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Leandro Pavón
Lunes, 3 de abril 2017, 01:38
Si hace tan sólo dos años alguien le hubiera dicho a Yolanda Preciados que se iba a embarcar en un velero y cruzar el océano Atlántico, no se lo hubiera creído. Tras varias sesiones de entrenamiento en Estepona, esta navarra afincada en Mijas participó el pasado otoño en el reto Pelayo, una aventura impulsada por National Geographic para mujeres que hubieran superado un cáncer y que en esta ocasión, llevaba a las cinco elegidas a convertirse en marineras y cruzar por mar la distancia entre Tenerife y la isla de Martinica.
Diez años después de que Yolanda superara un cáncer de útero, vivió la que según explica «es la mejor experiencia de mi vida después de haber tenido a mi hijo». El reto era recorrer esa distancia en 15 días. Finalmente, lo hicieron en 13. «Han sido momentos intensos. Hemos reído mucho, pero también hemos llorado. Ha sido una especie de lavado astral», resumió.
Ayer, Yolanda acudió al centro donde tomó sus primeras lecciones de vela con motivo de este reto, a South Ole Sails en el Puerto Deportivo de Estepona, pero fue a relatar a los amantes de la vela del municipio cómo había conseguido este hito. «El entrenamiento ha sido duro pero porque no sabía nada de nada. El equipo de aquí ha tenido una gran paciencia porque yo he sido mala. Poco a poco le fui cogiendo el truco, pero ya en plena ruta», explicó durante la conferencia.
Ella nunca había cambiado una vela ni había recibido órdenes con términos marineros. Pero finalmente, a las órdenes de los regatistas olímpicos Yago López y Diego Fructuoso se convirtió en una marinera más en esta aventura. Preciados explicó que el reto había servido incluso como terapia. «Han sido muchas horas de soledad y de pensar en mi vida, pero aproveché la situación. Las horas de diálogo con mis compañeros ayudaron, pero desde luego han sido momentos muy intensos», afirmó.
El principal objetivo de estas expediciones del Reto Pelayo es la esperanza. Yolanda explicaba que al cumplir con ese reto, se intentaba demostrar a las personas que sufren de cáncer que el futuro siempre puede ser mejor. «Queremos enseñar que hoy se puede estar muy mal, pero mañana puedes estar subiendo el Kilimanjaro -como se hizo en 2015- o cruzando el Atlántico, resaltó la navegante.
Separación de su hijo
Otro de los handicaps que tuvo que superar Yolanda en esta aventura fue separarse durante casi un mes de su hijo y estar incomunicada de él por primera vez en su vida. Ella recordaba una jornada en la que lo pasaron realmente mal, ya que rompieron parte de las velas y de la embarcación y los familiares se pusieron muy nerviosos. «Él se asustó y me llamó. No le importó lo mucho que le costara la llamada. Fue muy emocionante», aseguró.
«Él me preguntaba que por qué tenía que irme si ya estaba orgulloso de mí y me podía pasar algo», explicó Yolanda. Su hijo acudió ayer a la charla y tenía razón. Sólo por la forma en que miraba a su madre mientras explicaba lo vivido, se podía ver el orgullo que le profesa. Así que reto conseguido.
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