, lo único que servía de ayuda a la pequeña era tomar largos baños en el agua con un remedio casero que apenas aliviaba su dolor.
En el ánimo del equipo médico, está que la pequeña continúe en España al menos durante un tiempo para hacerle un seguimiento y constatar su evolución. «La seguiremos donde vaya», explica el doctor Herrera. «Gracias a estos cuidados, Shalini mejorará su movilidad y ganará en calidad de vida». La lucha de la pequeña Shalini es una muestra más de cómo las redes conectan los extremos del mundo. «Es un milagro hecho realidad», concluye el periodista Paco Rego, restándole mérito a su hazaña. Shalini sube de nuevo a la furgoneta con un destino claro. Recuperarse cuanto antes para poder, por fin, ser feliz.
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