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Francisco Martínez, tras la entrevista, en uno de los pasillos de la Subdelegación del Gobierno en Málaga.
«El caso de los cursos de formación tiene ya las mismas dimensiones que el de los ERE»

«El caso de los cursos de formación tiene ya las mismas dimensiones que el de los ERE»

El Secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez, asegura que no hay una amenaza particular sobre España en el terrorismo yihadista, pero sí sobre el conjunto de los países occidentales, «y nosotros somos parte de ese club»

Juan Cano

Domingo, 5 de abril 2015, 01:16

Tras unos días frenéticos por la crisis de los Alpes, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Vázquez (Madrid, 1975), ha viajado a Málaga para inaugurar el Servicio de Atención a Turistas Extranjeros (SATE) de Benalmádena. En una entrevista concedida a SUR, repasa la actualidad del departamento que dirige, desde la amenaza yihadista, la seguridad aérea o las operaciones contra la corrupción. El caso de los cursos de formación, dice, tiene ya unas «dimensiones similares» al de los ERE por la cifra de imputados y el volumen de lo defraudado.

El de Benalmádena es ya el quinto SATE de la provincia. ¿El objetivo es que haya uno en cada ciudad de la Costa?

Hemos emplazado a los alcaldes a que hagan un esfuerzo para implantarlos. Hay que buscar unas dependencias, coordinar a los técnicos municipales para reforzar el trabajo de Policía y Guardia Civil... El objetivo es atender a cuantos más turistas, mejor. Y, a ser posible, en su idioma.

¿Qué perciben de los usuarios que ya han pasado por estas oficinas?

Para ellos es una experiencia magnífica. Se ha incrementado el número de atenciones, lo que no significa que haya más delitos, sino que los turistas conocen este servicio. De entrada, se sorprenden de que les hablen en su idioma y de la agilidad con la que se hacen las gestiones. Queremos contribuir al gran activo que es la industria turística para el país.

Su visita a Málaga ha coincidido con un nuevo crimen machista en la provincia. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?

La lucha contra la violencia de género sigue siendo un gran desafío que no solo afecta al ámbito policial. No se debe hablar de estadísticas en términos comparativos, porque la única cifra satisfactoria es cero. Hemos impulsado iniciativas muy importantes, como una plataforma donde evaluar el riesgo de las mujeres para hacerles un seguimiento integral. Dondequiera que se desplace por vacaciones o cambio de trabajo, ese sistema genera automáticamente una serie de alertas al cuerpo policial más próximo para que la atienda de forma inmediata. Nuestro objetivo es que todos los ayuntamientos y comunidades autónomas se integren en el sistema, como han hecho Castilla y León, Cantabria o Andalucía. Creo que es una buena herramienta, así que vamos a seguir empeñados en incorporar al resto. Pero luego hay un porcentaje de casos en los que, como ocurre en éste de Alhaurín de la Torre, no hay denuncias previas y por tanto ahí tiene que funcionar la pedagogía, la sensibilidad social.

¿Cómo ha evolucionado la delincuencia en Málaga este año?

Bien. Los delitos siguen descendiendo, sobre todo en las tipologías que más nos preocupan, como los robos en viviendas o en el campo. Pusimos en marcha 94 equipos ROCA de la Guardia Civil y el descenso de los robos al sector agrícola ha sido del 12% en España y del 19% en Málaga, una de las provincias donde estamos más satisfechos. La Guardia Civil ha hecho un trabajo impecable.

Dijo recientemente que la Costa ya no era refugio para delincuentes internacionales, pero se siguen produciendo alijos casi a diario y, cada cierto tiempo, algún ajuste de cuentas o la detención de un fugitivo.

Lamentablemente es así, pero me reitero en que se ha hecho un esfuerzo enorme para evitar asociar la Costa del Sol a un paraíso para el crimen organizado. Queremos desterrar la imagen de que los delincuentes internacionales tienen aquí su refugio.

¿El blanqueo se ha convertido en la principal herramienta para luchar contra estas bandas?

Sin duda. Atacar las fuentes de ingresos con los instrumentos del blanqueo es lo más eficaz. La forma más contundente de luchar contra el crimen organizado es empobrecer a los delincuentes. Y no sólo privarlos de sus bienes, sino que reviertan en el Estado mediante el comiso y la oficina de recuperación de activos.

¿Cómo se va a articular el comiso de los bienes?

Estamos estudiando varios modelos, como el británico o el francés. Tenemos que darle forma al proyecto y ver cómo se organiza esa oficina. Hay que tener en cuenta la problemática jurídica y que los funcionarios gestionen esos bienes, ya sea para enajenarlos o ponerlos a disposición de la Administración. Nuestro empeño es tener una buena oficina de gestión de esos activos porque se puede recuperar mucho dinero para el Estado, como ocurre en Francia. Aquí, en ocasiones, lo que nos generan es un coste.

