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Sábado, 27 de diciembre 2014, 00:50
Los orígenes de Vélez-Málaga no parecen muy claros. Hay autores que apuntan la posibilidad de que a un primitivo asentamiento ibero se uniera posteriormente otro fenicio. También se han encontrado restos romanos. Pero lo que es incuestionable es que los 776 años de presencia árabe en la ciudad han dejado huella. Ibn Batthutha se refirió a Vélez como una «bella ciudad, con una portentosa mezquita. En el lugar se dan las uvas, frutas e higos igual que en Málaga». El Idrisí afirma que era un pueblo o castillo fortificado sobre el mar, y albufera que era una ciudad rica y la mejor de la amelía de Málaga.
Vélez-Málaga se organizó en torno al castillo. El aspecto que presentaba, según una reciente guía editada por el Ayuntamiento de la capital de la comarca en un intento de fomentar el conocimiento de sus edificios de interés histórico-artísticos, sería la de una ciudad no muy grande, bien fortificada y defendida por un importante recinto amurallado. Junto al castillo se adosaba la medina, la ciudad propiamente dicha, que hoy podría corresponder a La Villa, un barrio de calles estrechas cuya estructura y distribución está condicionada por lo accidentado del terreno.
En el siglo XIV Vélez-Málaga tuvo bajo su jurisdicción a Torre del Mar, Alcaucín, Bentomiz, Iznate, Almayate, Macharaviaya, Canillas de Albaida, Canillas de Aceituno y Corumbela, entre otros poblados desaparecidos en la actualidad.
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Para Francisco Javier Quintana, autor de un estudio sobre la «Evolución histórica y urbana de Vélez-Málaga», la mezquita, que ocupaba el solar sobre el que se levanta la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, la denominada plaza Roja, que podía tener funciones comerciales, y la calle Real de la Villa, como único eje viario medular, «parecen ser los elementos urbanísticos que vertebraron de algún modo aquel conjunto aparentemente caótico y que, por lo demás, constituye el rasgo definitorio de las medinas musulmanas».
La creciente presión de los cristianos durante la época hace pensar que el espacio estaba totalmente ocupado y que la población era notable, provocando que se desbordara el recinto amurallado de la Fortaleza, comenzando la configuración de los denominados arrabales, o, lo que es lo mismo, que empezaran a surgir los barrios del Arroyo de San Sebastián, ubicado al este del castillo; el de la plaza de la Constitución, el de San Francisco, llamado por los cristianos arrabal de Santiago, y también el de la zona del Pajarillo, en la falda del Cerro de los Remedios.
De cualquier manera, la medina estaba protegida por un segundo cinturón de murallas y torres que marcaban los límites de la ciudad con cuatro puertas, aunque sólo dos de ellas se conservan actualmente: la puerta Real de la Villa, en la plaza de la Constitución, que exige una actuación de conservación, y la puerta de Antequera, que da a la calle Salvador Rueda, conocida popularmente como calle Coronada y que también presenta un aspecto de gran descuido.
Este segundo cinturón de murallas es perfectamente visible en la zona comprendida entre la plaza de la Constitución y calle de Las Tiendas. La recuperación de los paños y cubos de la muralla situados detrás de las viviendas, desde la esquina de la puerta Real de la Villa hasta la zona del camarín de la Piedad, es uno de los objetivos y proyectos del Ayuntamiento, aunque ello exige acuerdos puntuales con los propietarios de las casas y las distintas administraciones desde el momento en que se trata de una actuación bastante compleja y costosa.
No obstante, la plaza de la Constitución, el paño de muralla situado justo enfrente del actual Centro de Día de Mayores, que se edificó sobre el solar de la antigua cárcel municipal, y el paño recientemente descubierto detrás del antiguo edificio de la OJE son claros ejemplos del segundo cinturón de murallas que rodeaban la medina.
