

Secciones
Servicios
Destacamos
Leandro Pavón
Miércoles, 18 de mayo 2016, 01:13
Dos semanas sin parar de salvar vidas dan para mucho. Los bomberos Guillermo Farrés, Joaquín Higueras y Antonio Jesús García partieron en marzo hacia la isla de Lesbos para estar durante 15 días en labores humanitarias y participar en las tareas de rescate de refugiados sirios que cruzaban el mar Egeo. Pese a que hace ya más de dos meses que del viaje desde Málaga a Grecia, todavía guardan imágenes impactantes en su cabeza. Ayer, Farrés e Higueras realizaron una charla en el polideportivo El Carmen en donde compartieron las experiencias vividas.
«La primera barca que vas a rescatar es todo un bofetón de realidad. Empiezas muy motivado creyendo que vas a salvar el mundo, y te das cuenta de todo lo que hay. Desde el primer momento que pones el pie en la isla ves que nada es como te lo imaginabas», explicó Farrés, operario que trabaja en el parque de Estepona.
Lo presenciado por estos dos bomberos en sus dos semanas en Lesbos superó todas sus expectativa. «Hemos visto desde niños pequeños empapados a las tres de la mañana dentro de una zodiac con un motor de 15 caballos a mujeres embarazadas. Hubo una señora que aún llevaba los puntos de la episiotomía tras haber dado a luz pocos días antes y le estaba dando de mamar al bebé en la misma orilla, cayendo chuzos de punta», relató el operario de Estepona.
El trabajo de campo en el propio territorio griego también fue complicado. Según Higueras, del parque de bomberos de Fuengirola, los grupos se dividían en dos rescatadores y un patrón para el mar, y otros tres rescatadores en tierra. Pero cualquier movimiento para actuar tenía que ser autorizado por los guardacostas.
«El procedimiento era de si veíamos una embarcación, avisar a los guardacostas y esperar la confirmación de que podías ir a socorrerlos. Si su motor estaba bien, sólo les guiábamos a tierra, pero si había algún problema, intentábamos repararlo. Todo eso con el peligro de que si había oleaje podían volcar ya que el patrón de su barca no solía saber nada de navegación», narró Higueras.
Encarcelados
Esos permisos se pedían siempre y cuando los refugiados aguantaran dentro de los llamados 'dingui'. Si volcaban, directamente llamaban a los guardacostas para pedir ayuda, pero siempre con el temor de enfrentarse a algún problema. Esta ONG ya tiene malas experiencias en estos casos, ya que los tres bomberos encarcelados mientras prestaban labores humanitarias el pasado mes de enero pertenecían a ella. «Cada vez que llamaban los guardacostas, nos echábamos a temblar porque no sabíamos si era para encerrarnos», apuntó Farrés.
Según relataron los dos viajeros, los mayores problemas se daban por la noche. Era entonces cuando menos vigilancia costera había y cuando mayor número de personas intentaba cruzar el mar Egeo. «El mayor número de personas llegaba entre las tres y las siete de la mañana», matizó Higueras. Una vez conseguían llevar a tierra a los refugiados, procedían a quitarles el salvavidas y a ofrecerles una manta. Ambos elementos estuvieron presentes durante la charla de ayer.
El mayor golpe moral que se llevaron estos dos cooperantes era a la hora de llegar a puerto. «En la playa entras en la rutina del rescate, pero el mayor problema es cuando llegas al puerto a ayudar en el embarque y ves que son familias, como las de cualquiera. Y esto le puede pasar en cualquier momento a cualquier país», afirmó Farrés.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.