

Secciones
Servicios
Destacamos
Cuando María Ángeles S. G. fue el viernes a llevar a su hijo al colegio Juan XXIII no podía pensar que terminaría dentro de un contenedor soterrado de basura a más de dos metros de profundidad y que tendría que ser recatada por los bomberos. Llevar a los hijos al colegio suele ser una complicada tarea, pero no tan accidentada.
Tras aparcar su coche a escasos metros de la puerta del centro, bajó para sacar del maletero la mochila del niño, que también descendió del vehículo. «Al tratar de cerrar el maletero, di un paso atrás, pisé algo y caí a un profundo agujero», explica aún dolorida.
Dentro de la zona de aparcamientos, al mismo nivel, se encuentra la preinstalación de las futuras islas ecológicas. Los depósitos subterráneos están colocados y cuentan con unas tapaderas de aluminio. Una de ellas cedió ayer cuando María Ángeles la pisó sin darse cuenta. La tapa cayó encima de la mujer dentro del contenedor.
No está muy segura, por lo rápido que ocurrió todo, pero cree que cayó de culo y luego pudo incorporarse. Estaba en el interior de un cubículo oscuro a más de dos metros y medio de profundidad. No había basura, pero sí charcos de agua. Inicialmente parecía que no se había roto nada pese al gran golpe
Arriba, su hijo, que presenció toda la escena, comenzó a gritar y otros padres que estaban llevando a los niños al colegio acudieron en su ayuda y avisaron a emergencias y a su marido.
Después de media hora a oscuras, mojada y dolorida, fue rescatada por los bomberos, que tuvieron que utilizar una escalera para poder extraerla del interior del depósito. La ambulancia la trasladó al Hospital Costa del Sol donde confirmaron que no había huesos rotos, pero sí numerosos golpes y magulladuras. Recibió el alta a las tres de la tarde.
María Ángeles anuncia que va a averiguar quién es el responsable de estos contenedores para interponer la correspondiente denuncia «pues es un peligro, sobre todo en una zona tan próxima a un colegio por la que pasamos tanta gente». Pese al accidente se alegra que le haya pasado a ella y no a algún niño.
Tras el accidente, la Policía Local precintó con vallas la isla ecológica. Antes del suceso, alguna de las tapas de los contenedores tenían encima piedras para sujetarlas.
Desde la dirección de centro Juan XXIII lamentan lo sucedido. Explican que no habían denunciado el estado de estas arquetas al Ayuntamiento, pero que sí lo habían puesto en conocimiento de las autoridades municipales. Aseguran que las tapaderas estaban cerradas pero que al encontrarse al mismo nivel que la carretera, «es frecuente que se pisen con los coches y quizás esa estaba abollada».
Por su parte, el Ampa del centro confirma que hace un año envió un escrito al Ayuntamiento para exponer que en los alrededores del colegio había arquetas, pozos y contenedores que podían suponer un peligro dado el tránsito de personas que hay en la zona. Señalan que son «conscientes» de que es un área en expansión (cerca de las obras del futuro hospital) pendiente de urbanizar y que aún no están concluidos todos los servicios; y que al tratarse de una zona del extrarradio de la ciudad, esta situación no es tan «visible».
Aclararon que el Ayuntamiento procedió a tapar los pozos y a sellar las tapas «pero suelen robar las arquetas porque no es una zona poblada». Por todo ello anuncian que volverán a insistir para que el Consistorio «solucione de forma inminente» este problema y evitar futuros accidentes.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.