A partir de la conquista por los Reyes Católicos el modelo de ciudad cambiaría profundamente. Los cristianos basan su concepto de ciudad en la ordenación de plazas públicas, edificios civiles y religiosos.
Una vez conquistado Vélez, la repoblación se convirtió en el primer objetivo de los reyes. Se favoreció la afluencia de inmigrantes, se repartieron los bienes dejados por los musulmanes y se establecieron las bases de una organización en la vida comunitaria. Había que asegurar la conquista. Además, Vélez-Málaga se convierte pronto en un lugar atractivo para cristianos viejos y asentamiento de los combatientes, justicias e inquisidores.
Según escribanos del repartimiento, el inventario de la ciudad en 1487 era de 646 pares o viviendas que debían ser repartidas, de las que 203 se encontraban en mal estado. Había cuatro hornos de pan en la ciudad y tres en el arrabal. Las tiendas se ubicaban en el arrabal. Existían tres molinos de pan en el río de Vélez y nueve en el de Algarrobo. También se habían contabilizado cuatro molinos de aceite y una casa de baños, que fue donada al secretario Hernando de Zafra, y cinco tenerías en las que se curtían las pieles.
El mismo inventario contabilizaba 1.642 fanegas de 666 estadales (medida de Córdoba. El estadal constaba de tres varas y dos tercios cuadrados), 364 fanegas de 66 estadales de tierras de riego, alrededores de unas 189 aranzadas (medía aproximadamente una fanega) de 400 estadales, y 7.580 aranzadas de 400 estadales de viñas, almendral, higueral y olivar.
CONQUISTA
En 1487, el rey Fernando inicia la campaña de la toma de Vélez-Málaga. Además de ser una zona rica, por sus costas los nazaríes podían recibir ayudas desde África. Unos 50.000 hombres a pie, artillería pesada y 12.000 a caballo formaban parte del cuerpo del ejército, lo que habla por sí mismo de la importancia que la ciudad tenía para los Reyes Católicos. Vélez, por mediación de su alcaide Abul Kasim Venegas, se rindió el 17 de abril de 1487.
En la conquista de la ciudad participó personalmente el propio rey Fernando, lo que condicionó posteriormente el escudo de la ciudad. En una salida por sorpresa que realizaron los veleños, el rey fue sorprendido sin armadura y se dispuso a la lucha. La rápida acción de un palafrenero, Sebastián Sánchez Pelao, evitó que el rey acabara sus días en aquella escaramuza, ya que al ponerse delante de don Fernando impidió que una lanza atravesara a Su Majestad.
Este suceso aparece reflejado en el escudo y pendón de la ciudad por decisión de la reina Isabel la Católica en reconocimiento a aquella gesta. Lo ocurrido en la conquista quedaría, asimismo, reflejado en la construcción de una ermita, la de San Sebastián, en el arrabal del mismo nombre. La ermita se conserva en bastante mal estado, ya que se ha estado utilizando desde hace años como corral. Recientemente, desde el área de Cultura del Ayuntamiento se ha solicitado al Obispado la titularidad de la ermita para intentar gestionar su recuperación y restauración. El repartimiento trajo consigo un cambio importante en la ciudad. Los cristianos o colonizadores necesitaban viviendas más grandes, por lo que hubo que agrupar muchas de ellas, ya que las casas de los musulmanes eran demasiado pequeñas.
Algunos autores señalan que incluso se favoreció la expansión de los arrabales. Una de las zonas que más crecimiento pareció registrar fue la del barrio de San Francisco. Junto al monasterio se irían construyendo viviendas de trabajadores, artesanos y comerciantes. Algo similar ocurriría también en la zona de San Juan y el antiguo Ayuntamiento, donde también se ubicaría el Pósito, cuya estructura aún se conserva y que durante muchos años fue utilizada como dependencia de Correos. Se trata de un edificio de dos plantas que se construyó en el siglo XVIII.
