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Desde las ocho de la mañana Estepona dejó de ser una moderna urbe para retroceder a su pasado agrícola. Puede decirse que fue otro de los milagros de San Isidro Labrador. Los vecinos más madrugadores comenzaron a llevar a la explanada de la parroquia de San José frutas, verduras y alimentos no perecederos para hacer su particular ofrenda a San Isidro. Alimentos que la Hermandad del patrón donará a Cáritas.
Ya estaban también preparadas muy temprano las mallas con los más de 250 kilos de limones que los agricultores de Estepona habían donado y que la comitiva de Reinas y Damas se encargó de repartir durante el recorrido mañanero por las calles de la villa, al tiempo que visitaban los altares instalados por calles y rincones. El altar más destacado, el que la propia Hermandad instaló en la plaza de la calle Casares, con su propio corral.
Los postigos de las casas habían dado paso a verdaderos retablos, altares y bodegones. Aperos de labranza, productos frescos de la huerta, flores, balas de paja, ocultaban el asfalto y las aceras. Las calles presentaban una alfombra vegetal para el paso de carrozas, animales, bandas de verdiales y agrupaciones musicales.
El desfile procesional iba encabezado por hasta 22 carrozas que compitieron por llevarse el premio de 100 euros a la mejor decorada, valorando «el decoro», el ambiente y la indumentaria de sus integrantes. Sumaba el hecho de ir ataviados como romeros y aldeanas. El jurado también tenía en cuenta los detalles. Algunas contaban con su propia abuela espartera que iba manejando el esparto con la habilidad de unas manos expertas. La Asociación de Amigos del Caballo también revisó a los caballistas que integraban el cortejo para entregar el premio al mejor jinete enjaezado a la andaluza. Ambos premios se entregaron por la noche en la caseta.
No faltaron en la procesión las ocas. Un clásico de San Isidro que durante la feria han parado en la granja escuela pero que para el día grande desfilan a las órdenes de su pastor. Más obedientes que un perro.
A medida que avanzaba el cortejo, los elementos festivos daban paso a los religiosos. Eso sí, precedidos de los reyes gigantes y sus guardias de moros y cristianos.
El olor a incienso anunciaba la cercanía de San Isidro. El santo, transportado en un carro por dos bueyes, avanzaba a paso lento, pues cada 50 metros los esteponeros le regalaban una oración, una poesía, una suelta de palomas, una lluvia de pétalos de flores o un simple piropo.
Con el día grande del patrón, Estepona puso ayer fin a su feria agrícola que comenzó el pasado jueves y que ya ha alcanzado en número de días a las Fiestas Mayores de julio. Este año la Hermandad de San Isidro Labrador ha hecho una destacada apuesta por recuperar la faceta ganadera de esta festividad y ha dispuesto una caseta con ganado equipo, caprino y avícola en el recinto ferial .
La hermana mayor, María José López, calificó ayer de «éxito» esta feria ganadera que ha permitido, a los más mayores, recuperar recuerdos de la infancia en los que el trato con el ganado era habitual, y a los más pequeños, tener su primer contacto con animales.
La experiencia ha sido tan bien recibida que la Hermandad está dispuesta a repetir el próximo año. Y se atreverán a más. López anunció que también se trabajará por contar con una exhibición de maquinaria agrícola. Aunque para ello tendrán que estudiar una ubicación adecuada pues el recinto ferial se les quedaría pequeño. El año que viene, más y mejor.
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