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Juan Cano
Domingo, 15 de mayo 2016, 02:36
El principal requisito era la discreción. El trabajo consistía básicamente en acompañar a mujeres de «alto standing» y mantener sexo con ellas en un hotel. El precio del servicio oscilaba entre 100 y 300 euros en función del «grado de satisfacción» de las clientas. Los interesados llamaban al teléfono móvil que figuraba en el anuncio y de ahí eran derivados a un número de tarificación especial con la excusa de dar sus datos personales para conseguir el empleo. Cuando marcaban el 8xx, la teleoperadora se encargaba de eternizar la conversación. Al recibir la factura, comprendían que habían sido engañados. Hay quien pagó 500 euros por una llamada. Incluso más.
En realidad, se trataría de una modalidad algo más sofisticada del timo del gigoló, según la investigación. Sus víctimas se contarían ya por decenas algunas fuentes consultadas hablan de más de medio centenar de denuncias que se podrían relacionar con esta trama y se reparten, entre otras, por las provincias de Málaga, Sevilla, Cádiz, Madrid, Barcelona o Teruel.
La Policía Nacional, que investiga desde hace meses a un grupo organizado que operaba desde la capital malagueña (tenían la oficina en el Centro histórico), ha detenido en los últimos días a más de 40 personas en distintos puntos de la provincia. Entre los arrestados se encuentran desde los presuntos cabecillas y sus más estrechos colaboradores hasta las teleoperadoras que se limitaban a atender los teléfonos.
La mayoría de los detenidos quedaron en libertad en comisaría y sólo siete los que para la investigación tendrían un mayor grado de responsabilidad en la supuesta estafa ingresaron en los calabozos. Ayer, unos y otros comparecieron ante el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Málaga, en funciones de guardia. Según confirmaron a SUR las fuentes consultadas, casi todos se acogieron a su derecho constitucional a no declarar y quedaron en libertad con cargos a la espera de que avancen las diligencias del caso, que la policía ha bautizado como operación Imperium.
La investigación sitúa en la cúpula de la organización a dos hermanos. Sobre el papel, las empresas que habrían manejado se dedicaban a explotar líneas eróticas o del tarot, una actividad a priori legal. Sin embargo, la policía averiguó, siguiendo el rastro de las denuncias, que algunas de las teleoperadoras también tenían la misión de, supuestamente, captar víctimas para el timo del gigoló.
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