La implantación en el municipio de las distintas órdenes religiosas provocaron una nueva estructura de la ciudad. Francisco Javier Quintana expresa en su estudio sobre «La evolución histórica y urbana de Vélez-Málaga» que entre 1561 y 1804 la población veleña se cuadruplicó y que dicho crecimiento tuvo que determinar el crecimiento de la ciudad. «Ante la ausencia de investigaciones documentales sobre este tema no nos atreveríamos a especular sobre un posible desarrollo urbano al oeste de la calle Salvador Rueda hacia la plaza de Las Indias. El triángulo conformado entre la calle de Las Tiendas, Romero Pozo y el convento de Jesús, José y María comenzaría a rellenar los espacios aún vacíos. Por último, el primitivo arrabal de San Francisco proyectaría sus tentáculos hacia el sur hasta alcanzar la actual plaza del Trabajo». Este mismo autor considera que la periferia urbana de Vélez en el siglo ilustrado estaría definido por el Hospital San Juan de Dios, las Carmelitas Descalzas y la calle Cristo hasta la plaza de San Roque.
A mediados del siglo XVII se publica el primer libro que se conserva sobre la historia de Vélez, obra titulada «Bosquejo apologético de las grandezas de la ciudad de Vélez-Málaga», del clérigo Francisco de Vedmar. Otro veleño escribiría también por la misma época otra obra sobre la historia de la ciudad. Se trata de Juan Vázquez Renxifo, y que la tituló como «Grandezas de la ciudad de Vélez y hechos notables de sus naturales».
Para Francisco Montoro, profesor e historiador veleño, el siglo XVIII será vital para la ciudad, tanto por su aspecto urbano como cultural, agrícola y comercial. Aparece un núcleo burgués y, a través del comercio, se produce una cierta acumulación capitalista. En 1783 se crea la Sociedad Económica de Amigos del País de Vélez-Málaga, lo que la convierte en una de las primeras poblaciones de España que cuenta con una institución de este tipo. Entre sus socios figuran los condes de Florida-Blanca y Campomanes, y el prócer axárquico José Gálvez.
LA CIUDAD DEL SIGLO XX
En 1820 se construye el paseo de Andalucía, el cual fue transformado coincidiendo con la entrada en funcionamiento del ferrocarril en el año 1908. Curiosamente, el tren desaparecería 60 años después de su inauguración, justo el 23 de julio de 1968.
Durante el siglo XIX, que fue el siglo de las desgracias para la ciudad al sufrir plagas, epidemias, sequías y terremotos, algunos espacios pertenecientes a los conventos y órdenes religiosas de la localidad experimentan una transformación que vendrá a cambiar el aspecto de su entorno. En concreto, en el convento de San José de la Soledad (El Carmen), como consecuencia de la subasta de su huerto en el año 1822. En él se construyó una plaza de toros, que fue derribada ya en este siglo (1967). El convento se demolió en 1982. A raíz del terremoto de 1884, la iglesia se desafectó y fue convertida en teatro, recientemente restaurado y rehabilitado, para lo cual ha sido necesaria una inversión superior a los 500 millones de pesetas.
Algo similar ocurrió en la zona del convento de San Francisco, que este año celebra su V centenario, ya que uno de sus claustros se utilizó para edificar un mercado. De todos modos, es a lo largo de este siglo cuando la ciudad experimenta un espectacular crecimiento, ampliando su casco urbano de un modo considerable. La expansión se nota sobre todo en la zona de Cruz Verde, paseo de Andalucía y Reñidero, El Cerro y la Cruz del Cordero, aunque es a partir de 1950 cuando la ciudad comienza a crecer vertiginosamente hacia Torre del Mar.
El barrio de Capuchinos deja de ser el extrarradio y comienza la expansión a través de la avenida Vivar Téllez, hasta el punto de que incluso el centro geográfico de la ciudad se desplaza también cada vez más hacia esta zona mucho más moderna e incluso más poblada, aunque la mayor parte de los edificios públicos persisten en el centro histórico.
