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Mar García
Lunes, 27 de octubre 2014, 00:46
Hace tres años se fue a vivir con su hermana a un pequeño pueblo alemán cerca de Frankfurt, con el objetivo de buscar un empleo, ya que la empresa que había montado con otros dos amigos no sobrevivió a la crisis. A las dos semanas consiguió una entrevista, a través de un amigo de su hermana, en una empresa de proyectos eléctricos y de telecomunicaciones, con el compromiso de seguir aprendiendo alemán. A los cinco meses, lo trasladaron a la sede central, en Ludwigsburg, cerca de Stuttgart, estado de Baden-Württemberg y desde entonces no ha vuelto a Mollina, su pueblo natal, nada más que en vacaciones.
Se buscó una vivienda, pero la más cercana la tenía a una hora y media del trabajo, ya que, según cuenta Gerardo, encontrar un piso en Ludwigsburg «es algo realmente dificil, ya que son muchísimas las personas que trabajan en esta región, cuya tasa de desempleo no llega al 3 por ciento».
A principios del año pasado se mudó a Ludwigsburg y al poco tiempo se fue a vivir con él su novia, Abby, de nacionalidad americana que trabaja como English Trainer para distintas empresas.
Cuando Gerardo se fue a Alemania, era la primera vez que vivía fuera de España, aunque asegura que siempre deseó vivir un tiempo en el extranjero, pero por motivos laborales nunca tuvo esa oportunidad. Afirma que es algo que le satisface enormemente, «es enriquecedor y aunque al principio es todo muy duro, tiene su recompensa y además, vivir en el centro de Europa me ha permitido visitar otros muchos países cercanos a pocas horas de camino».
La especialidad de este joven mollinato es en la ingeniería fotovoltáica, aunque en su empresa trabaja en proyectos de toda clase. Diseña instalaciones de alta tensión, de suministro energético, de domótica, energías renovables, entre otras, ya que su empesa trabaja grandes edificaciones como hospitales, aeropuertos, fábricas y edificios empresariales. Actualmente trabaja en el proyecto de un nuevo hospital universitario en Heidelberg.
Gran salto en su carrera
Gerardo cree haber dado un gran salto en su carrera y afirma que «en Alemania se valora muchísimo la ingeniería, en la que se invierte muchísimo dinero, empleándose sistemas que antes desconocía». Explica que se construyen edificios inteligentes, equipados con instalaciones que persiguen una mayor seguridad, comfort y ahorro energético. «Estoy aprendiendo mucho. Además, los jefes valoran tus iniciativas y tus esfuerzos casi siempre tienen recompensa». Sin embargo, piensa que lo más dificil es el idioma y que aunque al principio no se enteraba de nada, ya ha conseguido el B2 en alemán. No obstante, asegura que el tener familia en Alemania le ha facilitado mucho.
Gerardo lamenta la situación que hay en España donde «la crisis ha dejado a miles de ingenieros en el paro y las empresas son cada vez más exigentes», y piensa que «el tener un título universitario ya no te garantiza nada en España». Es por ello que recomienda a los españoles que no encuentran trabajo «que no tengan miedo a salir, que vayan con ganas, tomándoselo como una experiencia nueva y enriquecedora y no como un último recurso».
Su sueño sería volver a Málaga, «excepto por el trabajo, no la cambiaría por nada. Como en casa, en ningún sitio. Además, me gustaría poder volver a montar un negocio, pues aún sigo con el gusanillo emprendedor», apunta Gerardo, aunque añade que también están valorando mudarse algunos años a Estados Unidos, «hasta que mejore la situación de España».
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