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Leandro Pavón
Domingo, 10 de enero 2016, 00:20
El viandante que pasee por Estepona cualquier fin de semana puede encontrarse un sin fin de personas paseando a su perro. El municipio es eminentemente amante de estos animales y la labor de colectivos como la Asociación de Derechos de Animales Abandonados (Adana) resulta fundamental para que los canes abandonados tengan un hogar. «En un fin de semana, dos de cada tres grupos de personas que ves por el Paseo Marítimo llevan un perro, pero suelen ser comprados. Tenemos que intentar que los esteponeros se conciencien en adoptar», asegura la coordinadora de voluntarios y adopciones de esta asociación, Amanda Buss.
Durante 2015 Adana celebró su 25 aniversario. En esos 12 meses han celebrado fiestas y actividades conmemorativas por tan largo recorrido. Pero entre celebraciones, la cantidad de perros abandonados que llegan al refugio que tienen a la falda de Sierra Bermeja sigue siendo incesante. En la actualidad se hospedan más de un centenar de ejemplares entregados en sus dependencias.
«Nos llegan todo tipo de perros, pero en Estepona abundan los podencos en las casas diseminadas. No tienen porque ser abandonados, pero si anda suelta una hembra, cada año tiene una camada de ocho cachorros», explica Buss, que lleva dos años trabajando en este refugio y ha visto pasar todo tipo de ejemplares.
«El tiempo que pasan aquí es indeterminado. Si nos llega un cachorro muy mono puede que esté aquí menos de un día. Sin embargo, tenemos perros que llevan aquí cinco», apunta la cuidadora. Los animales pueden estar largo tiempo en la perrera ya que la asociación se opone al sacrificio de los perros abandonados, salvo en excepciones como enfermedades incurables.
Pese a que el colectivo está ya más que asentado en la ciudad con un refugio y una tienda para recaudar fondos, la participación en la asociación es prácticamente de residentes extranjeros. «Estamos tratando que los esteponeros participen más como voluntarios, pero no sabemos porqué no terminan de entrar. El 75 por ciento somos extranjeros», explica Buss, quien hasta hace pocos meses era voluntaria antes de pasar a formar parte de los tres contratados que tiene Adana.
Los voluntarios se mantienen en el refugio durante toda la mañana. Allí se dedican a limpiar las ocho jaulas y su correspondiente parte exterior en las que están los perros durante todo el día y a ayudar en todas las labores que puedan. También juegan con los animales «para que no se sientan tristes, ya que se pasan toda la tarde solos», a la vez que evalúan el comportamiento de cada uno para saber si lo tienen que cambiar de jaula.
Costear la adopción
Adana se dedica a cuidar de los perros abandonados que le lleva la gente -ellos no los recogen-, pero su principal labor es evitar que la gente los abandone. «Para ello establecemos una cuota cuando alguien viene a dejarnos el perro. Podríamos no cobrar nada, pero si fuera gratis, podrían dejar aquí a su mascota, arrepentirse y al mes recogerla para volver a arrepentirse», aclara Buss.
El dueño tendrá que pagar 200 euros para ceder el animal, pero si lo lleva alguien porque estaba abandonado no cobran nada. Para adquirir uno de los perros del refugio hay que pagar 150 euros. «El perro sale de aquí con la vacuna, castrado y con chip. En una hembra solo la castración por un veterinario valdría 250 euros», añade la coordinadora.
La falta de voluntarios españoles en el refugio también estimula que haya adopciones que se den fuera de nuestras fronteras. La colaboración de la asociación con otros colectivos en Holanda, Alemania o el Reino Unido hace que gran parte de sus adopciones se den en otros países.
«A países europeos trasladamos a los perros en avión, que solo nos cuesta 40 euros más por el traslado en avión. Sin embargo, para el Reino Unido tenemos que mandarlo en coche, y este eleva los gastos», afirma Buss.
Durante estos 25 años, Adana se mantuvo gracias a los voluntarios, que no solo participan en las labores dentro del refugio o en la tienda. «También tenemos casas de acogida para cuando los perros son muy pequeños y no pueden soportar el frío, o para cuando tienen que volar», especifica la coordinadora, quien espera que la labor de la asociación se prolongue otros 25 años más.
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