El envejecimiento paulatino de las viviendas del centro urbano, espacio en el que hoy se encuadran la mayoría de los barrios históricos de la población: San Sebastián, San Francisco, Carmelitas y Cruz del Cordero, ha favorecido que buena parte de la población se haya trasladado a zonas más modernas.
La construcción de nuevas urbanizaciones de viviendas como Real Bajo, La Mata, El Limonar, Castellano, Axarquía y Alborán, así como los polígonos industriales y finalmente la ejecución de una nueva avenida urbana entre Vélez y Torre del Mar apuntan hacia una configuración urbana basada en la unión de las dos poblaciones, junto con Caleta de Vélez.
EDIFICIOS DE INTERÉS
Entre los edificios de interés que se encuentran en la zona de San Francisco se encuentran la Casa Cervantes, el Palacio de Beniel y el convento de Santiago, también conocido como San Francisco, que se levanta sobre una antigua mezquita. A los cinco meses de la conquista comenzaron las obras de adaptación como iglesia.
El convento ha sufrido cambios a lo largo de sus quinientos años de historia, hasta el punto de que el conjunto que hoy se conoce es fruto de las modificaciones realizadas en el siglo XVIII. El templo es sede actualmente de un buen número de cofradías de Semana Santa de la localidad. Especial interés reviste el claustro.
El Real Convento de San Francisco, que celebra su V centenario (1498-99/ 1998-99), es uno de los más antiguos de la ciudad. Los Reyes Católicos tenían previsto fundar un convento de religiosos franciscanos en la ciudad y está atestiguada la presencia de un fraile desde 1488, que vivía en una casa del arrabal cerca de la iglesia de Santiago.
La presencia de los frailes franciscanos en Vélez-Málaga viene dada por el testamento de Pero Ponce de León, tío de Cristóbal Ponce de León, que fue esposo de doña Beatriz de Arellano, fundadora del monasterio de la Concepción de madres clarisas de la ciudad.
Según J. D. Iranzo, en su obra titulada «La capilla del Sagrario del Real Convento de Santiago de Vélez-Málaga», en Vélez hubo oposición por parte de la ciudad para la fundación del monasterio franciscano, por lo que los Reyes tuvieron que salir al paso e intervenir de forma directa mediante una real cédula de fecha 15-XII-1498. Al año siguiente, los frailes tomaron posesión formal del convento. La vinculación del convento con la labor educativa propició que en 1844 fuese adaptado para escuelas.
La Casa Cervantes está ubicada en plena calle de San Francisco y su nombre se debe a la posible presencia de Miguel de Cervantes siendo recaudador. Se trata de un edificio del XVI que conserva su patio interior y la fachada. Según una guía municipal editada recientemente, en dicha casa nació en el siglo XVII fray Alonso de Santo Tomás, que fue obispo de Málaga. El inmueble ha experimentado una gran transformación desde comienzos de los 80. Actualmente es sede de la Escuela de Idiomas y acoge otra serie de dependencias municipales.
Otro edificio de interés es el palacio de Beniel, ubicado en la plaza Palacio. El inmueble data del siglo XVII y fue construido por Alonso de Molina y Medrano, consejero real. El edificio fue heredado por los marqueses de Beniel de Murcia. No obstante, nunca residieron en el palacio, que sin embargo sí fue habitado por los capitanes generales de la Costa. Ha sido juzgado y ayuntamiento, y actualmente es sede de la Fundación María Zambrano y de la Universidad de la Axarquía. En 1899 se destinó a Ayuntamiento. En 1982 el edificio es abandonado por el consistorio, que se ubica en la casa sindical construida en el solar del antiguo Ayuntamiento, en la plaza de la Constitución. En 1988, el palacio de Beniel fue restaurado.
