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Almudena Hidalgo y Antonio Vivar, en el salón de su casa, con las camisetas que lucirán en las concentraciones de hoy y mañana. Salvador Salas

«Somos muy jóvenes para haber perdido a Lucía, pero también para luchar hasta saber la verdad»

Antonio Vivar y Almudena Hidalgo. Padres de la pequeña Lucía

Juan Cano y Jon Sedano

Málaga

Viernes, 20 de octubre 2017, 00:36

Bajo los ojos de Almudena Hidalgo y Antonio Vivar hay un surco de tristeza que revela las noches sin dormir. «Yo morí aquel día con ella», afirma su madre al recordar la pesadilla que comenzó la noche del 26 de julio, cuando celebraban Santa Ana en el bar de la estación de Pizarra. Su pequeña Lucía, que 13 días antes había cumplido tres años, desapareció de su lado. «A nuestra hija nos la quitaron, ella no se fue por voluntad propia», repiten como un mantra en la entrevista concedida a SUR.

¿Qué les ha empujado ahora a romper su silencio?

–Madre (M): Hasta ahora, hemos tenido mucha educación, pero la paciencia se nos ha agotado, porque seguimos sin encontrar respuestas sobre lo que ocurrió.

–Padre (P): Hemos mantenido prudencia y cautela, pero ha sido a cambio de nada, de esperar a que pase el tiempo y que nos callemos. Pero no vamos a parar. Somos muy jóvenes para habernos quedado sin nuestra hija, pero también para luchar hasta el fin de nuestros días para saber la verdad.

Empecemos por aquella noche... ¿Cuándo se dieron cuenta de que Lucía había desaparecido?

–(M): Estábamos sentados en la mesa, a punto de marcharnos. Fue en cuestión de uno o dos minutos. Yo la tenía todo el tiempo a la vista, le acababa de decir: «Cariño, no te quites la pinza del pelo, que siempre tienes el pelo en la cara». Mi suegra fue a pagar y cuando volvió, nos preguntó si queríamos algo más. Ahí me di cuenta. ¿Y la niña?, grité. Ya no estaba. En un visto y no visto, desapareció. Le preguntamos a los primos con los que estaba jugando y ellos decían que habían visto pasar una moto.

Camiseta de Antonio, con el colgante de su hija. Salvador Salas

–(P): Yo estoy seguro de que Lucía no se habría ido con nadie, y menos estando su madre. Conmigo estaba loca, pero donde llegaba su madre para ella, no llegaba nadie. ¿Y el chupe? No iba a ningún lado sin su chupe.

–(M): No es una niña que se vaya con extraños, hasta los profes nos decían que era muy tímida. Cuando estaba con los niños se cohibía. No se pudo ir voluntariamente.

¿Dónde empezaron a buscarla?

–(P): Por todas partes, desde el minuto uno. En los cuartos de baño, en la cocina del bar, la despensa, los aparcamientos, debajo de los coches... Y después en las vías. Antes de buscarla yo en esa dirección, entraron varias personas que la deberían haber visto. Y además íbamos gritando ‘¡Lucía, Lucía, Lucía!’.

–(M): El hermano (Paco, que estaba con ellos esa noche y que también se adentró en las vías) mide dos metros, igual que Antonio. Con su zancada, que es dos veces y media la niña, tendría que haberla cogido.

¿Pidieron a la Guardia Civil que detuviera el tráfico ferroviario ante la posibilidad de que su hija hubiese seguido las vías del tren?

–(M): Desde el primer momento, cuando vimos que había cámaras en la estación. Nos dijeron que no nos preocupáramos, que no iban a pasar los trenes, seguramente pensando que la íbamos a encontrar rápido. Mi padre les dijo que cruzaba el coche en la vía si era necesario.

–(P): Cuando llegó el capitán, le dije: «A mi niña me la han quitado». Él me pidió que no creara alarma y le dije que ojalá tuviera que pedirle disculpas, y que si había que pagar las dos patrullas que había allí, las pagaba. Le pregunté si habían visto las cámaras; me acuerdo de lo que respondió: «Por ahí no ha pasado nadie, ni un perro».

Esa misma noche los citaron en el cuartel para poner la denuncia.

–(M): Fue la hora y media más larga de mi vida, estaba dando saltos en la silla.

–(P): Nos pidieron que esperásemos en la puerta un cuarto de hora y a los veinte minutos entró ella. Yo les dije: «Vamos a rellenar esto que tenemos que ir a buscar a la niña, que sigue perdida. ¿Esto no se puede hacer por la mañana?».

«Yo morí aquel día con ella; no daba crédito a lo que estaba pasando, era como una película de terror»

Almudena Hidalgo

«No podemos vivir con esta incertidumbre; sólo quiero saber la verdad para cerrar los ojos y respirar»

Almudena Hidalgo

«Al preguntarle por la cámara, el capitán me dijo que por ahí no había pasado nadie, ni un perro»

Antonio Vivar

«A nuestra hija nos la quitaron, ella no se fue por voluntad propia»

Antonio Vivar

¿Cómo se enteraron del desenlace?

