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Mónica Pérez
Sábado, 2 de julio 2016, 01:42
«La situación me está amargando la vida. Después de 17 años trabajando en esto me estoy llegando a plantear si merece la pena seguir y, si no, ¿a dónde va uno?». Antonio Jiménez lleva cerca de dos décadas dedicado a dar portes con sus camiones trasladando hasta vertederos y puntos de reciclaje escombros procedentes de obras privadas en Marbella. En estos años ha conseguido hacerse con hasta tres camiones y un par de máquinas excavadoras. Desde que el pasado mes de marzo la empresa encargada de la explotación del centro de reciclaje de Marbella, ubicado junto al vertedero ilegal que acaba de clausurar el Ayuntamiento, decidió cesar su actividad, su día a día, dice este transportista, se ha convertido en un «sin vivir». No es el único. El cierre, decidido de forma unilateral por la empresa, del único centro ambiental del municipio ha desencadenado una situación incómoda y costosa para los empresarios dedicados al transporte de escombros y restos de poda que ahora deben trasladar la carga hasta la Cala de Mijas o Estepona, los más cercanos. Ello les está acarreando un sobrecoste que llegan a cifrar en un 30%. «No es sólo que en la planta de Mijas valga más cara la tarifa por tonelada, que lo es aunque sea poco, es que gastamos más en combustible, en mantenimiento del vehículo, perdemos más tiempo en la carretera y eso nos hace perder trabajo porque damos menos portes», explica Antonio García, sampedreño autónomo con dos camiones, quien asegura no entender «como una ciudad como Marbella, con la actividad urbanística que ha tenido siempre y que sigue teniendo, sobretodo ahora, no cuenta con un vertedero en condiciones para que se puedan llevar los escombros. Cerraron el vertedero, que entendemos que era ilegal, pero debió pensarse en una alternativa antes porque la empresa de reciclado tardó¡ muy poco en cerrar sus puertas», explica.
Los transportistas que trabajan en el término municipal están en pie de guerra por una situación que califican de «ilógica», especialmente en un momento en el que el sector de la construcción empieza de repuntar con más fuerza en Marbella que en ningún otro punto de la provincia de Málaga. «Adiferencia de otras zonas, la construcción vuelve a estar en pleno apogeo. Hablamos sobre todo de clientes de alto de nivel, viviendas de lujo, que no miran el precio, sino el servicio que se ofrece. Si antes daba al día 5 o 6 portes, ahora me quedo en tres. Con tanto desplazamiento y como están ahora las carreteras en pleno verano no te da tiempo a más. Eso repercute negativamente en nuestra imagen, el cliente no lo entiende, simplemente cree que no eres capaz de cumplir con tu trabajo», se lamenta Antonio Borrego. Este marbellero cuenta con una flota de cuatro camiones. Junto a los portes de escombros, trabaja también con la poda, ya que se encarga del mantenimiento de varias urbanizaciones.
Mientras, el ayuntamiento
Cuando el Ayuntamiento de Marbella ponía fin, el pasado mes de marzo, a 18 años de actividad irregular del vertedero de la carretera de Ojén, poco esperaba que ello desembocara en que el municipio, uno de los más grandes y poblados de la provincia, se quedara sin un solo punto de tratamiento de residuos inertes como escombros y restos de poda. Sólo unos días después de ser clausurado el vertedero, la empresa Centro Logístico Huerta del Peñón S.L, que venía gestionando desde 2002 el centro ambiental mediante una concesión administrativa municipal por 20 años, comunicaba el cese de la actividad debido al perjuicio que, indicó, le acarreaba el cierre del vertedero anexo a las instalaciones y del que, según el Consistorio, se beneficiaba a «coste cero».
La empresa llegaba a solicitar la rescisión del contrato, y de hecho, según ha podido saber este periódico de fuentes municipales, ha entregado hasta las llaves al Ayuntamiento.
El equipo de gobierno trata ahora de poner orden en esta situación. Se encuentra a la espera de los informes jurídicos que determinen si se adoptan acciones legales contra la empresa por el cese unilateral de la actividad. De forma paralela, ha abierto el concurso público para la contratación de una empresa que se encargue de la recogida de este tipo de residuos públicos y de pequeños privados, para su traslado a las plantas de tratamiento cercanas en Mijas o Estepona. ¿Qué ocurre entonces con las empresas privadas que trabajan con grandes obras y urbanizaciones? De momento no hay una solución a corto plazo. Fuentes municipales confirman que dependerá del procedimiento que se siga contra la concesionaria de la planta de reciclaje que ésta puede volver a abrir sus puertas, ya sea con los mismos gestores que hasta ahora si se alcanzara algún tipo de acuerdo o con una nueva concesionaria, para lo que habría que convocarse un concurso público. En cualquiera de los casos, no parece que antes de final de años haya una solución definitiva para el asunto.
Aseguran los transportistas que ese incremento de gastos apenas pueden repercutirlo en las tarifas que presentas a los clientes. «En el caso del mantenimiento de las urbanizaciones que llevo, trabajamos con presupuestos anuales cerrados», indica Borrego. José Ortega es tajante cuando se le pregunta si no es posible elevar los precios que ponen a los clientes: «estamos entre la espada y la pared porque no podemos perder clientes. Si subimos los precios se van a buscar a otros que puedan hacerlo por menos dinero».
Alguno de los afectados saca a relucir la presencia de «ilegales», pequeños camiones sin licencia que, aseguran, intentan tirar los precios aprovechando la situación. «Lo que ocurre es que luego esos escombros o restos de poda que recogen no acaban en un vertedero ni en un punto de reciclaje, sino en descampados repartidos por el municipio. Están tirando en los llanos, en la zona de la Cañada, donde pillan, hay zonas que están asquerosas», apunta el sampedreño Antonio García, propietario de dos camiones.
Pero la competencia parece que no llega sólo de los ilegales. Aseguran que transportistas de Estepona, donde las empresas locales, según indican, disfrutan de «tarifas más asequibles en su punto de vertidos», han empezado a aparecer por Marbella con el objetivo de captar nuevos clientes. «Si eres de Estepona te hacen una rebaja y eso sí les permite a ellos venir a Marbella con precios más bajos con los que nosotros no podemos competir», indica José Ortega.
«La situación ha llegado a ser límite. Los gastos crecen, y esto parece que va a tardar en solucionarse y así no podemos seguir los transportistas», explica Ana Flores, empresaria del sector.
«Si antes con 50 euros de gasoil me daba para dos portes, ahora con 100 no me alcanza ni para volver del tercero», apunta Antonio García.
La gran mayoría de los transportistas está optando por el centro de la Cala de Mijas, especialmente por el sistema tarifario, en toneladas, y no en función de lo que mida el vehículo, como en Estepona. «A Estepona no te puedes ni acercar, porque la tarifa es la misma lleves el camión lleno o con dos palmos de poda», comenta Antonio Ortega.
La intensidad del tráfico que soporta la A-7 a su paso por Mijas, Marbella y Estepona en esta época del año, no hace más que empeorar la situación. «El otro día tardé dos horas menos cuarto en dar un porte porque hubo un accidente», narra Antonio Jiménez. «Cuando llegas tarde al siguiente cliente o simplemente no llegas a tiempo para darle el servicio, ¿cómo le explicas que la culpa no es tuya?».
Ante el escenario que se les presenta este verano, han empezado a organizarse para hacer presión de forma conjunta y pedir una solución al Ayuntamiento.
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