También se ubica en este barrio el mercado municipal de abastos, que se edificó sobre unos terrenos del antiguo convento de San Francisco. Su construcción data de la segunda mitad del siglo pasado. En la década de los 80 fue desalojado y rehabilitado. Durante este periodo los puestos fueron trasladados a la plaza de la Gloria.
Otra construcción no menos significativa es la ermita de Nuestra Señora de los Remedios, Patrona de la ciudad, que data del siglo XVII. Desde su ubicación se divisa una de las más bellas panorámicas del término municipal veleño. La ermita de la Patrona se levanta sobre el cerro de San Cristóbal. La Patrona de la ciudad fue reconocida en Cabildo el 10 de febrero de 1701. Fray Rafael de Vélez, arzobispo de Santiago de Compostela, concedió indulgencias a los fieles devotos de la Santísima Virgen en decreto de 22 de diciembre de 1822. Salvador José de Reyes, arzobispo de Granada, otorgó igualmente indulgencias a quien rezase a cualquier santa imagen que hubiera en el santuario.
En el mes de mayo del año 1956 la Virgen de los Remedios es nombrada alcaldesa perpetua de la ciudad, a la vez que se le hace entrega de una nueva corona. Aunque en 1998 se conmemora el XX aniversario de la fundación de la romería en honor de la Virgen de los Remedios, éstas se iniciaron en el año 1720. La romería de la Patrona es uno de los acontecimientos festivos más multitudinarios que se celebran en la actualidad, junto con las fiestas de San Miguel y Santiago y Santa Ana.
Desde hace varios años el pintor veleño, aunque afincado en Madrid, Evaristo Guerra trabaja en la realización de un mural que rodea todo el interior de la ermita. Se trata de un proyecto bastante ambicioso que el pintor quiere dedicar a la Patrona de Vélez-Málaga.
En la zona de la plaza de la Constitución se encuentran el edificio de Pósitos, la iglesia de San Juan Bautista y la Cruz del Arrabal, una capilla dedicada a la Cruz que conmemora la entrada del rey Fernando el 3 de mayo de 1487. Con motivo de dicha entrada se levantaron cinco capillas, aunque sólo dos se conservan en la actualidad, la del Arrabal y la del Cordero, en el barrio del Pilar.
IGLESIA DE SAN JUAN
La iglesia de San Juan Bautista, cuyo origen data de 1487, destaca por su impresionante campanario al pie de la muralla de la antigua Fortaleza, muy próxima a la puerta Real de la Villa, donde también se encuentra el camarín de los Desamparados. El templo dispone de dos portadas de estilo neoclásico que fueron sufragadas por fray Rafael de Vélez, arzobispo de Santiago. Ambas se edificaron sobre 1829. En 1985, justo en el lugar que ocupara durante algunos años el retablo de Santa María hoy se puede admirar un mural del pintor Francisco Hernández que representa un Cristo triunfante escoltado por los cuatro evangelistas.
Durante la década de 1os 90, siendo alcalde José Manuel Salcedo Pérez, se procedió a la demolición de varias viviendas, ubicadas junto a calle Sevilla, que han permitido descubrir una nueva visión de la iglesia. Esta actuación obligará al Consistorio a acometer una importante actuación de ordenación del entorno de San Juan.
La fuente de Fernando VI o de Felipe II, que estuvo hasta 1758 en la plaza de San Juan, se ubica en la calle de Las Tiendas. Según algunos investigadores, parte de la fuente data del XVI y otra del XVIII, debido a las diferencias de estilo y a las inscripciones que se encuentran en la misma.
Otros dos edificios religiosos de interés histórico son el monasterio de Nuestra Señora de Gracia, más conocido como Las Claras, y el de Jesús María y José, ubicado en la plaza de las Carmelitas. El primero se remonta al siglo XVI. Desde que las monjas se establecieran en el actual edificio en 1555, el convento ha sufrido importantes cambios y transformaciones. Terremotos y el propio paso del tiempo han motivado tales transformaciones. La iglesia fue levantada en la segunda mitad del siglo XVIII. Recientemente, las monjas han propuesto al Ayuntamiento la posibilidad de ceder el monasterio a cambio de que el consistorio les construya otro edificio más funcional.
