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Ana Pérez-Bryan
Miércoles, 8 de marzo 2017, 00:58
A la hora de hablar de brecha salarial entre hombres y mujeres se plantea una duda más que razonable: ¿es posible que ante el mismo puesto de trabajo, la misma responsabilidad y la misma categoría una mujer cobre menos que un hombre? La respuesta es «no», y la avanza la inspectora de Trabajo y especialista en cuestiones de discriminación y desigualdad Dolores de la Fuente, que ayer visitó Málaga para participar en un encuentro organizado por UGT con motivo del Día Internacional de la Mujer. «Esas diferenciaciones de sueldos por los mismos puestos se hacían en la época de Franco, pero afortunadamente en la actualidad eso ya no existe», avanza la especialista.
Ahora bien, ¿cómo es posible, entonces, que se hable de brecha salarial y de una diferencia de sueldos que en el caso de Málaga ronda el 28%? De la Fuente insiste en que ya no hay diferencia de salario por el ejercicio del mismo puesto, pero sin embargo sí constata que la brecha salarial existe, y es el resultado de una valoración mucho más compleja y amplia sobre las probabilidades reales que tienen ellos y ellas de acceder a determinados puestos de trabajo o de promocionarse en la misma empresa.
«Una parte de la brecha salarial se resuelve en las propias empresas aplicando los protocolos de igualdad, pero sin embargo hay otra parte muy importante de esta discriminación en salarios que está en la sociedad», reflexiona la inspectora de Trabajo. En este sentido, De la Fuente alude a los diferentes convenios colectivos pactados «en los que algunas categorías profesionales cobran menos que el resto», y estas categorías a veces coinciden con puestos que mayoritariamente desempeñan las mujeres, como por ejemplo las tareas de limpieza. Por sectores productivos también se aprecian estas diferencias, y casualmente los salarios más altos corresponden con empleos donde la presencia masculina es muchísimo mayor que la femenina: «Sectores como el del metal o la siderurgia tienen sueldos más elevados que sectores que normalmente ocupan mujeres, como el cuidado profesional de niños o personas mayores», explica De la Fuente, quien entra de lleno en esa realidad paralela de «cómo se valora la importancia de cada uno de estos trabajos en la sociedad». Y pone otro ejemplo: «¿Cuánto pagas por hora a una mujer que cuida de tus hijos y cuánto pagas a un fontanero?».
En esas diferencias es donde se produce y se agranda la brecha salarial, del mismo modo que un hombre, por el propio hecho de serlo, «tendrá más probabilidad de promocionar en su trabajo porque él no tendrá hijos ni pedirá reducciones de jornada». Es decir, tiene más opciones de tener mejor sueldo si se compara con una mujer.
A juicio de la especialista, «las leyes actuales y los mecanismos de tutela están bien y son suficientes», de ahí la importancia añade de promover un cambio de mentalidad social que acompañe al marco legal. «Y de saber detectar exactamente dónde están esas brechas salariales», concluye.
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