![Padres esclavos del WhatsApp](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/pre2017/multimedia/noticias/201411/16/media/cortadas/wasap--575x323.jpg)
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M. Ángeles González
Lunes, 17 de noviembre 2014, 01:57
Un grupo de WhatsApp por cada hijo en edad escolar (o más, si el niño además acude por las tardes a catequesis, taekwondo, inglés o alguna otra actividad). Es lo normal hoy día en los teléfonos móviles y tabletas de los padres, que echan humo con tantos mensajes que llegan por los chats creados para mantener el contacto con las familias de los compañeros de clase. Con frecuencia los textos o archivos que se envían poco o nada tienen que ver con el objetivo para el que se pusieron en marcha y pueden llegar a molestar y saturar a algunos de sus integrantes, pero ese es el menor de los inconvenientes de esta nueva forma de comunicación entre progenitores.
Pedagogos y expertos en nuevas tecnologías advierten de que el mal uso de estos grupos puede repercutir negativamente en la autonomía del niño al preocuparse los padres en exceso por sus deberes, exámenes o apuntes asumiendo responsabilidades que les corresponden a sus hijos. Además, los especialistas alertan del envío de fotos o vídeos de menores sobre los que se pierde su control y que pueden utilizarse de forma maliciosa ahora o en el futuro.
Pero no todo es negativo, ni mucho menos. El catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga (UMA) José Ignacio Rivas se muestra partidario de estos foros porque «todo lo que favorezca la comunicación y las relaciones entre padres genera mayor capacidad de implicación de las familias en la vida escolar de los niños». También destaca la comodidad a la hora de estar al tanto de lo que pueda afectar a los hijos y de mantener contacto con el profesor, ya sea porque este forma parte del grupo o porque el delegado de clase puede transmitir por esta vía cualquier mensaje que le haga llegar el docente.
Malentendidos
Asimismo, este especialista afirma que esta herramienta puede servir para que los conflictos entre alumnos se solucionen más fácilmente, aunque también puede provocar enfrentamientos simplemente por el hecho de que se desconoce el tono en el que se dicen determinadas cosas y esto puede dar lugar a malententidos por hacerse interpretaciones erróneas.
Rivas destaca es el hecho de que los grupos de WhatsApp pasen a convertirse en la agenda de los niños y los progenitores asuman una responsabilidad que no les corresponde, quitándosela al niño y restándole autonomía. Según este experto en pedagogía, no es malo que se utilicen los grupos para que los padres pidan ayuda para resolver un problema que no comprenden o preguntar alguna duda, o que se pasen información en un momento dado, pero no es conveniente que se convierta en una rutina acudir a los chats para saber si el niño lleva deberes, conocer la fecha de los exámenes, pedir el libro que se ha dejado en clase o descargarse los apuntes. No obstante, Rivas defiende que es tarea de los docentes y de las familias enseñar a los escolares a utilizar su agenda y a que entiendan la importancia que tiene, así como a que asuman sus responsabilidades.
En la misma línea que Rivas, la profesora de la UMA y experta en comunicación Sonia Blanco argumenta que «los niños deben ser responsables de sus cosas y asumir las consecuencias de sus actos». Defensora de las nuevas tecnologías «siempre que sirvan para facilitarnos la vida», apunta que los grupos de WhatsApp deben utilizarse sólo «para comunicaciones importantes y no abusar de ellos». El envío masivo de mensajes, dice, puede hacer que el grupo de convierta «en una jaula de grillos» y algunos de sus integrantes lo abandonen o silencien, «por lo que pierde su razón de ser».
Formación
Los especialistas coinciden en la importancia de que las familias reciban formación sobre el uso del WhatsApp, como ya se hace en escuelas de padres y en las Ampas respecto a Internet y redes sociales, principalmente por salvaguardar y respetar la intimidad del niño. «Los padres están muy orgullosos de sus hijos, pero hay que tener cuidado con el envío de imágenes», advierte Rivas, que aboga por que los propios colegios, institutos o guarderías den esa formación.
A este respecto, Sonia Blanco añade que normalmente los progenitores no conocen a todos los integrantes del grupo de clase, pero suele establecerse un «falso nivel de confianza» que les empuja a compartir fotos o vídeos de sus hijos con personas de las que realmente no saben nada.
«Los padres no son conscientes de que no sólo están enseñando esa fotografía, sino que la están regalando y que empieza a circular sin control», alerta Ofelia Tejerina, abogada de la Asociación de Internautas, que llama la atención sobre el hecho de que «los niños crecen y en el futuro pueden utilizar esas imágenes de sus compañeros para molestarles». Advierte también sobre el envío de archivos en los que aparecen otros niños cuyos padres no han dado permiso para que se difundan.
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