El convento de las Carmelitas data de 1702, fecha en la que se trasladan a dos casas de la plaza las religiosas después de habilitar las mismas. La iglesia es posterior. El terremoto de 1884 afectó considerablemente al edificio, hasta el punto de que tuvo que ser incluso abandonado. Durante la guerra civil, el monasterio fue utilizado como almacén de abastos.
En el barrio de La Villa se alza la iglesia parroquial de Santa María la Mayor, templo que se levantó sobre una antigua mezquita. Para algunos autores es la obra de albañilería más importante de la diócesis. Su retablo data del siglo XVI.
BARRIO DEL PILAR
En el barrio del Pilar se erige el Hospital San Juan de Dios, fundado también tras la conquista de la ciudad. Aunque fue construido por expreso deseo de los Reyes Católicos, durante el siglo XIX fue convertido en Hospital Militar. Aunque durante los últimos 76 años el asilo municipal San Juan de Dios ha estado gestionado por las monjas de la Orden de la Virgen María del Monte Carmelo, desde el 30 de noviembre de 1998 las hermanas ya no se encuentran al frente de la residencia, por lo que ha pasado a depender íntegramente del Ayuntamiento.
Muy próximo al hospital se encuentra la Cruz del Cordero. Es una pequeña capilla levantada en conmemoración de la entrada a Vélez de la tropas cristianas el 3 de mayo de 1487. Según la tradición, los Reyes Católicos tomaron un rebaño de carneros y les ataron a los cuernos antorchas. El rebaño fue conducido de noche hacia el arrabal. Los musulmanes al ver tantas antorchas pensaron que se trataba de un gran ejército y dejaron desguarnecido el arrabal contrario o de San Sebastián, lo que aprovecharon las tropas cristianas para asaltar la ciudad. Con motivo de este acontecimiento en el barrio del Pilar o la Cruz del Cordero se ha venido celebrando una fiesta en la que se conmemora la conquista coincidiendo con el Día de la Cruz.
Aunque hasta no hace muchos años las fiestas de la Cruz, que se celebran a primeros de mayo, eran unas de las más importantes de la ciudad, el paso del tiempo ha relegado las mismas a una feria de barrio, a pesar del intento de los vecinos por rescatarlas. Han ganado en participación sin embargo la real feria de San Miguel, que se celebra a finales de septiembre, y la Veladilla del Carmen, así como la feria de Santiago y Santa Ana, estas dos últimas en el mes de julio.
Otra costumbre que aún se mantiene en la zona de la Cruz del Cordero consiste en que coincidiendo con el Día de la Cruz las personas que no tienen pareja depositan tres monedas en la cruz y piden tres deseos.
TORRE DEL MAR
Su estratégica ubicación en la costa sirvió para que distintas civilizaciones se implantaran en la zona oriental del litoral malagueño, situación que se vio favorecida por las especiales características de su bahía, un importante puerto natural que fue durante bastante tiempo una de las vías de salida, si no la principal, del comercio de la comarca. Su puerto constituiría por tanto un lugar ideal para el refugio de las embarcaciones que llegaban al litoral.
Torre del Mar tuvo la doble misión de vigilar la costa de posibles asaltos y servir de aduana, de ahí que esté íntimamente ligada a su castillo, del que aún se conservan algunos restos, aunque en bastante mal estado, en la zona conocida como Dentro de la Torre calles Angosta, Ancha y Remo, en la zona de la plaza de la Axarquía, donde también hasta finales de los años 70 su ubicó el mercado municipal de abastos.
