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Francisco Jiménez
Martes, 16 de agosto 2016, 01:37
El pequeño Jorge vino al mundo el pasado día 3, pero no ha sido hasta una semana después cuando por fin figura en el libro de familia. Cierto es que a efectos legales no tiene consecuencia, pero la realidad es que mientras no estuviera inscrito su padre no podía tramitar la baja laboral. ¿Por qué no lo hizo antes? Pues porque el Registro Civil está literalmente colapsado y no hay citas disponibles hasta dentro de tres semanas. «En el trabajo me dijeron que si no lo arreglaba antes, este mes sólo cobraría los dos primeros días de agosto», comenta José, ya más aliviado. Eso sí, tras pegarse un buen madrugón, ya que a las seis de la mañana ya estaba plantado a las puertas de las oficinas, en la Ciudad de la Justicia, para conseguir alguno de los 15 ó 20 números que, según el día, se reparten manualmente y sin una hora de atención adjudicada, por lo que la espera se suele alargar. En el caso de José, hasta las 13.00 horas no salió con la página del libro de familia con el nombre de su tercer hijo.
Más temprano aún, a las cinco de la mañana, puso el despertador el marido de Micaela Navarro para poder inscribir a su nieta, que nació el fin de semana anterior. «Le han dado el 3, así que hay quienes han madrugado más aún. Esto no puede ser», critica la abuela.
Lejos de ser una excepción, la escena de usuarios guardando cola mucho antes de que abran las dependencias se ha convertido este verano en algo habitual, especialmente los lunes al acumularse todos los nacimientos y bodas del fin de semana. El atasco que padece el Registro Civil de Málaga no es nuevo, ya que así lleva desde que arrancó el verano. Pero tampoco lo es el origen del problema: la falta de personal en una plantilla que se ha quedado corta, lastrada más aún por el periodo vacacional de los 26 trabajadores que la conforman, de modo que el servicio, dependiente de la Consejería de Justicia, suele estar a poco más de la mitad mientras se siguen tramitando unas 350 gestiones diarias.
«El Registro Civil no entiende de vacaciones, porque sigue viniendo el mismo volumen de ciudadanos a hacer gestiones. El problema es que la plantilla no se ha incrementado en la última década, mientras la población y la demanda siguen creciendo», advierte el representante del Sindicato Profesional de Justicia (SPJ-USO), Agustín Soler. En la misma línea se expresael responsable provincial del Sindicato de Trabajadores de la Administración de Justicia (STAJ), Juan Antonio Luque, quien remarca que, ante la imposibilidad de que se contrate a personal de refuerzo, la solución pasa por aumentar la plantilla y por recuperar la apertura en horario de tarde, un servicio que se puso en marcha en 2007 aliviando la situación pero que fue víctima de los recortes en marzo de 2013.
El resultado es que, salvo la alternativa del madrugón para hacer cola y hacerse con los preciados números, conseguir cita a través de la web ws073.juntadeandalucia.es es sinónimo de demora. Para las inscripciones de nacimientos o matrimonios religiosos, el retraso es de tres semanas. Para el resto de servicios (expedición de fe de vida, expedientes o información de bodas civiles, o para tramitar la nacionalidad), el portal directamente responde con un «No existen citas disponibles». Unas consecuencias que también ha sufrido Raquel Recio, que ha tenido que acudir a las oficinas en dos ocasiones para oficializar su matrimonio. «Me dijeron que había retrasos, así que he venido pronto ya que me pilla cerca de casa y, al menos, he conseguido que me den cita, aunque no sé cuándo me tocará», explica esta joven consciente de que, al margen de la veintena de números que se distribuyen a primera hora entre quienes guardan cola, también están las concertadas por Internet. «Como se prevé que no todos los que tienen la cita por Internet van a venir o que a lo largo de la mañana puede haber algún hueco, se reparten algunos números», comenta uno de los trabajadores del Registro, quien apunta otro matiz para explicar por qué el colapso se agrava estos días: la demanda de certificados de fe de vida para pensiones en el extranjero, ya que los países suelen reclamar a comienzos de año y en agosto. «Se juntan el hambre y las ganas de comer», resalta.
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