–(P): A las ocho, recibí una llamada del capitán. Le dije: «Deme una buena noticia...». Y él respondió: «A su hija la hemos encontrado fallecida en las vías». Me caí al suelo. Los guardias civiles que vinieron con los perros de rastreo no se lo creían, nos dijeron que igual no era cierto porque ellos estaban esperando órdenes para ir a buscarla. Por un momento sentí alivio y pensé que igual era alguien que quería hacernos daño. Uno de ellos me pidió el número de teléfono desde el que me habían llamado. Y comprobó que era el del capitán.

¿Cuándo descubren que el tren había salido y que había sido el maquinista quien la había encontrado?

–(M): Realmente no sabíamos que había salido un tren, pensábamos que estaba cortado el servicio. Cuando llegamos al lugar donde la habían encontrado, nos tuvieron más de media hora esperando. Fuimos los últimos en enterarnos. Les pedimos por favor que nos dejaran ver a nuestra hija. Nos asomamos y vimos que había algo tapado con un chaleco.

¿Qué sintieron al saber que al final el tren había salido?

–(M): Yo morí aquel día con ella. No daba crédito a lo que estaba pasando, creí que era una película de terror. Me dieron un tranquilizante, pero yo no quería estar en una pompa, quería vivir el momento y enterarme de todo lo que estaba pasando. Y lo que estaba pasando era la cruda realidad. Allí, la Guardia Civil nos explicó que la niña podía haber venido andando por la vía, que se acostó sobre ella y que al escuchar el tren, se incorporó un poco y éste la golpeó y la dejó allí, como una traviesa más. No quería hacerme a la idea de cómo podía estar el cuerpo. El agente me dijo: ‘Tranquila, que tiene un golpe fuerte en la cabeza, pero no tiene signos de otra cosa. Ni agresión sexual ni arrollamiento del tren, que era lo que se imaginaba mi mente. Estaba en ‘shock’.

–(P): No solo salió el tren, sino que además el maquinista no recibió el telefonema (avisando de que había personas cerca de la vía) hasta llegar a Pizarra. ¿Y si hubiese ido andando en dirección a Cártama? De hecho, el chupete apareció en esa dirección.

¿Quién encuentra el chupete?

–(M): Un hombre que no estaba cenando allí. Escuchó las voces y vino con su mujer a ayudar. No lo conocemos de nada. Nosotros pedimos a la jueza que se localizara a ese hombre. Es italiano y vive en Alemania, pero la mujer es de Pizarra y sus padres tienen una casa allí a la que vienen por vacaciones. A los 15 días de pasar esto, se fue a su país y en ese tiempo nadie lo llamó a declarar. Nosotros estuvimos buscando día y noche para localizarlo, porque entendíamos que debía testificar.

¿Cuántas veces han hecho el recorrido que, según la hipótesis principal, hizo Lucía esa noche?

–(M): Dos veces. –(P): Yo 14 ó 15 veces, cinco o seis veces completo y el resto, a trozos. Unas veces con familiares, otras solo... Me iba preguntando: «Si la niña no ha hecho este camino, porque estoy seguro de que no ha sido así, ¿qué hago haciéndolo yo?

¿Qué ven en ese recorrido para estar tan seguros de que Lucía no lo hizo?

–(M): Desgraciadamente, lo hemos tenido que hacer varias veces con expertos. Las cámaras la graban en el andén, no en las vías. A partir de ahí, avanzas y está cada vez más oscuro. Tú miras hacia atrás y ves la luz del pueblo, miras hacia delante y te encuentras con perros atropellados, terraplenes peligrosos, muchos sitios por donde podía salir... Cruzar por encima de un puente sin caer al río. Y encima una niña con esa edad caminando sola en esa oscuridad. Cuando hicimos el camino, a mí me dolían muchísimo los pies. Una cosa es caminar cuatro kilómetros en llano, pero por allí... Me dolió mucho, pero necesitaba hacerlo. Y al final vimos lo que nadie querría haber visto.

¿Y qué pensaron al llegar?

–(M): Me demostré a mí misma que no era posible, porque además era un punto estratégico que coincide con la salida de la carretera. Otra pregunta que nos hacemos es la data (hora) de la muerte. Con eso sabríamos muchas cosas. ¿Por qué no le toman la temperatura allí al cuerpo? ¿Por qué la data tiene que ser estimada horas después en la sala de autopsias?

–(P): Yo me pregunto: si la muerte fue entre las 5 y las 7, ¿por qué están tan convencidos de que tuvo que que ser en los últimos 15 minutos (el tren pasó por allí a las 6.50)?

¿Habían ido antes con Lucía a esa zona?