Los fines para los que fue construido el castillo demandaban la existencia de una torre en la primera línea de playa, aunque la retirada del mar fue alejando dichas instalaciones de esta ubicación. Desde la conquista de Vélez por los Reyes Católicos, el castillo de Torre del Mar fue entregado a la autoridad veleña. A su puerto llegaban un destacado número de embarcaciones. En torno a 1730, el castillo fue objeto de una gran remodelación, aunque posteriormente sufriría los efectos de ataques y terremotos. Según el censo de Floridablanca (1787), en Torre del Mar habitaban 318 personas. Además de la Torre del Mar, existían otros dos poblados: Casa de la Viña y Mesón Yorente.
Según un plano del Archivo Histórico Militar fechado en Málaga el 23 de diciembre de 1785 y firmado por Jachín de Vallanovel, la Torre de la Mar de Vélez contaba con una batería capaz de cinco cañones y sólo tenía dos servibles. Contaba además con dos torreones cuya subida era por escaleras interiores como la batería. Tenía dos puertas, una de comercio y otra del castillo. Disponía de cuarteles para la tropa y habitaciones para los vecinos. Fuera del castillo existía una ermita, ubicada sobre el plano en lo que se corresponde con la zona de Casas Nuevas, a la vez que un área de barracas y el denominado barrio de la Viña.
El puerto fue de vital importancia para Torre del Mar, aunque el real decreto de 16 de octubre de 1765 que ponía fin a la política de puerto único para el comercio con América, autorizando a nueve puertos españoles, marcó el declive del existente en el municipio, a la vez que se vio favorecido el de Málaga. Durante el siglo XIX, la actividad portuaria experimentaría una caída considerable, hasta acabar por desaparecer con el paso de los años.
La desaparición de la actividad portuaria obliga a la población a vivir de la pesca. No obstante, en 1852 aparecen en la zona la familia Larios, la cual condicionó la economía torreña, al emplear a gran parte de la población en el cultivo y transformación de la caña de azúcar. Alrededor de 1865 la fábrica de azúcar de Torre del Mar, hoy totalmente destruida, empleaba entre 160 y 180 trabajadores en su interior, y otros tantos en tareas exteriores.
La fábrica no existe actualmente, al ser cerrada en la década de los 80. Los restos de las naves que aún ser conservan se encuentran en un estado absolutamente deplorable como consecuencia del desmantelamiento de las maquinarias.
A lo largo del siglo XIX se van a registrar, por tanto, cambios importantes en la población. La desaparición de la piratería significará el aumento del número de viviendas y almacenes fuera del castillo. En 1865, Torre del Mar contaba con 191 edificios de un solo piso.
El paso de la carretera entre Málaga y Almería (1869) marcará también el futuro de la localidad, igual que también a principios del siglo XX (1908) lo haría el paso del ferrocarril, que durante unos seis meses tuvo como terminal la estación de tren de la localidad, hoy convertida en estación de atobuses.
FAMILIA LARIOS
La familia Larios construye el paseo de Larios en 1926, más de 60 años después se construirá el paseo marítimo de la localidad, transformando por completo su primera línea de playa. El paseo marítimo se ha convertido en uno de sus principales atractivos, junto a sus amplias y limpias playas. Será a partir de la década de los 60 cuando Torre del Mar se incorpore al «boom» turístico con la construcción de grandes edificios de apartamentos, cambiando su aspecto anterior. Uno de los promotores más destacados fue Antonio Toré Toré (Toto), que cuenta con una avenida en la localidad. La realización del paseo marítimo significó la demolición del antiguo balneario municipal y el antiguo campo de fútbol.
Aunque Torre del Mar forma parte del municipio de Vélez, no siempre fue así. En 1822 un grupo de vecinos solicitó un Ayuntamiento constitucional, petición que fue denegada. No obstante, 20 años después, concretamente en 1842, los vecinos vuelven a reclamar su independencia del municipio matriz. En esta ocasión la solicitud fue aceptada, sin embargo su territorio sería bastante reducido, desde la desembocadura del río Vélez a la del río Seco.