Ha estado en el gabinete de crisis en el caso de los Alpes. Con la información que maneja, ¿qué se podía haber hecho para evitarlo?

Es una pregunta muy difícil. Creo que si hay un ámbito en el que las medidas de seguridad son muy intensas es en la aviación civil. No sé qué reflexiones se van a plantear. Es un terreno en el que está todo pensado para que la seguridad prevalezca sobre todo lo demás, incluso sobre la propia comodidad. Es difícil hablar de fallos en este caso. Hay una investigación en marcha y hay que ver qué responsabilidades se pueden depurar, más allá de la del propio copiloto, y si se van a tomar medidas en el ámbito de la seguridad. Lo que ha pasado es algo tan excepcional e imprevisible que yo no me atrevo a decir por dónde van a ir estas conclusiones. No es consuelo para las víctimas, pero todo me lleva a pensar que no ha habido fallos por descuidos, sino que a veces las fatalidades y las tragedias están ahí.

¿Cómo puede afectar a la industria turística el sentimiento colectivo de miedo que suscitan sucesos como éste o el del atentado de Túnez?

Creo que los millones de ciudadanos del mundo libre son conscientes de que al terrorismo hay que vencerlo con entereza, como ha pasado en España con ETA, con una apuesta por nuestros modelos de vida y convicciones. Los terroristas se van a topar siempre con una dificultad para lograr su finalidad, que es provocar terror, como se explica muy bien en la reforma del Código Penal. Es precisamente lo que han hecho en Túnez, un país donde el turismo es muy importante, atacando esa fuente de ingresos. Hacer daño donde más duele y al mismo tiempo sembrar terror no sólo en los tunecinos, sino también entre los turistas. Pero los terroristas no pueden triunfar en su propósito.

¿El nivel de aleta ha variado?

No. El nivel de alerta subió el 7 de enero después de los atentados de París. El ministro del Interior lo elevó de nivel 2, grado de intensidad alto, a nivel 3, grado bajo. Y de ahí no se ha movido. Se decidió por el escenario internacional, no tanto porque en España hubiera una amenaza singular, pero no estamos al margen de lo que suceda en el resto del mundo y mucho menos en Europa. No había una amenaza específica sobre España, pero es verdad que había unas circunstancias que parecían aconsejar que nosotros tomásemos una decisión a la vista de cómo se estaba complicando el escenario sobre el conflicto con los países occidentales.

¿Sigue sin existir esa amenaza?

Sí, aunque continúa existiendo una grave amenaza sobre el conjunto de los países occidentales y nosotros somos parte de ese club.

¿Qué implica subir ese peldaño en el nivel de alerta terrorista?

Bueno, digamos que se presta mayor atención a determinados puntos que resultan más vulnerables frente a la amenaza terrorista, como la protección de infraestructuras críticas por lo dramático que sería que se produjesen atentados contra ellas. Hemos dedicado unidades de reserva de la Guardia Civil y de intervención policial a hacer labores de lucha antiterrorista para reforzar la vigilancia. Pasar a nivel 3 significa que, además de los recursos habituales que se destinan a este tipo de temas, se le suman otros para controlar sitios donde hay mayor concentración de personas, como pueden ser grandes eventos o centros de transporte.

¿El yihadista es el terrorismo más difícil de combatir?

Sin duda, ha variado su modus operandi. Estamos en otra generación de terrorismo yihadista, este no tiene nada que ver con el 11-S o el 11-M, ahora estamos frente a otro terrorismo individual, el actor solitario, cuya adhesión a la organización muchas veces es sólo intelectual y tiene mínimos contactos con ella. Es un sujeto que se radicaliza en Internet, no a través de las mezquitas, y muchas veces en redes sociales. Los líderes carismáticos lo que hacen es un gran llamamiento a cometer la acción de martirio donde se pueda, como se pueda y contra quien se pueda. Hay que hacer mucho trabajo de información, compartir inteligencia, controlar muy bien a estos individuos y concienciarse de que es imposible combatirlo desde la acción unilateral de un Estado.

Es más peligroso por ese componente fanático e imprevisible...

Yo diría que sí. Desde luego, es un terrorismo de nuevo cuño que nos supone un desafío muy complejo.

¿Qué mensaje trasladaría a la ciudadanía?