–(M): Nunca. Es un sitio que no conocía, no tenía amiguitos allí. Ella no había hecho algo así jamás, se le puede preguntar a sus maestros, a la guarde. Ella no iba hacia la oscuridad ni en un pasillo de la casa.

¿Y en su opinión qué pudo pasar?

–(P): Se la tuvieron que llevar por algún fin, no sabemos cuál. Quizá por casualidad, porque era la más pequeña que había allí. Tuvo que ser improvisado. Íbamos a ir al bar de un amigo, pero estaba cerrado. Pensamos ir al Rincón del Mohíno y no lo hicimos por si los niños cruzaban la carretera jugando.

Pero la niña no presentaba signos de forcejeo...

–(P): Sí, pero es una niña muy pequeña y cualquiera la coge y se la lleva sin esfuerzo. Lo que yo me pregunto es: ¿qué es más probable, que se la hayan llevado y no tenga signos de forcejeo, o que haya andado 4.200 metros a oscuras y no tenga ni lesiones en las manos? A la niña se la han llevado.

¿Alguien que pudiera querer hacerles daño? ¿Alguna rencilla?

–(P): Las dos familias son conocidas en los dos pueblos, no somos problemáticos, no estamos metidos en asuntos raros. Cualquiera habla bien de nosotros. Nos preguntaron si podía haber un móvil económico porque mi suegro tiene empresa y mi padre acaba de jubilarse. Nosotros trabajamos los dos y ganamos un sueldo que da para pagar y poco más. Somos una familia humilde. Si el motivo fuese hacerle algo malo a ella o a nosotros, no hubiera aparecido nunca.

–(M): Yo creo que se les fue de las manos, o que la niña se hizo algo accidentalmente y la dejaron allí. Pero ha tenido que ser alguien de la zona que conozca esos caminos.

–(P): ¿Y por qué se va a acostar una cría sobre las piedras? Por instinto, aunque lo haga, se levanta. ¿Y después el tren la golpea y la deja allí acostadita? No me lo creo.

Llegaron a crear un correo para canalizar la colaboración ciudadana. ¿Reciben muchos mensajes?

–(M) Unos cien. La gente nos informa de las batidas, otros de la ubicación de las cámaras... Nos llega más ayuda que pistas.

–(P) Yo se lo he dicho mil veces a Almudena: en el bar estábamos 25 ó 30 personas. Alguien tuvo que ver algo.

–(M): Yo quiero matizar algo sobre la casa en la que sonó la alarma del coche. En el atestado no consta que la finca tiene una valla de dos metros y está al final de un terraplén. Es imposible que pasara por allí sola.

Han aportado nuevos informes que cuestionan la hipótesis del accidente.

–(M): El informe se basa en las fotografías de la autopsia y lo han hecho dos forenses independientes. Ambos coinciden en que la niña tiene realmente las dos heridas y que la causante de la muerte es la herida más pequeña, no la grande. No excluyen que haya sido el golpe del tren o de un objeto grande, pero insisten en que la niña ya estaba muerta cuando se produjo el segundo, que pudo ser el del tren. No quiero entrar en el cómo ni en los detalles, pero al no haber salpicaduras, creen que es porque el corazón ya no bombeaba.

¿Hasta dónde piensan llegar?

–(M): Hasta el final. Si resulta que fue un accidente, seguiría siendo una negligencia porque el tren no debería haber salido. Si cabe la posibilidad de averiguar algo más, lo vamos a hacer, aunque sea mediante una investigación privada. No podemos vivir con la incertidumbre. Solo quiero saber la verdad para cerrar mis ojos y empezar a respirar. Necesito que me respondan a tantas preguntas... ¿Por qué hubo tantas negligencias? No se puede cerrar un capítulo y empezar otro, ni su padre ni yo podemos hacerlo. El dolor va a estar ahí, somos una familia más a la que le ha sucedido algo así, y tendremos que aprender a vivir con esto.

Han mantenido una reunión con la jueza. ¿Qué les ha dicho?

–(P): Nos pide que confiemos en la justicia, dice que no cierra ninguna hipótesis, que nuestras dudas se las ha hecho llegar al forense para que aclare las contradicciones del informe que le hemos presentado. Que intentemos confiar en ellos.

También se reunieron con alcaldes de la zona y han convocado dos concentraciones en Pizarra (hoy a las 20.00) y Alhaurín el Grande (mañana, a la misma hora).

–(M): Buscamos un apoyo sentimental, no económico. La gente está indignada, nadie se cree esta historia. Y esto le puede pasar a cualquiera el día de mañana.

Hablaba antes de negligencia... ¿Emprenderán alguna acción legal?

–(P): Ahora estamos centrados en saber qué pasó, pero si se demuestra que hubo una negligencia, tendremos que ir a por quien haga falta.

–(M): No me voy a centrar en el tren, para mí hubo muchas personas negligentes, en el dispositivo de búsqueda, en la toma de temperatura para calcular la data. Iremos contra quien haya hecho mal su trabajo.

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