El puerto seguiría dependiendo de la ciudad de Vélez, cuya administración siguió también recaudando las contribuciones. Estas circunstancias llevarían a los promotores de la independencia a solicitar en 1848 su reincorporación a Vélez-Málaga, lo que aparece recogido en el libro capitular del citado año. El acta corresponde al cabildo de 9 de agosto.
En 1929 se inicia un nuevo expediente de segregación, siendo alcalde de Vélez Rafael Santiago Valle. No obstante, en 1930 la petición es paralizada. En el último cuarto de este siglo el movimiento segregacionista torreño vuelve a tener una gran relevancia, hasta el punto de contar incluso con partido político propio. La petición de segregación, aunque rechazada por la Junta de Andalucía, está pendiente de resolver en la vía judicial.
Torre del Mar, que continúa creciendo, se ha convertido con el paso de los años en uno de los principales destinos del turismo interior y exterior debido a su benigno clima y ubicación estratégica. Dicho crecimiento ocasiona cambios importantes en su imagen. De hecho, durante los últimos años ha experimentado una profunda modificación la zona más próxima a la iglesia de San Andrés con la demolición del antiguo cuartel de la Guardia Civil, solar que está llamado a convertirse en un pequeño parque bajo el cual se proyecta la construcción de un aparcamiento subterráneo.
La zona de Casa de la Viña se ha convertido, asimismo, en una gran urbanización repleta de conjuntos de viviendas y promociones de casas adosadas y edificios, igual que en el espacio comprendido entre la calle Doctor Fleming y El Tomillar, hasta no hace mucho considerada una urbanización ubicada a las afueras de la población. La expansión del casco urbano hacia ambos lados ha cambiado ostensiblemente el aspecto de la localidad. En la actualidad, el crecimiento urbanístico se concentra en la zona comprendida entre la zona de poniente del paseo marítimo y el espacio ubicado junto a la gasolinera La Vega, lugar en el que se construye el primer hotel de cuatro estrellas de Torre del Mar.
El centro de la población también ha ido cambiando de manera paulatina. Ha desaparecido el hotel Myriam y se ha abierto otro, el hotel Las Yucas. Las Cuatro Esquinas de Torre del Mar presenta un aspecto mucho más propio de una gran ciudad. En apenas medio siglo la población se ha transformado casi por completo, hasta el punto de que cada vez son menos los restos de aquella Torre del Mar comercial y portuaria, agrícola y pesquera.
La localidad cuenta con dos institutos de secundaria, varios centros de enseñanza primaria, centro de salud, Comisaría de Policía y un sin número de comercios, restaurantes y establecimientos que tienen en el turismo estacional y de verano su principal fuente de ingresos, hasta el punto de que la agricultura y la pesca han dejado de ser sectores de importancia.
Curiosamente, el 3 de julio del año 1830 un oficio del subdelegado de Propios de la Provincia insertaba una orden de su majestad en la que se mandaba el cultivo de cacao, bucaré y anís, entre otros lugares de la provincia, en la finca conocida como el jardín de Don Juan Delicado, en Torre del Mar.
Atrás quedan iniciativas como las de Miguel Octavio López Recio, que en el año 1928 solicitaba una concesión en la playa para la instalación de un balneario. El paseo marítimo, de casi tres kilómetros de longitud, ha unido Torre del Mar con Caleta de Vélez. Las edificaciones más antiguas se concentran en la zona de Las Melosas y las Barracas de Levante.
EDIFICACIONES
La mayoría de las viviendas del centro construidas en la primera mitad del siglo están llamadas a convertirse en solares para la edificación de nuevos bloques de casas. Tal es el caso de algunos inmuebles situados en la calle Saladero Viejo, en otro tiempo ubicados en primera línea de playa.
El vertiginoso crecimiento al que se ha visto sometida la población ha provocado que el actual cementerio de la localidad, que se ha quedado pequeño, esté totalmente rodeado de edificios.
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