Sabiendo que la seguridad absoluta no existe y que esta amenaza es real y que afecta a España, al igual que a otros países, yo creo que se han tomado muchas decisiones acertadas y a tiempo. Esto no quiere decir que haya que transmitir la idea de que aquí no va a pasar nada, eso sería una insensatez absoluta. El mensaje sería: la amenaza es real, pero hay que tener confianza en las Fuerzas del Estado y la lucha antiterrorista. Por otra parte, había decisiones que adoptar en el terreno legislativo y se han tomado, como por ejemplo la reforma del Código Penal o la de la Ley de Enjuiciamiento criminal, que va a regular la figura del agente encubierto virtual, algo importantísimo para que podamos entrar en el mundo de Internet y llegar al corazón de los foros de reclutamiento.

¿Cómo cree que están contribuyendo las redes sociales a crear ese clima de terror, por ejemplo, con mensajes de falsos atentados?

Esa es la parte perversa de las redes. Sería imposible entender la dinámica del terrorismo yihadista sin ellas, y estaríamos ciegos si no supiésemos lo que está pasando en Internet. La propagación de sus doctrinas, las actividades por las que reclutan nuevos adeptos, la logística, el adoctrinamiento no sólo intelectual, sino también en el manejo de armas y explosivos, se propaga por las redes. Manejan muy bien esos códigos.

¿Tienen expertos en redes, como un community manager del terror?

Sin duda. Ese lenguaje lo dominan muy bien y su misión es expandir el terror.

¿Málaga es una zona sensible?

No, a mí no me gustaría trasladar esa imagen. Es una zona de interés, como tantas otras. En España hay una comunidad musulmana muy bien integrada, con arraigo, y en la Costa del Sol también es así. Sus representantes son los primeros interesados en ser los mayores cómplices del Gobierno en esta lucha contra el terrorismo. A partir de ahí, lo que hay que evitar es que algunos lugares se conviertan en centros de radicalización. Pero yo no quisiera decir con eso que la Costa, o determinadas zonas de Málaga o Andalucía, son especialmente sensibles o peligrosas. Hay muchos lugares en España donde hay una comunidad musulmana perfectamente integrada.

Las operaciones Edu y Barrado contra el fraude en la formación suman ya más de 150 detenidos. ¿Le está sorprendiendo el resultado?

Está sorprendiendo la dimensión, pero también es verdad que hay muchos recursos policiales dedicados a estas investigaciones y lo que pone de manifiesto es que los poderes públicos tienen el principio firme de combatir este tipo de hechos. El gobierno tiene el compromiso contundente de luchar contra la corrupción y contra toda clase de fraude.

¿El caso de los ERE se va a quedar pequeño al lado de éste?

Es difícil anticipar eso todavía, pero sí es cierto que podemos estar hablando al menos de un fraude de la misma dimensión en cuanto a amplitud y dinero defraudado.

¿Existe una pugna entre la Policía (Edu) y la Guardia Civil (Barrado) por quedarse con la investigación?

Todas estas operaciones tienen como característica que están dirigidas por jueces y ellos tienen un amplísimo margen para decidir cómo llevan la investigación, incluso a qué fuerza instructora se la encargan. No es una decisión política. Yo creo que estamos siendo coherentes con un principio esencial de nuestro sistema que es la autonomía de los órganos judiciales.

Ha habido críticas a la última redada, que acabó con todos los detenidos en libertad. ¿Qué responde a los que piensan que se pudo resolver con una citación en el juzgado?

Tengo la plena convicción de que tanto Policía como Guardia Civil cuidan de forma escrupulosa no producir interferencias políticas ni mediáticas. Son sensibles al trabajo que les ha marcado la autoridad judicial y a que se pueda malinterpretar. Además les incomoda, como es lógico, que se pueda sacar un rédito mediático o político de una operación, y lo cuidan.

O sea, que no la considera una operación mediática.

En absoluto, las operaciones son mucho más complejas que la apreciación que se tiene cuando trasciende a los medios de comunicación. Hay un montón de claves que no conocemos, por tanto no tengo ninguna duda de que Policía y Guardia Civil son tremendamente profesionales y nunca permitirían que su trabajo se prestara al aprovechamiento ajeno a lo que es la finalidad de su trabajo y eso es lo que me han demostrado.

¿En qué punto está el plan para dotar de chalecos a todos los agentes?

No sé decirle en qué punto estamos, pero sí que hay un compromiso muy claro de Interior que no se puede llevar a cabo de la noche a la mañana. Nos gustaría que ningún policía perdiese la vida por hacer su trabajo, pero desgraciadamente ha habido dos víctimas (en Málaga y Vigo) en el último año. Hay cosas que no se pueden evitar, pero si una fórmula es proporcionar los equipos adecuados, incluso en esta época de estrecheces, vamos a hacer el mayor esfuerzo posible para que lo tengan todos aquellos agentes que lo necesiten por la labor que desempeñan.

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