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ARTURO REQUE
Lunes, 4 de julio 2016, 00:12
Que estamos totalmente absortos en nuestros propios asuntos y no somos capaces de observar lo que nos rodea es un mal que hemos aceptado con resignación dentro de nuestro propio bucle vital.
Los últimos años -¿qué digo?, la última década- la fijación generalizada que nos ha tenido obsesionados ha sido la economía, desde la macro a la particular, de las multinacionales y los bancos a los desahucios y el llegar a fin de mes. Realmente todo es economía como todo es política -pese a que nos guste decir aquello de «a mi no me interesa la política» o «yo de economía no entiendo nada»-. Afortunadamente, debajo de este «líquido amniótico» global en el que nos vemos obligados a movernos existen personas y colectivos que hacen de cordón umbilical con nuestro entorno natural ayudando a preservarlo.
El banco solidario que han subido recientemente bomberos de Marbella a la cima de La Concha (aspirante a ser considerado el mejor banco del mundo, aunque está generando opiniones encontradas), simboliza, al menos para mi, el esfuerzo realizado por muchas personas anónimas cuyos colectivos realizan importantes labores para atender situaciones no cubiertas por la Administración.
Recorrer Sierra Blanca por sendas perfectamente balizadas se debe a un grupo humano que bajo el nombre de Mujeres en las Veredas y tijera en mano, se encargan de mantener en buen estado. Imponentes caminos que arrancan como extensión de la propia ciudad adentrándose en la sierra junto a arroyos que muchos desconocen por encontrarse embovedados al llegar a la civilización, pero que debemos aprender a cuidar y respetar. Así lo hace el Gimnasio Zen de kárate al cual pertenezco desde hace más de treinta años y con el que celebramos cada mes de julio la entrega de cinturones negros en La Concha -al más puro estilo japonés y el Monte Fuji- mostrando nuestro máximo respeto por la montaña que decora nuestros días.
Nuestra sierra es un privilegio que nos ha tocado, que nos protege de los vientos y nos identifica. Cada vez son más los locales y visitantes que se animan a recorrerla, algo que es muy positivo para mantener las veredas despejadas de maleza y de paso servir como reclamo para ese turismo activo que tanto echamos en falta. Pero hay que controlar los excesos y abusos, dejar las malas costumbres urbanas en casa y adentrarse con la máxima empatía hacia la naturaleza. De esto saben muchos amigos como Pepe García Benítez en sus largos paseos con su perra Kika, Dolores Navarro y sus Mujeres en las Veredas, o Paco Portero tras sus rutas trotamundos que le llevan a la Concha a leer el libro de su mujer Rosa (Recuperar la luz) y que ha dejado allí mismo protegido de las inclemencias meteorológicas (y esperemos que de los vándalos), anticipándose al banco solidario, para quien quiera leerlo en la plenitud de este lugar imponente.
Ahora el banco permitirá mostrar la maravillosa vista de nuestra costa, multiplicándose los selfies por todas las redes sociales, mostrando su apoyo a la Asociación Piel de Mariposa, DEBRA. Pero recomiendo, tras observar con consciencia desde la cima ese mundo que nos rodea, leer algún capítulo de 'Recuperar la luz' antes de retomar el camino de regreso.
Pepe, Paco, Rosa o Dolores.personas anónimas que saben mirar el mundo con otros ojos.
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